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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Algunas preguntas importantes sobre el pequeño Nicolás que el Gobierno debería contestar

¿Es Francisco Nicolás Gómez Iglesias un simple estafador con delirios megalómanos o un agente secreto al servicio del Gobierno y de su real majestad? Con la información que tenemos, la versión que el 'pequeño Nicolás' está difundiendo en distintas entrevistas en los medios es imposible de tragar. Afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias, y no valen unos selfies para demostrar que, entre todos los intermediarios posibles, las más importantes instituciones del Estado hayan escogido a un joven estudiante para solucionar la imputación de la infanta con Manos Limpias, la negociación de Eurovegas con Adelson o el 9N catalán con los Pujol. No es creíble porque, simplemente, no es verdad. Y es un síntoma del bajísimo nivel de confianza en las instituciones que una historia tan rocambolesca como la suya pueda llegar a colar.

Todo apunta a que Nicolás Gómez Iglesias se valió de dos viejos trucos para intentar prosperar en este país donde los negocios se hacen siempre así de mal: alardear de sus contactos, exagerando su grado de cercanía con ellos y haciéndose pasar por quien no era para lograr una red de influencia aún mayor. Y también, convertirse en improvisado mediador de un conflicto, acudiendo a cada una de las dos partes enfrentadas como supuesto enviado de la otra para negociar.

Es un sistema que le habría funcionado en todo el mundo, pero probablemente en España le ha sido más fácil prosperar. No hay muchos otros países donde los contactos entre lo público y lo privado sean tan valiosos. Es así por el mismo motivo por el que este país aparece en los niveles más altos en los índices de corrupción: porque existe una enorme arbitrariedad en las decisiones públicas y no todos somos iguales ante la Administración.

Sin embargo, en la alucinante historia de este aprendiz de Alejandro Agag sí hay algunos detalles extraños que el Gobierno debería explicar. Son varios asuntos que aún están por aclarar y donde los hechos, escandalosos, no se basan simplemente en la palabra de ese imputado por estafa sin ninguna credibilidad que es hoy el pequeño Nicolás.

¿Tenía acceso a pinchazos telefónicos?

¿Tenía acceso a pinchazos telefónicos? Lo cuenta Miguel Bernad, máximo responsable de Manos Limpias. Bernad se reunió hasta una docena de veces con el pequeño Nicolás en unos encuentros a los que también acudía Juan Munguira, alto cargo de la CNMV. En esas reuniones, según Bernad, Nicolás Gómez Iglesias se hizo pasar por un enviado de la vicepresidenta del Gobierno e intentó convencerle de que retirase la querella contra la infanta Cristina para así evitar que fuese a juicio “por el bien de España”. En uno de estos encuentros, según ha explicado Bernad a eldiario.es, también estuvo presente Manuel Hernández de León, histórico fotógrafo de EFE que se ocupó durante años de las fotos del rey Juan Carlos de Borbón.

En una de las primeras reuniones, según Bernad, el pequeño Nicolás le dio detalles sobre una llamada telefónica que el fundador de Manos Limpias había tenido la noche anterior con su madre, una información muy precisa que el joven solo podía conocer si había tenido acceso a un pinchazo de su móvil. ¿Cómo consiguió ese dato y de dónde salió?

¿Por qué usaba coches oficiales?

¿Por qué usaba coches oficiales?Bernad también detalla que, en todas las reuniones, Nicolás Gómez Iglesias acudía escoltado y en coches de alta gama. Además, se ha difundido un vídeo donde se ve al propio joven como pasajero de un Audi de alta gama que circula con una sirena aparentemente de policía.

Es posible que algunos de estos coches fueran alquilados y no tuviesen relación alguna con ningún organismo público, pero también existe la certeza de que no todos lo eran: ya está probado que usó vehículos oficiales y recurrió a personal del Ayuntamiento de Madrid para acudir al menos a dos de sus reuniones. Desde el equipo de Ana Botella reconocen este dato y aseguran que, tras conocer el caso, pusieron en marcha una investigación interna que acabó con dos personas expedientadas: un policía municipal y un chófer. Pero ¿por qué lo hicieron? ¿Fueron los únicos que escoltaron al pequeño Nicolás o usó otros coches oficiales? ¿Por orden de quién?

¿Puso una escolta a Miguel Bernad?

¿Puso una escolta a Miguel Bernad?En una de las reuniones con el fundador de Manos Limpias, el pequeño Nicolás aseguró a Miguel Bernad que estaba siendo espiado y le ofreció poner una escolta del CNI para su protección. Y lo más alucinante: durante más de un mes, según Bernad, estuvo protegido por un coche con dos supuestos agentes que le acompañaron en todos sus desplazamientos. El CNI niega que estas personas fuesen agentes suyos. Pero, según Bernad, no hay duda de que estuvieron allí. ¿Quiénes eran estas dos personas? ¿Trabajaban acaso para la policía o es que el pequeño Nicolás también tenía medios y gente como para simular algo así?

¿Cómo tenía el móvil del rey Juan Carlos?

¿Cómo tenía el móvil del rey Juan Carlos?Lo cuenta Javier Ayuso, hoy adjunto a la dirección de El País y hasta hace unos meses director de Comunicación de la Casa del Rey: el pequeño Nicolás consiguió el teléfono móvil privado de Juan Carlos de Borbón y lo llamó. Obviamente, este número no es fácil de conseguir y alguien muy cercano al rey se lo tuvo que proporcionar. ¿Quién fue y por qué?

¿Cómo entró en la proclamación real?

¿Cómo entró en la proclamación real?Según Javier Ayuso, el pequeño Nicolás consiguió entrar en el Palacio Real y saludar al nuevo rey Felipe de Borbón el mismísimo día de su proclamación porque acudió como acompañante de una empresaria amiga suya, Catalina Hoffmann. Sin embargo, ella desmiente esta información de forma muy contundente: aquí está su invitación y en ella no figura acompañante alguno, mucho menos Francisco Nicolás Gómez Iglesias.

¿Fue invitado Nicolás, como asegura en todas las entrevistas? Si lo fue, mal, porque la Casa Real nos ha mentido, y habría que preguntarse el porqué. Y si no lo fue, casi peor. Si Nicolás se pudo colar, es que algo grave pasó con el protocolo de seguridad: es un presunto estafador, pero podía haber sido alguien mucho peor.

¿Por qué fue detenido por Asuntos Internos?

¿Por qué fue detenido por Asuntos Internos?La investigación está bajo secreto de sumario. Pero, que se sepa, no hay ningún imputado que sea agente de la Policía Nacional, que es el único motivo que justificaría que Asuntos Internos pudiese actuar. Según la extraña explicación del ministro Jorge Fernández, la razón fue que el pequeño Nicolás se atribuía funciones de la seguridad del Estado, lo que hacía de Asuntos Internos “la unidad idónea”. Si alguien lo entiende, que lo explique mejor.

Lo que también se sabe, lo hemos publicado hoy en eldiario.es, es que Asuntos Internos también ha sido 'idónea' para todo tipo de cuestiones muy lejos de su supuesta función, como investigar el blanqueo del hijo menor de los Pujol. Esta unidad es uno de los grandes misterios de la Policía y desde 2012 ni siquiera se sabe cuántos agentes son.

P.D. Aparte de estas preguntas, el gran escándalo de esta historia es que demuestra, por la vía del tocomocho, cómo funciona el poder político y económico en un país donde los contactos lo son todo y basta con saber usar los nombres adecuados para que hasta un estudiante con cara de menor de edad se cuele en todos los despachos hasta el infinito y más allá. Esto es España, de la escopeta nacional al pequeño Nicolás.

¿Es Francisco Nicolás Gómez Iglesias un simple estafador con delirios megalómanos o un agente secreto al servicio del Gobierno y de su real majestad? Con la información que tenemos, la versión que el 'pequeño Nicolás' está difundiendo en distintas entrevistas en los medios es imposible de tragar. Afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias, y no valen unos selfies para demostrar que, entre todos los intermediarios posibles, las más importantes instituciones del Estado hayan escogido a un joven estudiante para solucionar la imputación de la infanta con Manos Limpias, la negociación de Eurovegas con Adelson o el 9N catalán con los Pujol. No es creíble porque, simplemente, no es verdad. Y es un síntoma del bajísimo nivel de confianza en las instituciones que una historia tan rocambolesca como la suya pueda llegar a colar.

Todo apunta a que Nicolás Gómez Iglesias se valió de dos viejos trucos para intentar prosperar en este país donde los negocios se hacen siempre así de mal: alardear de sus contactos, exagerando su grado de cercanía con ellos y haciéndose pasar por quien no era para lograr una red de influencia aún mayor. Y también, convertirse en improvisado mediador de un conflicto, acudiendo a cada una de las dos partes enfrentadas como supuesto enviado de la otra para negociar.