1. Su homofobia
La catedrática María Elósegui cree que los homosexuales desarrollan patologías “por ir contra su biología”. Que son infelices y promiscuos. Que muchos tienden a la depresión neurótica y al suicidio. Que “cualquier intento de presentar a una pareja homosexual como el equivalente a un matrimonio feliz no pasa de ser una pretensión sencillamente imposible”. Que la homosexualidad es una “vivencia de sufrimiento”. Que ser transexual es “una tragedia, una enfermedad”. Que se cura con tratamiento.
Todas estas opiniones no forman parte de su ámbito privado. Es algo que lleva décadas defendiendo en público, en libros, conferencias y artículos académicos. No son charlas de café. Es una parte sustancial de su discurso supuestamente científico.
¿Son compatibles los Derechos Humanos con la homofobia? Sin duda, no.
Que haya que argumentarlo solo se explica porque la discriminación contra este colectivo es un discurso de odio recientemente admitido como tal. Menos gente dudaría si, en lugar de contra los homosexuales, Elósegui hubiese argumentado en artículos supuestamente científicos, desde su cátedra universitaria, que los judíos son suicidas, neuróticos y promiscuos. O que un negro no se puede casar con una blanca porque va contra su biología (y si lo hacen, que no lo llamen matrimonio).
2. Su falso currículum
La homofobia debería ser motivo suficiente para que esta catedrática no represente a España en el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos. No es el único. María Elósegui falseó su currículum y se presentó como la autora del anteproyecto de la ley de Igualdad de Zapatero. Mintió al TEDH, y lo hizo por escrito. La realidad es que su papel en esta ley es más que secundario.
El Instituto de la Mujer encargó un estudio a otro magistrado que, a su vez, subcontrató a tres expertas; Elósegui entre ellas. Aquel documento nunca se usó, según aseguran las mujeres que sí redactaron la ley de Igualdad, y que hoy desmienten a la nueva jueza del TEDH. Aquel estudio no era el anteproyecto de ley, ni mucho menos la ley completa, como llegó a asegurar en otras entrevistas.
“No sé quién es. No recuerdo que tuviera nada que ver”, dice Mariví Monteserín, exdiputada del PSOE y ponente de la ley de Igualdad de la que presume Elósegui.
3. Su campaña electoral
“Soy imparcial y neutral. El candidato recomendado por la comisión trabaja para el Gobierno”, decía Elósegui en los numerosos correos que envió a los parlamentarios europeos antes de la votación que ganó frente a José Martín y Pérez de Nanclares, el juez mejor valorado por la comisión de expertos que examinó a los tres candidatos españoles. Obviamente, este argumento no era el que usaba con los eurodiputados del PP, que también le apoyaron.
¿Puede una candidata al TEDH poner en marcha una campaña electoral de desprestigio contra los demás candidatos? El reglamento lo permite, admiten fuentes del Consejo de Europa, que también dicen que nunca antes se han encontrado con una actuación así. Tampoco se sabe quién pagó los numerosos viajes por Europa para reuniones con los distintos europarlamentarios.
Elósegui llevaba meses dedicada a una campaña que resultó ser de una eficacia asombrosa. Entre otros, logró conjugar los votos de eurodiputados del PP y de Podemos en un extraño consenso que solo se explica por lo poco que se documentan antes de votar algunos parlamentarios. Su campaña fue muy hábil. A cada partido le decía lo que quería escuchar.
4. Su suspenso ante los expertos
Pero la última razón por la que es escandaloso que María Elósegui vaya a representar a España ante el TEDH es que no fue la candidata preferida por la comisión de expertos que evaluó a los tres candidatos españoles. Pérez de los Cobos, el expresidente del Tribunal Constitucional con carné del PP, sacó un cero rotundo, pero Elósegui no tuvo un resultado mucho mejor: solo tres votos de diez. La comisión que evaluó esa terna dio siete votos a Martín y Pérez de Nanclares.
Siete a tres, y eso que ese comité no sabía entonces nada ni del currículum falso ni de las opiniones homófobas. Siete a tres, y aun así fue elegida Elósegui.