Aplazado a octubre el juicio contra siete activistas que ayudaron a 36 migrantes a entrar en Francia con la Korrika
El pasado marzo, durante la Korrika, la carrera reivindicativa a favor del euskera organizada por Alfabetatze Euskalduntze Koordinakundea (AEK), que se celebra cada dos años en Euskal Herria, 36 personas migrantes cruzaron el puente que separa Irún de Hendaya sin pasar ningún control, como si de cualquier otro corredor se tratase. Tras el acto fueron detenidas siete personas y este martes iban a ser juzgadas en Baiona. La Fiscalía les acusa de un delito de “tráfico de personas” y de pertenencia “a organización criminal” y exige para ellas penas de hasta cinco años de prisión y multas de 30.000 euros. El juicio se iba a celebrar este martes, 28 de enero, pero se ha aplazado hasta el próximo 7 de octubre para que el tribunal pueda responder a las preguntas prejudiciales planteadas por los cuatro abogados que ejercen la defensa de los acusados. Las preguntas de la defensa irán a la Corte Europea de Derechos Humanos para que se despejen esas dudas constitucionales prioritarias, de ahí viene el retraso previsto hasta octubre.
Para denunciar lo ocurrido, cientos de personas salieron a la calle el pasado domingo y recorrieron la muga entre Irún y Hendaya tras una pancarta en la que se leía “J'accuse”, nombre de la campaña que han llevado activistas y organizaciones para “autoinculparse” por este hecho y que ya suma más de 3.500 firmas. “Esta acción fue asumida por decenas de agentes sindicales, sociales y políticos y con ella quedó claro que Euskal Herria demuestra que quiere ser un pueblo de acogida. Cada seis meses el Gobierno francés inventa una nueva excusa para cerrar la frontera. Así, establece controles racistas y persigue el proceso migratorio de miles de personas llenando este camino de obstáculos y muchas veces, condenándolas a morir”, aseguran los promotores de la campaña tras la cual se encuentran organizaciones como Amnistía Internacional o Irungo Harrera Sarea.
La frontera que separa España y Francia tiene una longitud de más de 656 kilómetros. En Euskadi, la última parada antes de ingresar en el Hexágono es el municipio guipuzcoano de Irún. Existen varias formas de cruzar la frontera: atravesando los puentes de Behobia y Santiago que van sobre el río Bidasoa, en barco desde Hondarribia hasta Hendaya o a través del monte que rodea ambos municipios. Cientos de personas cruzan a diario de Hendaya a Irún y viceversa por motivos laborales, sociales o, en el caso de pasar de Francia a España, en muchas ocasiones económicos, puesto que hay productos como algunos alimentos, la gasolina o el tabaco que son más baratos. La aparente pero falsa facilidad para cruzar esa frontera es la que esconde un mayor peligro para los migrantes que tratan de pasar por ella cada día, ya sea caminando por los puentes, por la montaña o, en el peor de los casos, cruzando el río a nado.
“Es conocido que en torno a Irún y Hendaya hay centenares de voluntarios comprometidos que organizan la solidaridad y hacen frente a las inhumanas políticas migratorias. Son personas activistas y comprometidas que defienden y dedican esfuerzo a construir condiciones de un tránsito seguro frente al acoso de las autoridades políticas. Sus leyes y la policías. Reivindicamos acabar con estas fronteras y tender puentes”, sostienen tras recordar que “son al menos nueve las personas que han fallecido en su proceso migratorio al cruzar la frontera del río Bidasoa” en los últimos años.
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