José María Martínez Sanz, numerario del Opus Dei y profesor en el colegio Gaztelueta de Leioa -privado masculino financiado con fondos públicos-, ha sido condenado primero por la Audiencia Provincial de Bizkaia y luego por el Tribunal Supremo por abusos sexuales continuados a uno de sus estudiantes, Juan Cuatrecasas, cuando cursaba el primer ciclo de Secundaria. Ahora se ha conocido que la Iglesia católica ha decidido retomar también, por orden directa del Papa, un proceso interno después de haberlo cerrado en el pasado. El abusador, en un comunicado, ha reaccionado mostrando su disposición a “colaborar” -algo que no se vislumbró en la vía penal en ningún momento- y ha vuelto a situarse por encima de la Justicia al reiterar a su “inocencia” y hacerse la víctima por llevar una década padeciendo “sufrimientos injustos”
Sobre las formas, Martínez Sanz también cuestiona que se puede iniciar un procedimiento eclesiástico “a un laico”. Con todo, se dice “disponible” para “recibir alguna comunicación oficial” por parte de la justicia eclesiástica -que en ningún caso sustituye o enmienda a la vía penal en un Estado de Derecho- y para “colaborar con las instancias competentes”. Respecto a esa supuesta “colaboración”, el condenado ya en firme y su entorno no solamente cuestionaron desde el inicio la denuncia de la víctima sino que activaron todos los resortes para ningunearla, incluso culpando a su familia. El colegio Gaztelueta protagonizó dos momentos estelares en el proceso. Como reveló este periódico, costeó unas actas notariales que firmaron otros alumnos y profesores en aquella época para recalcar la completa inocencia de Martínez Sanz ante la celebración del juicio y, una vez conocida la primera instancia, organizó una rueda de prensa en el propio centro para atacar a la víctima, su antiguo alumno.
Ni siquiera las pruebas fehacientes ya visadas por el Supremo -aunque rebajó la pena inicial y suspendiera la entrada en prisión en ningún momento se cuestionó el relato de la víctima- han hecho que Martínez Sanz se salga del discurso de que es “inocente” y de que lleva “padeciendo más de diez años de angustia y sufrimientos injustos”, cuando ha sido Cuatrecasas quien ha vivido intentos autolíticos, episodios de 'bullying' asociados a los abusos, retraso en su formación y tratamientos psiquiátricos por las secuelas del estrés postraumático, como explicó en una entrevista. Sostiene el abusador que este caso está “extremadamente mediatizado, otra vez” y que “se ha distorsionado la realidad”.
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