El Basque Culinary Center intenta aplacar la oposición vecinal a su segunda sede en Donostia

El Basque Culinary Center (BCC) calienta motores para iniciar las obras de su segunda sede en Donostia a mediados del mes que viene. El edificio del GOe (Gastronomy Open Ecosystem), que será una especie de templo de la innovación gastronómica y se ubicará en el barrio de Gros, pretende convertirse en un foco de atracción de talento, de emprendimiento y de innovación en torno a la gastronomía en abril de 2025, cuando se espera que esté ya operativo. “Un proyecto estratégico de futuro que generará riqueza y empleo para la ciudad, para el territorio y para el país”, dicen sus promotores. Pero ha chocado de plano con los vecinos. En Gros no quieren un edificio que atraiga talento gastronómico, quieren que se mantengan las zonas verdes de esa zona, o que se construyan viviendas con un coste asequible en una ciudad como Donostia, en la que poder acceder a un piso, ya sea de compra o de alquiler, es casi una misión imposible “y se está echando a la gente de la ciudad”, arguyen. El GOe nace con los que serán sus vecinos en contra. Por ello, con la concesión de los terrenos por parte del Ayuntamiento ya en la mano y a punto de licitar ya las obras, el Basque Culinary Center quiere aplacar la oposición vecinal.

En una reunión informativa celebrada este jueves en el auditorio del BCC, los máximos responsables del proyecto han explicado a los que se han acercado las bondades de las nuevas instalaciones para el barrio, haciendo sobre todo hincapié en que se mantendrá la 'huella verde' que ahora tiene la zona. “La cubierta del edificio será un parque en el que poder pasear, también con el perro”, dicen.

A la cita han acudido un nutrido grupo de vecinos de la zona y también de otros puntos de la ciudad pese a que desde la asociación Uliako Auzo Elkartea, que ha recurrido ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) el Plan de Ordenación del Ayuntamiento en el que se contempla la reparcelación urbana de esta zona, han decidido no acudir a la reunión. Su portavoz, Félix Soto, muy crítico con el proyecto, contra el que también han recogido más de 4.500 firmas en la plataforma Change.org, señala que ninguna explicación puede justificar este proyecto que supondrá 24 millones de euros públicos -18 del Gobierno vasco y 6 de la Diputación de Gipuzkoa, mientras el BCC pondrá dos,- además de las cesión de terreno por parte del Ayuntamiento, desoyendo lo que quieren los vecinos. Esta organización convocó un debate sobre el edificio el pasado miércoles al que “no acudieron desde el BCC ni desde el PNV ni desde el PSE-EE”, señala Soto. “Nosotros no vamos a su acto de propaganda”, zanja.

El hecho de que el nuevo edificio se vaya a levantar sobre el terreno de lo que ahora es un parque ha sido una de las principales quejas de las asociaciones que se han organizado en contra de proyecto. Por eso, junto a los máximos responsables del BCC ha participado en el encuentro el paisajista Iñigo Segurola, de la empresa Lur Paisajistak, que ha desarrollado el proyecto de GOe con el objetivo de mantener la huella verde actual.

Según ha explicado, se han identificado 15 árboles, de los cuales se prevén trasplantar el 80%, y 73 arbustos en distintos estados de conservación, “entre ellos algunos que no tienen viabilidad de crecimiento”. En colaboración con el Ayuntamiento de Donostia, se determinará la ubicación precisa de los árboles que se trasplantarán, primando siempre las zonas colindantes. Eso en cuanto a los árboles a trasplantar. En cuanto al proyecto en sí, se contempla la “reforestación de los espacios libres con variedades que respeten los condicionantes del lugar, reforzando su compromiso con la sostenibilidad”. Y la cubierta del edificio será un parque por el que poder pasear, “incluso con el perro”.

Pero esto no acaba de convencer a los vecinos, que en el turno de preguntas han criticado que vaya a desaparecer una zona verde para poner un edificio y han rechazado que una cubierta con arbustos y algo de verde puede compararse con el parque actual. En varias intervenciones se ha reconocido que la idea del edificio puede ser “brillante” pero “no la queremos en Gros”, han dicho, y han preguntado a Joxe Mari Aizega, director de Basque Culinary Center, el porqué de la razón de esa ubicación y no otra, aunque sin demasiado éxito, ya que Aiazaga se ha limitado a señalar que fue el ofrecimiento del Ayuntamiento. Y “nos pareció genial”, ha agregado.

El Ayuntamiento de Donostia aprobó el pasado mes de julio la cesión de la parcela en la que se ubicará el nuevo edificio como una cuestión “temporal”, por 75 años. “Tras ese periodo, tanto la parcela como el edificio revertirán al Ayuntamiento”, ha recordado Joxe Mari Aizega. “Durante este tiempo, Basque Culinary Center no podrá realizar ninguna operación jurídica con la parcela, puesto que su uso está destinado únicamente al propósito acordado”, se indica.

“La parcela cedida abarca 3.800 m² dentro de un subámbito urbanístico de 24.250 m² que se ha reordenado”, ha destacado, dando a entender que es una pequeña parte de un todo a modificar, y ha insistido en que desde el inicio del proyecto “se han tenido en cuenta las circunstancias y condicionamiento del entorno”. “La sostenibilidad del edificio y el respeto de la huella verde han constituido un elemento esencial en el concurso de ideas para la construcción del edificio”, señala. En este sentido, ha hecho hincapié en que “el proyecto ganador del estudio de arquitectura BIG, liderado por el arquitecto Bjarke Ingels, constituye un ejemplo de sostenibilidad y adaptación al terreno y mantiene todos los usos sociales y de esparcimiento actuales”. “El proyecto garantiza que la huella verde del nuevo edificio sea prácticamente la misma a la actual”, se abunda.

También han destacado ante los vecinos el impacto económico que ha generado el BCC, de 32,62 millones de euros “consolidando unos ingresos públicos entre 2011 y 2023 de 41,3 millones de euros”. “ Es decir, por cada euro invertido de dinero público se han generado 2,8 euros”, explican. Son unos resultados que, unidos a la “necesidad de seguir innovando y continuar atrayendo riqueza, suponen las bases de la creación de GOe”, ha señalado, presuponiendo que el nuevo centro será también otro foco de riqueza para la ciudad.

“Sí pero, ¿a mí este edificio qué me da? ¿de qué me sirve”, ha preguntado una de las asistentes. Tanto Aizega como Asier Alea, director de desarrollo global de Basque Culinary Center, y Begoña Rodríguez, directora de BCC Innovation, también presentes en el acto, se han empeñado en insistir en que se tratará de un proyecto abierto a la ciudadanía, pero las quejas se han centrado en lo que va a suponer este edificio para el barrio en el presente inmediato, no en la proyección que pueda tener para la ciudad en el futuro. “Me gusta el proyecto y que esté en la ciudad, pero sé los problemas que tiene el barrio, de aparcamiento, de vivienda, de saturación turística. No me siento convencido por lo que me cuentan, Si pudiera votar, votaría que no”, ha señalado otro de los asistentes.

“No hay pelotazo, aquí no se lucra nadie”

Aizega ha insistido ante los vecinos en que el Basque Culinary Center que forma parte del entramado universitario de Mondragon, no es una empresa privada ya que “se trata de una fundación, sin ánimo de lucro, que está declarada de utilidad pública y que está participada por tres instituciones públicas (Ayuntamiento de Donostia, Diputación Foral de Gipuzkoa y Gobierno vasco), empresas privadas, cocineros, una universidad (Mondragon Unibertsitatea) y un centro tecnológico”. “Además, la Fundación Basque Culinary está integrada en el sector público vasco, sujeta a la ley de contratos del sector público y al régimen de control del Gobierno vasco. Por lo tanto, tiene características más cercanas a lo público que a lo privado”, ha informado.

“No se trata de un 'pelotazo'”, ha señalado Aizega. “Porque aquí nadie se lucra ni obtiene beneficios particulares de esta fundación. Los beneficios que se pudieran generar se reinvierten en su totalidad en la Fundación y en sus actividades”, ha apostillado. En cuanto al aparcamiento, otra de las cosas que preocupaba a los vecinos por si se pudiera generar un exceso de tráfico, destaca que no existirá ninguna planta subterránea. “No va haber cuatro plantas de parking subterráneo, sino cuatro plazas para coches y 180 plazas de parking para bicicletas”.

La reunión de este jueves con los vecinos se ha llevado a cabo en el BCC, en el parque tecnológico de Miramon. “Porque queremos mostrar que todo lo que vamos a hacer ahora tiene como base lo que hemos conseguido después de todos estos años de funcionamiento del Basque Culinary Center”, argumentan. Pero ya a principios de noviembre se realizarán reuniones en el barrio: “Lo que queremos es informar debidamente a los vecinos”.