Dos años de cárcel para el que fue el mejor sumiller de España por apropiarse y vender vino del Mugaritz por 22.487 euros

Belén Ferreras

5 de julio de 2023 21:39 h

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Guillermo Cruz, el que fue el mejor sumiller de España en 2014, llegó a lo más alto de su carrera de la mano de Luis Andoni Aduriz, prestigioso chef y dueño de restaurante Mugaritz, ubicado en la localidad guipuzcoana de Errenteria, al que se incorporó dos años antes de recibir el reconocimiento y del que fue jefe de bodega durante varios años. Mugaritz fue el impulso de su triunfo en el exclusivo mundo de los caldos, pero también su ruina. La Audiencia de Gipuzkoa ha condenado al exsumiller del Mugaritz a una pena de dos años de cárcel por apropiación indebida de botellas de vino de alta gama y deberá indemnizar a la sociedad propietaria del restaurante con la cantidad de 22.486,7 euros, el valor de las botellas que el tribunal considera probado que pertenecían a Mugaritz, pero que Cruz se las apropió y las vendió a terceros para su beneficio económico.

De hecho, la Fiscalía pedía una indemnización por valor de 31.854 euros, pero el tribunal no ha podido acreditar la propiedad de todas las botellas. La acusación particular elevaba la petición de indemnización a más de 57.000 euros. El tribunal afea en la sentencia a las acusaciones el hecho de que no haya sido ellas las que hayan demostrado la propiedad de las botellas: “ Debemos poner de manifiesto que llama la atención que no se haya practicado una pericial económica al objeto de determinar la vinculación o trazabilidad de las botellas vendidas por el acusado a terceros con las previamente adquiridas por el restaurante”. “El Tribunal ha tenido que proceder al examen y análisis de toda la documentación incorporada al procedimiento, documentación que se ha aportado de manera desordenada, ciertamente abigarrada y en ocasiones repetida”, lamenta.

Una vez realizadas dichas comprobaciones, el Tribunal considera probado que Guillermo Cruz vendió a terceros botellas de vino que eran propiedad de restaurante por valor de 22.487 euros. Unas botellas que, pese a que el exsumiller asegura que eran de su propiedad porque según aseguró en el juicio, se permitía comprar a los empleados, “no ha acreditado de ninguna manera que las botellas que vendió fueran de su propiedad”.

Tampoco acepta el tribunal que la venta de estas botellas fuera conocida por los dueños del restaurante. Una afirmación que considera “de naturaleza defensiva” y que “adolece de intrínseca inverosimilitud debido al elevado importe de casi todas las botellas”.

La pena de apropiación indebida al apreciarse “continuidad delictiva”, contempla una horquilla que va de un año, nueve meses y un día de prisión a tres años. El Tribunal opta por dos años por el valor de las botellas “unido al especial vínculo de confianza que existía entre el acusado y la empresa para la cual trabajaba desde hacía unos seis años y donde además desempeñaba el el cargo de jefe de sumillería”.

De hecho, durante el juicio, Aduriz relató que Cruz hacía y deshacía a su antojo en todo lo que tenía que ver con la bodega porque delegó totalmente en él esta tarea y que él, pese a ser el jefe, no estaba encima de los movimientos de todos los que trabajan en el engranaje de su restaurante. De ahí su sorpresa cuando otros empleados de la empresa le comunicaron sus sospechas de lo que estaba pasando: “Entré en shock cuando descubrí que vendía vinos del Mugaritz”, manifestó.

Cruz fue despedido de Mugaritz en enero de 2019 por unos “hechos graves” que en aquel momento no fueron hechos públicos. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, y después el Tribunal Supremo, admitieron como improcedente el despido de Guillermo Cruz, por considerar que el hecho de que el sumiller retirase botellas de gran valor de la bodega era una práctica conocida y consentida por la empresa, pero ese argumento no ha servido en este juicio.

El fraude lo destapó la persona encargada de la contabilidad de Mugala Innova, empresa gestora de Mugaritz, y que se ocupa del control de los inventarios. Ella dio la voz de alarma sobre la excesiva rapidez con la que estaban desapareciendo de la bodega vinos de alto valor del “cupo” del restaurante, es decir, las botellas asignadas por una marca de prestigio al restaurante, que tiene dos estrellas Michelin, que son de precios elevados y que los restaurantes no venden con facilidad porque les da prestigio tenerlos en la bodega. Entre estos vinos que faltaban estaba la botella '4.410' de La Romanée-Conti y otras de “la última añada” que no estaban incluidas en el listado de vinos que Cruz había propuesto que pasaran a venderse para maridaje. Botellas por las que se paga hasta 1.200 euros. A partir ahí se inició la caída del que fue el mejor sumiller de España.