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Primero negaron la realidad. “El concepto del calentamiento global fue creado por y para los chinos para hacer menos competitiva a la industria estadounidense”, decía Donald Trump en 2012. La realidad les desmintió con datos incontestables. El último año registrado, 2016, fue el más caluroso de la historia desde que hay datos, según la NASA. Llevamos ya tres consecutivos batiendo récords y los 16 años más calientes han sido en lo poco que va de este siglo.
De la negación del cambio climático pasaron a una segunda trinchera para defender sus posiciones. Una segunda mentira: que no era culpa del hombre. Que ya había pasado antes, que no sería para tanto… que era todo el sistema solar el que se calentaba. Que, como no es culpa nuestra, tampoco había nada que pudiésemos hacer para arreglarlo.
La realidad les ha vuelto a desmentir, con huracanes que llegan hasta la costa de Galicia. Con sequías en un rincón del mundo, e inundaciones en el otro. Con incendios incontrolados. Con islas del Pacífico que van hundiéndose en el océano. El consenso científico es apabullante y poco más que el lobby de la industria contaminante niega ya la mayor: la responsabilidad humana en el calentamiento global.
Los hechos son tozudos. El negacionismo climático lo es aún más, y han vuelto a cambiar sus argumentos a medida que iban quedando acorralados. Hay cambio climático –dicen al fin–. Es culpa del hombre –reconocen que tal vez sí–. Incluso Donald Trump admitió esa realidad en una entrevista en The New York Times, ya como presidente de Estados Unidos. Todo eso está pasando y no es un invento de los ecologistas o de los chinos, pero lo arreglaremos con un milagro. No hay nada que cambiar.
“El mercado trabajará más rápido. Hay alguien ahora mismo en algún garaje que está inventando la forma de parar el cambio climático”. La frase es de Jeb Bush, exgobernador de Florida y el último de la familia Bush que se postuló –en su caso, sin éxito– para la Casa Blanca. Resume bien la última mutación negacionista. Su última trinchera. La confianza ciega en la tecnología, el nuevo milagro, porque en el siglo XXI ya no colaría lo de rezar al santo para que llueva. Hasta el Papa Francisco I descarta esta opción. “El hombre es estúpido. La historia juzgará a los negadores del cambio climático”, asegura Bergoglio.
¿Ayudará a parar el cambio climático una tecnología tan avanzada que sea indistinguible de la magia? Ojalá fuese así, pero apostar el futuro de la humanidad a que nos toque la lotería es tan estúpido que solo se puede entender desde el egoísmo o la ignorancia.
La historia no solo juzgará a quienes hoy niegan el cambio climático. Nuestros hijos, nuestros nietos, también condenarán a todos los que pudimos hacer algo, por pequeño que fuese, y no lo hicimos. El desafío es colectivo. Nuestra responsabilidad es individual.
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Primero negaron la realidad. “El concepto del calentamiento global fue creado por y para los chinos para hacer menos competitiva a la industria estadounidense”, decía Donald Trump en 2012. La realidad les desmintió con datos incontestables. El último año registrado, 2016, fue el más caluroso de la historia desde que hay datos, según la NASA. Llevamos ya tres consecutivos batiendo récords y los 16 años más calientes han sido en lo poco que va de este siglo.