Desde la cárcel de Soto del Real, el prisionero Luis Bárcenas va a tener mucho tiempo para pensar. Ya ha asumido que pasará una larga temporada en la celda, a pesar de sus contactos, de sus amigos y de toda la información sensible que esconde en una caja fuerte a unas horas de Madrid. ¿Qué hará? ¿Contará lo que sabe o callará mientras sigue buscando una salida a través de las conversaciones bajo cuerda que aún mantiene con importantes dirigentes del PP? ¿Difundirá ese vídeo que grabó hace meses «por si me pasa algo» donde aparece leyendo un documento de doce puntos que podría poner en serios aprietos al PP? «Se ha cruzado una línea roja», dicen desde su entorno, donde acusan al ministro de Justicia de conspirar contra Mariano Rajoy en un juego de tronos en el que Bárcenas es el principal peón.
El jueves, en la Audiencia Nacional, algo inesperado sucedió. No solo porque el extesorero del PP entró en la cárcel cuatro años después de iniciarse el caso Gürtel, sino por quién lo pidió. ¿Cómo explicar que la propia fiscalía bajo un gobierno del PP sea mucho más dura contraBárcenas que la acusación popular del PSOE? El jueves, los abogados socialistas pidieron prisión eludible con fianza. La fiscalía dijo que aquello era poco y subió el envite a prisión incondicional; el juez Pablo Ruz aceptó la mayor. La decisión, obviamente, la tomó Ruz,pero no la habría podido abordar sin el respaldo de la fiscalía.
Las teorías para explicar la decisión de la fiscalía son variopintas. Otros imputados de la Gürtel responsabilizan a las dos fiscalas que llevan el caso, que siguen siendo las mismas que lo iniciaron con Garzón. En la Audiencia Nacional, la explicación más extendida es que la fiscalía -con información del CNI-temía que Bárcenas se fugase, lo que habría supuesto para el Gobierno un terremoto solo comparable con lo que fue para Felipe González la fuga de Luis Roldán. Y para Bárcenas y su entorno, el responsable directo es el ministroGallardón: el único que quedaría limpio de sobres y paja si el extesorero canta; el hombre por el que ahora apuesta José María Aznar como futuro líder del PP.
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Desde la cárcel de Soto del Real, el prisionero Luis Bárcenas va a tener mucho tiempo para pensar. Ya ha asumido que pasará una larga temporada en la celda, a pesar de sus contactos, de sus amigos y de toda la información sensible que esconde en una caja fuerte a unas horas de Madrid. ¿Qué hará? ¿Contará lo que sabe o callará mientras sigue buscando una salida a través de las conversaciones bajo cuerda que aún mantiene con importantes dirigentes del PP? ¿Difundirá ese vídeo que grabó hace meses «por si me pasa algo» donde aparece leyendo un documento de doce puntos que podría poner en serios aprietos al PP? «Se ha cruzado una línea roja», dicen desde su entorno, donde acusan al ministro de Justicia de conspirar contra Mariano Rajoy en un juego de tronos en el que Bárcenas es el principal peón.
El jueves, en la Audiencia Nacional, algo inesperado sucedió. No solo porque el extesorero del PP entró en la cárcel cuatro años después de iniciarse el caso Gürtel, sino por quién lo pidió. ¿Cómo explicar que la propia fiscalía bajo un gobierno del PP sea mucho más dura contraBárcenas que la acusación popular del PSOE? El jueves, los abogados socialistas pidieron prisión eludible con fianza. La fiscalía dijo que aquello era poco y subió el envite a prisión incondicional; el juez Pablo Ruz aceptó la mayor. La decisión, obviamente, la tomó Ruz,pero no la habría podido abordar sin el respaldo de la fiscalía.