Contra los sondeos. Contra todos los pronósticos. Contra el poder económico y la inmensa mayoría de los medios de comunicación. Contra la opinión de Felipe González y de Alfonso Guerra. Contra quienes se burlaban del optimismo de Zapatero, y su tenaz defensa en esta campaña electoral. La derecha ha fracasado en su durísima ofensiva para tumbar a un Gobierno de coalición al que dieron por desahuciado y que probablemente se mantendrá en el poder. Alberto Núñez Feijóo no gobernará. Gana en escaños y, por la mínima, en votos. Pero el gran vencedor de la noche vuelve a ser Pedro Sánchez, que de nuevo ha resistido cuando todos le daban por muerto. Y que hoy es el favorito para lograr una investidura que ningún otro candidato puede lograr.
Se cumplió el pronóstico, que recordé en mi carta del sábado: la derecha nunca ha logrado una mayoría absoluta con más del 70% de participación. Todas sus victorias requieren de la desmovilización de la izquierda, algo que no ha ocurrido en esta ocasión. El domingo, a pesar del verano, votaron el 70,4% de los españoles.
“Que te vote Txapote”, gritaba la derecha. Siguieron haciéndolo en la calle Génova tras el batacazo electoral –entre otros cánticos incómodos para Feijóo, como “Ayuso, Ayuso”–. Y resulta que once millones de votantes progresistas han puesto pie en pared y han logrado frenar a un Feijóo que ya se veía eligiendo el color de las cortinas de La Moncloa, con el apoyo de Vox. No ocurrirá. Feijóo no será presidente. Abascal no será vicepresidente. Y la duda es si el líder del PP aguantará en la oposición hasta el próximo intento, o si su propio partido lo apartará.
La foto final no da al Partido Popular muchas razones para brindar. Aunque Feijóo sume 47 escaños más, impulsado por la desaparición de Ciudadanos y lo que pesca en Vox. Aunque el PP sea por muy poco el más votado, por poco más de un punto respecto al PSOE. Feijóo ya ha anunciado que se presentará a la investidura, aunque sabe que su candidatura no tiene ninguna opción de prosperar.
La derecha ha sido víctima de su propia propaganda. Se ha creído sus propias mentiras, empezando por esas encuestas de sus medios afines, que tanto se burlaban de Tezanos. Ha pecado de soberbia, y se ha encontrado de frente con la respuesta de una España mucho más grande que la que representan PP y Vox.
Feijóo debería releer esa Constitución que tanto cita y tan poco parece conocer. Descubriría, probablemente con asombro (artículo 99), que no depende de él si se presenta a la investidura: lo tiene que decidir el rey. Y también que España es una democracia parlamentaria, donde gobierna quien más apoyos tiene en el Congreso, no quien queda primero en número de votos.
Las posibilidades de una investidura de Feijóo son nulas y en la derecha son plenamente conscientes de ello. Por mucho que algunos hagan las cuentas, no se puede juntar en una misma suma al PNV y Vox, porque la derecha vasca se juega el gobierno de Euskadi ante Bildu en las elecciones autonómicas. Apoyar un pacto así sería un suicidio político para el PNV y los jeltzales lo saben muy bien.
Los últimos dos meses del PP han sido desastrosos, desde una victoria en las municipales –mucho más amplia en poder que en votos– que les hizo subestimar a la izquierda. Primero, por sus pactos autonómicos y municipales con Vox, que han permitido a un montón de votantes progresistas visualizar cuál sería su futuro si se quedaban en casa otra vez. Después, por su nefasta campaña electoral. Ni siquiera le fue bien su aparente victoria en el único debate donde el candidato del PP se dignó a participar. Con las mentiras de ese día, y las que vinieron después, el líder del PP logró algo que parecía imposible: movilizar a una izquierda que parecía dormida, y que no ha estado dispuesta a entregar el Gobierno a una derecha así.
En Sumar, con Yolanda Díaz, retroceden cinco escaños respecto a lo que tenían Unidas Podemos, con Más País y Compromís. Pero aguantan la posición con bastante dignidad, en un escenario donde el PSOE ha logrado sumar casi un millón de votos más. Es un buen resultado, teniendo en cuenta cómo les ha ido a otros partidos de izquierda, como ERC, en unas elecciones muy polarizadas donde las alternativas de gobierno eran solo dos: o Sánchez o Feijóo. El primer dato de Yolanda Díaz como candidata a la presidencia es también una enorme remontada respecto al resultado que consiguió este espacio en las últimas elecciones municipales y autonómicas: han logrado alrededor de un millón de votos más.
La campaña de Yolanda Díaz ha ido de menos a más. Empezó cojeando, con la nueva coalición tocada por las heridas internas que dejó la compleja negociación de las listas. Pero después se recuperó buscando el cuerpo a cuerpo con Feijóo. Según los trackings electorales –que se han seguido haciendo esta última semana, aunque no se publicaran– fue determinante su participación en el debate a tres del miércoles pasado, donde Díaz fue sin duda la mejor.
Pero no todo son buenas noticias para el Gobierno de coalición. La investidura no será nada fácil. Pedro Sánchez no tendrá problemas con EH Bildu, que esta vez estará en el sí. Tampoco con ERC, que no se enrocará en imposibles –ya hicieron públicas sus peticiones durante la campaña– porque saben que una repetición electoral donde a ellos se les perciba como parte del bloqueo les puede ir aún peor. Pero dependerá de algo que ahora mismo no parece nada fácil: la abstención de Junts. Carles Puigdemont es hoy el hombre que puede decidir si hay Gobierno o vamos a otra repetición electoral.
La segunda mala noticia es que ya no hay una mayoría progresista en el Parlamento español. Porque ni el PNV ni Junts son progresistas, aunque tengan aún más difícil pactar con el PP y con Vox. La posibilidad de avances legislativos, si se logra la investidura, será más lenta que con el Congreso anterior. Y a esto se suma otro problema más: la mayoría absoluta del PP en el Senado, que les permitirá retrasar cada proyecto de ley. Si es que esta legislatura logra empezar a andar.
Lo llamarán “gobierno Frankenstein”. Ya lo hacen algunos. Pero de quienes se burlan es de los españoles, de la pluralidad de un país que no refleja la mayoría de la prensa de Madrid.
Los votantes progresistas han logrado hoy una gran victoria moral. Porque la próxima vez que casi todos los pronósticos, casi todos los sondeos y casi todos los medios de comunicación den por muerta y enterrada a la izquierda, habrá muchas personas que desde hoy recordarán que la mayor mentira de unas elecciones es dar por hecho que todo está escrito, y que no sirve de nada votar.
––––––––––––––––––––
Cómo frenar las mentiras
En la campaña del 23J ha quedado clara la tremenda importancia que tiene la prensa libre, que depende de sus lectores y no le debe nada a nadie más. La inmensa mayoría de los grandes medios son propiedad de bancos, de fondos y grandes grupos de comunicación. La gran mayoría de ellos han blanqueado a los ultras y están bajo el control de la agenda que marca la derecha.
Por eso te pedimos tu apoyo. Necesitamos crecer. Contratar a más periodistas. Reforzar nuestras ediciones locales frente a las mentiras de los gobiernos locales y autonómicos de la extrema derecha. Fichar a más reporteros de investigación. Nos hace falta llegar a más gente, construir un periódico más grande, capaz de contrarrestar la brutal ola de propaganda conservadora a la que nos vamos a enfrentar. Y que dejará pequeña la que hemos vivido en esta sucia campaña electoral.
Si te preocupa el futuro de este país, apóyanos. Hoy te necesitamos más que nunca porque nuestra labor es más necesaria que nunca. Hazte socio, hazte socia, de elDiario.es