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Etapas 2, 3, 4 y 5 de 25

Trás-os-Montes: en bicicleta por la histórica provincia portuguesa, con sus viñedos, ríos y paisajes

Nos habíamos quedado a las puertas de Portugal. La primera etapa, vespertina, desde Zamora hasta Pino del Oro, fue coser cantar: un paseo para tomar contacto con este periplo de veinticinco etapas, del cual hoy conoceréis nuevos detalles. Luego vendrán dos o tres artículos más en próximas entregas. Así pues, tras un bucólico paseo con una temperatura media de 36 grados y una máxima de 40, allí estábamos, mi bici y yo, a las puertas de Portugal. El objetivo más inmediato: tomar contacto con Trás-os-Montes, una provincia histórica, de la mano de Julio Llamazares.

¿Os hago un spoiler? Venga, para que os ubiquéis mejor respecto a lo que iréis leyendo en próximas entregas. Vamos con datos que el GPS se encargó de ir acumulando jornada tras jornada. Aquí tenéis una tabla que me pone 'al desnudo'. Comencé a pedalear el 18 de julio de 2021 y terminé el 11 de agosto. Sí, verás una 'extraña' etapa de 6,05 kilómetros en Cedillo, pero eso ya tendrá explicación cuando llegue el momento. En este artículo vas a conocer las etapas 2, 3, 4, y 5.

La tabla incluye datos de distancia de cada etapa, tiempo empleado, frecuencia cardiaca media y máxima, velocidad media y máxima, desnivel acumulado y temperatura mínima y máxima. He jugado con los colores para diferenciar los valores: verde para los más altos, naranja para los medios y rojo para los bajos. Entre medias, la gama cromática se amplía. Ya sabes, cosas de las modernas aplicaciones informáticas. Yo soy inocente.

Etapa 2: Pino del Oro-Braganza

Bueno, vuelvo a la ruta, que estábamos a punto de entrar en Portugal por la frontera norte. El río Duero quedaba atrás. Lo visitamos por última vez al terminar la primera etapa, con foto incluida al puente de Requejo. Ya camino de Portugal, pedaleamos justo al amanecer (suelo fichar sobre la bici nada más hacerse de día) hacia unas antiguas minas de oro que se explotaban en época de los romanos, en los siglos I y II de nuestra era. A ver si cae algo. Nada, se lo han 'llevao tó'. Pero el día, a primera hora, está precioso.

Esta zona presume de granito. No veas qué piedritas te van apareciendo por el camino. Obélix encontraría aquí una segunda patria, sin duda. Claro que sus enemigos, los romanos, se pusieron las botas a construir calzadas por doquier. Por aquí cerca puedes localizar tramos de la autopista hasta 'Bracara Augusta' (Braga) y de la comarcal que unía Zamora con Miranda do Douro.

Por fin entramos en Portugal. Qué instalaciones, qué aduana, qué trajín de funcionarias y funcionarios controlando el tráfico. Las cabinas no dan abasto. Traducido: ni me entero de que he cambiado de país. Pero lo he hecho. Os recuerdo que la COVID-19 está de moda. Es el verano de 2021. Voy pertrechado con mi pasaporte COVID, ese que dice que me han pinchado como la ciencia médica manda.

Llamazares recorrió esta comarca de Trás-os-Montes en los años 90. ¿Google, Wikipedia, Facebook, Instagram, TikTok? Ejem. Entonces yo ni siquiera tenía todavía bici de montaña y los pioneros de Marin County, al norte de San Francisco, en California, hacía cuatro días que acababan de inventar esta práctica ciclista. Llamazares se topó con una comarca que vivía casi casi en una dimensión paralela.

Mi bautismo en forma de pueblo ha sido Paradela. Luego le han seguido Ifanes y su coqueta capela de São Bartolomeu, Póvoa, y Malhadas, pequeñas aldeas que lo mismo podían estar a este o al otro lado de la frontera. El primer núcleo de población de cierta entidad es Vimioso, con su buena cuesta de acceso. Tranquilidad y buenos alimentos.

¿Ese ruido? ¡Pero si he llevado la bici a revisar antes de salir de Bilbao! Bah, será cosa del momento. Ya, ya. Pues suena cada vez más. El ruido se pone siniestro, diría que viene del eje de pedalier, aunque en materia de ruidos es difícil dar con el origen, porque las reverberaciones confunden. Cuando llegue a Braganza, que es mi final de etapa, tendré trabajo. Miro en el móvil y veo que hay dos tiendas de bicis con taller. A ver qué tal.

Aprovechamos Outeiro para la típica foto con el 'pelourinho' detrás. El sol aprieta otra vez. Mejor meto la directa hacia Braganza. Dejo atrás un coqueto puente sobre el río Onor, entro en la ciudad y ¡a localizar un taller de bicis! Se lo cuento a la señora que lleva el hotelito. En menos de lo que canta un gallo, la buena mujer ya me ha localizado uno que es propiedad de un conocido suyo. Les ha llamado y les ha dicho que me pongan alfombra roja. Dicho y hecho. De momento, asunto solucionado, aunque al terminar la ruta habrá que cambiar los rodamientos. Por cierto: Hotel Tulipa y tienda de bicis de Giant. No siempre se siente uno tan bien tratado.

Aprovecho lo que queda de tarde para escuchar reguetón frente a la iglesia de Santa María. Así como os lo digo. Fue sentarme en una terraza a disfrutar de la tranquilidad del lugar y obsequiarme con la música recogida, profunda y melancólica típica de estas tierras: el reguetón. Globalización, para qué te quiero. En fin, cosas del progreso. Que conste, no obstante, que Braganza tiene un buen ver: catedral vieja, catedral nueva y, sobre todo, 'castelo'. Apunta en la libreta.

Etapa 3: Braganza-Chaves

Pacto el desayuno a las seis de la mañana. Sí, a las seis. Otro punto positivo para el Tulipa. Por tanto, a las 6:30 estoy ya en ruta hacia Chaves. Contaba Llamazares que encontró carreteras infames. Treinta años después, al menos en este aspecto, las cosas han mejorado. Cómo no, me doy de bruces con una de las tres millones de vías que conducen a Santiago de Compostela. Añade otra a tu lista: el 'Camino Portugués da Vía da Prata'. De nada.

El hito marcado a fuego de esta etapa era la 'pedra bolideira'. En realidad no es una solo 'pedra', sino que son tres, “como una hogaza invertida partida por el medio”. Lo dice Llamazares. Son curiosos estos berruecos, la verdad. Volviendo a la música popular portuguesa, me tomo un refrigerio en un bar junto a la carretera, que ameniza a los parroquianos con 'Tainted Love, Billie Jean' y otros éxitos del folklore lusitano. Por supuesto, los lugareños gritan más alto que la música. Ganan por goleada.

Se llega a Chaves, “ciudad chiquita y amable, quiero decir, pequeña de proporción, pero con suficiente tamaño para ser un lugar grato para vivir”, que contaba Saramago en su 'Viaje a Portugal', tras un agradable descenso: de los 900 a los 300 metros. Llamazares, por su parte, se fijó más en el puente romano: “Hasta 18 arcos, de los que hoy ya se conservan sólo 12, y más de doscientos metros llegó a tener este puente por el que la calzada romana que unía Braga y Astorga salvaba el curso del Támega y por el que durante siglos han seguido entrando en Chaves todos los invasores y los viajeros”.

Le hago caso a un amigo y me agencio un 'polvo à lagareiro' en una tasca junto al puente. Espero estar entretenido con el tráfico de la época: por ahí un 'essedum' a toda pastilla, más allá un par de 'cissia' que no miran por dónde van, cuidado con esa 'carruca', vaya velocidad endemoniada que lleva ese 'carpentum', pues mira que va cargado ese 'plaustrum'… Nada, que eso era hace casi dos mil años. Todavía no teníamos bicis.

Etapa 4: Chaves-Alijó

El día siguiente amanece triste, con nubes bajas y fresco. Se pone a llover. Fino fino. Ya sabemos que eso, en bici, es empaparse. Casi mejor esa tristeza climática para atravesar primero Vidago y luego Pedras Salgadas. ¡Qué preciosidad el parque del balneario! Un camino herboso entre muretes nos conduce hacia él. A primera hora de la mañana, casi desierto, luce sus mejores galas, fundido con la 'saudade'. La niebla, más adelante, tornará aún más densa. Sigo por la 'Ecopista do Corgo', que conduce hacia Vila Pouca de Aguiar y luego hacia Vila Real. Y enseguida Mateus. ¿Te suena a vino?

Más adelante tomo el desvío hacia Santo Martinho de Anta, “el lugar en el que nació y vivió el escritor más profundo que ha dado esta vieja tierra”, según Llamazares. Yo he leído un par de obras suyas que me dejó un buen amigo de Huelva y me encantó. No son fáciles de encontrar y gran parte de su producción no está traducida al castellano. Una pena.

Llegamos, por fin, a Alijó y a su famoso plátano, todo un señor árbol que fue plantado en 1856. Estamos en tierra vitivinícola y un monumento en homenaje a las gentes que trabajan las vides lo recuerda en el 'Jardim da Avenida Dr. Francisco Sá Carneiro'.

Etapa 5: Alijó-Macedo de Cavaleiros

Trás-os-Montes nos obsequia con dos ofertas bien diferenciadas: 'Terra Fria' y 'Terra Quente'. Las dos primeras etapas han discurrido por la 'Terra Fria', la tercera ha sido de transición y la que nos lleva de Alijó a Macedo de Cavaleiros, definitivamente, nos introduce de lleno en la 'Terra Quente'. Claro que en verano tampoco hay tanta diferencia, aunque ahora, eso sí, han aparecido los olivos. Antes de atravesar Murça cruzamos una zona de bosque quemado, algo, por desgracia, demasiado habitual en tierras lusas.

La etapa nos conduce a Mirandela. Atravesamos el puente de diecisiete arcos, del siglo XVI, sobre el río Tua. Mientras me tomo una Coca-Cola en un kiosco a la sombra, veo pasar una furgoneta con megafonía a todo volumen que recuerda las normas en vigor para prevenir la COVID-19. Continúo, que hay que llegar al final de etapa, porque en Macedo de Cavaleiros tengo que cenar, sí o sí, en la Churrascaria Pica-Pau. Pero eso lo verás en el siguiente artículo de esta ruta, en el próximo número de la revista. Nos leemos entonces.

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