Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
Cuando Cospedal desautorizaba a Maroto por pactar con Bildu
Una de las primeras decisiones que adoptó Javier Maroto cuando llegó a la alcaldía de Vitoria fue pactar con EH Bildu. Y no fue por una cuestión menor: acordó paralizar las obras del auditorio impulsado por los socialistas en el mandato anterior y construir sobre el agujero de las obras la estación de autobuses de Vitoria. El actual número 4 del Partido Popular le debe a EH Bildu su principal logro durante sus años de alcalde en la ciudad.
Aquel acuerdo no fue algo pasajero y le sucedieron otros. Citando al propio Maroto cuando habla de Albert Rivera y el PSOE, el PP en Vitoria le ponía ojitos a EH Bildu siempre que fuera necesario, que era en bastantes ocasiones. Cualquiera podía encontrarse a concejales del PP reunidos con los pérfidos ediles de Bildu, o a la secretaria de Maroto llamando al portavoz de los separatistas para que subiera a su despacho para cambiar opiniones sobre tal o cual asunto. El PP de Maroto llegó incluso a apoyar una propuesta –muy de soviets– para aumentar el Impuesto de Actividades Económicas a las empresas que facturan más de dos millones de euros. A Bildu le venía bien para su discurso; a Maroto le venía bien para conseguir ingresos. Se entendieron.
Durante la mayor parte del mandato de Maroto en Vitoria –salvo el último año que fue el Royal Rumble de todos contra el PP– este fue el pan de cada día: discusiones agrias pero también entendimiento. Es más, para el actual vicesecretario del PP los 'bildus' estaban delante del PSOE en el ranking de interlocución en el Ayuntamiento de Vitoria. “A nosotros ni nos han llamado, están hablando con el PNV y Bildu”, se resignaban los concejales socialistas .
Este acercamiento no era algo que se hiciese –cito de nuevo a Maroto– en un cuarto a oscuras. El vicesecretario sectorial del PP defendía en público que tras el abandono del terrorismo por parte de ETA, Euskadi vivía un nuevo tiempo e intentaba convencer a sus compañeros de Madrid de que Bildu no era ETA –esto también lo sostenía Borja Sémper, presidente del PP en Guipuzcoa–, y respondía a los periodistas que “la izquierda abertzale tiene pasos pendientes que dar, pero se puede ir a decírselo”.
“Yo he tenido el coraje de pactar con ustedes”, le dijo Maroto a uno de los portavoces de EH Bildu durante las negociaciones de los presupuestos de 2013. “No hay ningún inconveniente para el acuerdo, el acuerdo es bueno. Hay municipios en Euskadi en los que, aunque PP y Bildu coincidan en sus prioridades, no votan juntos. Y esto nos hace distintos en Vitoria. A lo mejor es cuestión de talante”. Y añadía: “No me tiemblan las piernas para llegar a acuerdos con nadie. Y creo que eso es bueno. Ojalá sucediese en más foros. Ojalá cundiese el ejemplo”.
En una entrevista a El Correo en septiembre de 2012 Maroto sostenía que el PP había aprendido que es más útil a los vascos saliendo de las trincheras. Y sobre los pactos con EH Bildu, explicaba: “Los políticos que no entiendan en este momento la necesidad de abrir puentes, que solo se puede ser útil en la política hablando entre diferentes, los que no entienden esto, quizá no deberían estar en la política de hoy”:
Maroto incluso contaba la anécdota de su peluquera que votaba a Bildu para sostener su posición de diálogo con la izquierda abertzale.
¿Imagináis qué pasó después? Pues lo que le ha pasado a Arantza Quiroga por pretender algo parecido en el Parlamento vasco. Primero se le echaron encima los tertulianos de ultracentro y luego su partido le llamó al orden. “Cospedal desautoriza a Sémper y a Maroto por postular pactos con Bildu”, titulaba El Mundo en enero de 2013: la secretaria general del PP contestó a Maroto que la postura del partido no había cambiado “en absoluto”.
Sin embargo, Maroto no se achantó y a pesar de las censuras públicas y las presiones en privado, mantuvo su discurso pragmático y dialogante. Lo mantuvo hasta que empezó su carrera política en la cúpula del Partido Popular en Madrid (ironías de la vida, una próspera carrera política nacional que inició gracias a la tozudez de EH Bildu en descabalgarle del poder en Vitoria).
Una vez cruzado el Ebro, las cosas empezaron a cambiar muy rápido y, desde que invita a Rajoy a su boda y sale en los telediarios, Maroto no se ha apartado un milímetro de los argumentarios que reparten en Génova con el desayuno. Ahora se dedica a tuitear apresurado que Podemos ha coincidido en una votación con EH Bildu, o a acusar al PSE de hacerle el juego a la izquierda abertzale en Vitoria. En lo relacionado con la cuestión vasca, este nuevo Maroto no tiene mucho que le diferencie respecto a los Hernando o Fernández Díaz de turno. La mutación se ha completado y la ambición ha vencido a los principios.
El último episodio ha sido la desautorización de Arantza Quiroga por proponer un acuerdo sobre convivencia en Euskadi con todos los partidos, incluida la izquierda abertzale. La dirección del PP –también Maroto según cuenta Reviriego en El Correo– presionó a Quiroga y la forzó a retirar la iniciativa. La presidenta del PP vasco ha dimitido y se retira de la política.
En su despedida, Quiroga afirmó (y disculpad la extensión pero merece la pena, cortesía de Jurdan Arretxe): “Efectivamente, se me pidió la retirada y yo, por supuesto, que lo hice. El motivo principal que di, que había sido la reacción de Bildu lo que había motivado ese guirigay de ese momento, no es justo decir que solo es achacable a eso. Hubo también otros posicionamientos, hubo cierta portada de algún periódico falsa que ayudó a generar movimientos que... yo los comprendo, pero cuando lo que está en juego es una iniciativa para que este país pueda empezar a poner por fin las bases de la convivencia, doy por bien hecho todo lo que hice. Hay que ser honesto: cuando uno cree que hay que hacerlo, yo estoy aquí como estuve durante muchos años para vencer el terrorismo y para que mis hijos no tengan que vivir lo que vivimos nosotros. Esto queda muy bonito en un discurso, pero eso hay que llevarlo a término, a una iniciativa”.
¿A que suena mucho a Maroto antes de pillar el Alvia a Madrid?
Maroto ha pasado de ser un verso suelto del PP a meter en vereda a los versos sueltos del PP. Antes Vitoria estaba por encima de todo; ahora es el partido el que está por encima de todo. El propio Maroto lo decía antes de mutar, cuando le preguntaban por su interlocución con Bildu: “A lo mejor es que no se entiende en Madrid pero es que yo soy vasco”. Pues eso, él ahora está en Madrid, con Alfonso Alonso e Iñaki Oyarzábal. Y Arantza Quiroga ha tenido que abandonar la política.
Sobre este blog
Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.