Enrique López López es el juez que fue apartado por sus propios compañeros de los juicios de la Gürtel y de la caja B por su evidente cercanía con el Partido Popular. Es el juez promocionado al CGPJ por el PP. Es el juez ascendido al Tribunal Constitucional por el PP, a pesar de que cuando se planteó su candidatura no cumplía con los requisitos legales. Es el juez que cobró medio centenar de conferencias de la FAES, entonces la fundación del PP. Es el juez de la Audiencia Nacional que puso palos en las ruedas a la investigación de los papeles de Bárcenas, siempre al servicio del PP.
Enrique López es también el juez que tuvo que dimitir del Constitucional por conducir su moto borracho y sin casco por pleno centro de Madrid. Es el juez al que el Partido Popular, a través de las mayorías conservadoras en el Poder Judicial, promocionó a la Sala de Apelaciones de la Audiencia Nacional. Es el juez cuyo nombramiento después fue anulado por el Tribunal Supremo porque no era el candidato con más méritos para ese puesto, clave para el PP. Porque todos los grandes casos de corrupción pasan por la Audiencia Nacional. Y todas esas sentencias iban a ser después revisadas por esa Sala de apelaciones donde a López le quisieron colocar.
Enrique López López es el juez que ahora ha elegido Isabel Díaz Ayuso (o más bien Pablo Casado) como consejero de Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid. Y hay tres maneras de explicar este nuevo ascenso de López, otra vez de la mano del PP.
La primera, “que viva el vino”. Porque López no es el único miembro relevante del gobierno de Díaz Ayuso condenado por conducir borracho. También es parte fundamental de ese equipo Miguel Ángel Rodríguez, igualmente sentenciado por chocar contra tres coches aparcados cuando conducía borracho. MAR, como se le conoce al exsecretario de Estado de Comunicación de Aznar, es hoy uno de los asesores clave en el nuevo gobierno madrileño del PP, donde a nadie le dicen cuántas copas se tienen que tomar. Le avala, entre otros méritos, haber cobrado 600.000 euros en publicidad, otorgados a dedo por los gobiernos de Esperanza Aguirre para un medio de comunicación desconocido que vivía de la mamandurria “liberal”.
La segunda, que viva la independencia judicial. Porque López es la antítesis de la separación de poderes. Es la prueba del tipo de “regeneración” que avala Ciudadanos en Madrid. Es el mejor ejemplo con toga de la lealtad del PP con los jueces dispuestos a ser leales con el partido. Incluso si cometes un delito que pone en riesgo la vida de los demás –conducir completamente ebrio– el PP nunca deja a uno de los suyos atrás.
Y la tercera, que viva la lucha contra corrupción. Porque tener como consejero de Justicia de Madrid a Enrique López es una buena noticia para Ignacio González, que le elogió públicamente como “un magnífico magistrado y excelente persona”. Porque la buena relación entre ambos va más allá de la simple cordialidad. Según las escuchas del caso Lezo, González y López se reunieron en privado cuando el expresidente de Madrid maniobraba para cambiar a los jueces y fiscales que estaban investigando su corrupción.
Tener a un juez de la Audiencia Nacional en el Gobierno del PP de Madrid es también una buena noticia para otros políticos del mismo partido que hoy están muy preocupados por su futuro judicial. Como Esperanza Aguirre, a la que Anticorrupción pide imputar por la financiación ilegal del PP. O Cristina Cifuentes, que ya está procesada por el caso Máster y que también participó en Fundescam, la fundación que su partido utilizó para recaudar donaciones ilegales con las que pagar las campañas en B a la trama Gürtel. O Francisco Granados, exsecretario general del mismo PP de Madrid del que salen tanto Pablo Casado como Isabel Díaz Ayuso.
“Trabajaremos para que cada madrileño viva su vida en libertad”, dice Díaz Ayuso. En libertad bajo fianza, como Ignacio González, si es que la libertad sin cargos no se puede lograr.