Espacio para la reflexión y el análisis a cargo de parlamentarios europeos españoles.
El Acuerdo Global México-UE y nosotras las mujeres
El poder corporativo, a través de las empresas transnacionales, domina el mundo. Domina los asuntos políticos, económicos, culturales, jurídicos. Los tratados comerciales de nueva generación, en el marco de los cuales se inserta el Acuerdo Global que la UE está a punto de renovar con México, son la expresión más tangible de cómo este poder corporativo se refuerza globalmente y perpetúa las desigualdades.
Parlamentarios europeos y miembros del Gobierno mexicano nos sentamos estos días en México a debatir cláusulas de igualdad o respeto de los derechos humanos que maquillen la manifiesta incompatibilidad entre este tipo de tratados y los derechos laborales, la protección del medio ambiente, la igualdad o el respeto a la vida.
Mientras lo hacemos son millones las que ahí afuera, en las ciudades y pueblos de Europa y de México, nos gritan que existe una contradicción estructural entre la acumulación del capital en cada vez menos manos y la sostenibilidad de la vida; millones las que pensamos que Europa, antiguo centro del poder corporativo colonialista, necesita mirarse y mirar el mundo desde las periferias de este poder y contagiarse de la experiencia mexicana, latinoamericana, para plantear alternativas diversas, múltiples, locales.
Somos las mujeres quienes, desde muchos puntos del planeta, más nos hemos resistido a las imposiciones del mercado. La economía de los cuidados que reclama el feminismo tiene que ver con una nueva forma de producir, de entendernos, de establecer las reglas que rigen nuestras sociedades. No sólo el beneficio económico cuenta. Cuenta la sostenibilidad de la vida. De una vida que merezca la pena ser vivida.
Por eso no sirve de nada ni nos protege una cooperación regida por el poder corporativo. México y Europa deben romper, de una vez por todas, la matriz colonial que sustenta nuestras economías. Sólo así reduciremos la violencia estructural contra las mujeres.
Violencia machista a ambos lados de Océano
En nuestro país hay más de mil violaciones al año denunciadas. La punta del iceberg de todas aquellas que prefieren callar para no ser ellas las juzgadas. Las violaciones se están convirtiendo en espectáculos televisivos donde a quien se juzga es a la víctima y a quien se justifica es a ellos.
Los medios de comunicación los defienden porque son jóvenes, sanos, normales, guapos, hijos de sus madres, novios de sus novias. Son los hijos sanos del patriarcado... pero uno de cada tres pagará por sexo sin importarle sin quien presta su cuerpo lo hace libremente, forzada, sin papeles, coaccionada, amenazada. Los hijos sanos del patriarcado: 60 de ellos asesinarán a sus parejas cada año en España, porque entienden que en el sexo y en el amor las mujeres les pertenecemos.
México, por su parte, sufre una violencia cruel y desgarradora contra las mujeres. Una violencia específica que se evidencia con la mutilación de los cuerpos, la agresión sexual, la tortura y el intento de desaparición de los cuerpos. Lo cierto es que hoy, todo el país se ha convertido en un gigantesco Ciudad Juárez.
Estremece pensar que México es el segundo país más letal del mundo, sólo por detrás de Siria, según ha revelado recientemente el Instituto Internacional para Estudios Estratégicos. Esta nación, bajo el Gobierno de Enrique Peña Nieto, rebasa a Afganistán o Somalia en el número de muertes en el conflicto con el narcotráfico. Y, sin embargo, hay un silencio cómplice en los medios internacionales y, dentro del país, quien se atreve a contarlo se expone a ser eliminado.
Denunciar la violencia, la corrupción política y el narcotráfico, así como la íntima relación entre ellas, puede salir muy caro en México. En los últimos 15 años, más de 100 periodistas han sido asesinados. El último ejemplo de estas intimidaciones lo vivimos hace menos de un mes, cuando un grupo de hombres armados asaltaron a tres periodistas independientes que cubrían la caravana de María de Jesús Patricio, la primera mujer indígena que aspira a la presidencia de México.
Desde Podemos Europa hemos exigido por escrito a la UE medidas de presión para que se cumplan las condiciones de seguridad y libertad en el que se debería estar desarrollando la pre-campaña electoral. Y animamos a la candidata a que no desista en su empeño ni se deje intimidar por quienes quieren perpetuar la impunidad y el terror.
Como en todos los conflictos, las mujeres y las niñas se llevan siempre la peor parte porque a la violencia institucionalizada en México hay que sumar la condena de la violencia machista. Y es que las víctimas de feminicidio lo son triplemente en México: lo son cuando las asesinan, lo son cuando sus muertes no se investigan y lo son cuando la sociedad y los medios de comunicación las juzgan tras su muerte: por cómo vestían, cómo hablaban o cómo vivían.
Siete mexicanas son asesinadas cada día, sólo un 25% de los casos son investigados como feminicidios. Muchas de ellas son activistas y defensoras de los Derechos Humanos y del territorio. Matan a las mujeres porque nosotras representamos la vida frente a sus proyectos de muerte.
La mayor parte de los asesinatos y desapariciones quedan en la impunidad porque no se investigan. Pero no nos van a callar. El dolor de las mujeres de México es también nuestro dolor. Si atacan a una nos atacan a todas. En España, en México, en Europa, en todas partes del mundo seguiremos gritando: Ni Una Menos. Y el 8 de marzo, en la huelga de mujeres, no lo duden. Nosotras pararemos y parará el mundo.
El poder corporativo, a través de las empresas transnacionales, domina el mundo. Domina los asuntos políticos, económicos, culturales, jurídicos. Los tratados comerciales de nueva generación, en el marco de los cuales se inserta el Acuerdo Global que la UE está a punto de renovar con México, son la expresión más tangible de cómo este poder corporativo se refuerza globalmente y perpetúa las desigualdades.
Parlamentarios europeos y miembros del Gobierno mexicano nos sentamos estos días en México a debatir cláusulas de igualdad o respeto de los derechos humanos que maquillen la manifiesta incompatibilidad entre este tipo de tratados y los derechos laborales, la protección del medio ambiente, la igualdad o el respeto a la vida.