“Todos somos Ane”, claman los trabajadores de Mercedes-Benz por el despido de una compañera tras una baja por depresión
La plantilla se une en su defensa y coloca carteles en Vitoria en solidaridad con la despedida, que ha trabajado 26 años en la planta, donde también lo hacía su marido, que falleció de cáncer: “Sientes que solo eres un número”
Ane tiene 52 años y ha pasado la mitad de su vida trabajando para la Mercedes-Benz de Vitoria. Entró a formar parte de la plantilla de la planta alavesa, la factoría más grande de Euskadi, el 16 de septiembre de 1996 y ha desempeñado distintos puestos. En la última etapa formó parte del departamento de Recursos Humanos de la empresa, ejerciendo diversas labores administrativas y de secretaria incluso del director del departamento. Ahora, 26 años después, está despedida y varias calles del centro de Vitoria se encuentran empapeladas de carteles en los que la plantilla se solidariza con la trabajadora que ha perdido su trabajo al reincorporarse tras una baja por depresión, una enfermedad contra la que ha luchado y por fin ha vencido. “Todos somos Ane”, dicen los carteles. “Esto nos puede pasar a todos”, recalcan en el comité.
Ane ahora se siente fuerte y optimista para afrontar la vida junto a sus dos hijos, pero acaba de regresar de uno de los peores agujeros de su vida en el que cayó cuando su marido, Ángel Javier, murió de cáncer. También era trabajador de Mercedes-Benz. “Entró a la fábrica 15 días antes que yo”, dice. La muerte de su marido, hace seis años, la sumió en un agujero del que realmente no era consciente y entró en una espiral de malestar del que no sabía cómo salir. “Te dicen que tienes que ser fuerte por tus hijos y crees que lo eres, pero no es cierto”, relata. “Te lo vas tragando. Intenté seguir adelante con el trabajo, pero todo se me hacía cuesta arriba. No podía afrontar al día a día, todo me superaba, y desde hace tres años empecé a tener que coger bajas intermitentes, hasta que me di cuenta de que, para curarme, debía parar”, abunda.
Gracias al apoyo de su familia ingresó en un clínica y se sometió a la terapia con la que ahora se siente “una persona nueva” y ha “aprendido a vivir sola”. Casi dos años de baja alejada del trabajo son los que ha necesitado Ane para tener fuerzas y reincorporarse a su puesto de trabajo y darse cuenta de que ya no existe.
En agosto la empresa le pidió que se cogiera las vacaciones tras finalizar la baja y que mientras tanto intentarían ubicarla en otro puesto, pero cuando regresó la entregaron la carta de despido. “Me dijeron que parte del trabajo que yo hacía se había externalizado y que otra parte se hacía mediante aplicaciones digitales. Ya no tenía puesto de trabajo. Y aunque quise que me colocaran en cualquier otro lugar en la empresa, me daba igual en qué tipo de trabajo, no hubo forma”.
En el momento del despido ni siquiera la dejaron pasar más allá de la portería, en una “falta de empatía total”, denuncian desde el comité de empresa que se ha movilizado contra este “despido injusto”. “En una empresa en la que trabajan 4.800 personas, resulta que no hay ningún puesto que pueda asumir Ane”, dicen, “después de tantos años en la empresa y por lo que ha pasado”.
“Es evidente la deshumanización con la que actúa esta empresa”, señalan desde el comité. “Tras un periodo complicado en la vida, con dos hijos a tu cargo, después de mucho esfuerzo, consigues levantar cabeza... y ahí está la 'gran' Mercedes-Benz para agradecerte con una estocada en las entrañas más de 25 años, toda una vida de dedicación a tu trabajo de forma impecable”, ironizan desde el comité, con todos los sindicatos unidos en defensa de Ane. “Me he sentido como si fuera un número”, dice ella.
“Solo me ha reconfortado el apoyo de muchos compañeros, pero desde la empresa he recibido un trato completamente deshumanizado”, insiste. “La empresa ha perdido la parte humana. Y creo que no tiene nada que ver la productividad con tratar a la gente con un mínimo de humanidad”, señala.
ElDiario.es/Euskadi ha intentado sin éxito ponerse en contacto con algún responsable de la dirección sin conseguirlo.
La trabajadora ha demandado la empresa por despido nulo y está a la espera de juicio. “Estoy con fuerzas y no tengo nada que perder”, dice. “Sé que es muy difícil vencer contra la empresa, pero creo que tengo que luchar por ello”. Y recuerda que en esta compañía ha dejado buena parte de su vida, también su marido. “Y ahora me despiden desde la portería”.
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