Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
Estimado Felipe de Borbón y Grecia
Estimado Felipe de Borbón y Grecia:
Le escribo estas líneas tras escuchar con enorme interés pero también con honda preocupación el discurso que pronunció usted durante la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Desde el más reverencial de los respetos me veo en la obligación de advertirle que algunas de sus afirmaciones contradicen el curso de los acontecimientos en España. No le culpo por ello. Tradicionalmente, la enclaustrada vida palaciega ha sido un obstáculo para acceder a la información. Y, en demasiadas ocasiones, internet se cuelga.
En su discurso señalaba usted con optimismo que “todas las instituciones sociales, públicas y privadas se están volcando con los que más sufren y más necesitan”, sin embargo, el Gobierno de la Nación (una institución pública) ha aumentado los impuestos a los ciudadanos mientras ofrecía amnistías fiscales a los defraudadores. Y varias entidades financieras (públicas y privadas) siguen desahuciando a algunos de los que “más sufren”. Por otro lado, la CEOE (una institución privada o social, no lo tengo muy claro) se está volcando en que el Gobierno atienda sus demandas y el Gobierno se está volcando en atenderlas. Gracias a este vuelco mutuo, hay empresas que están despidiendo trabajadores a pesar de obtener beneficios económicos. Súmele a todo esto el copago en medicamentos contra el cáncer, el desmantelamiento de la cooperación al desarrollo, el hachazo a la Ley de Dependencia... El Consejo de Europa cree que los recortes en España degradan los derechos humanos y conducen al país a un “preocupante incremento de la pobreza”. Podría seguir poniéndole ejemplos en los que el interés de algunas instituciones públicas y privadas en España no coincide con el interés general del país, pero quiero detenerme en otros puntos de su discurso.
“Los hombres y mujeres de España han hecho frente con gran coraje a la adversidad y han mostrado una capacidad de sacrificio fuera de toda duda”. Me temo que usted ha utilizado la palabra sacrificio en un significado cercano al de “acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor”, pero hay otra acepción de la RAE para la palabra sacrificio que explica mejor lo que está ocurriendo en España: “Operación quirúrgica muy cruenta y peligrosa”. Por tanto, hubiera sido más acertado decir lo siguiente: “Los hombres y mujeres de España han mostrado una capacidad fuera de toda duda para que los abran en canal con un par de chupitos de whisky como anestesia”. Por supuesto, sé que un miembro de la Familia Real no puede expresarse en estos términos, pero usted me entiende y yo me entiendo. Prosigamos.
“Muchas veces nos olvidamos de que el activo más sólido –el activo de mayor valor con el que contamos– es precisamente nuestra gente”. Esto depende de qué gente. Si tomamos como referencia el Consejo de Ministros o el Ibex 35, no me haría muchas ilusiones. Es más, si el activo más sólido del país somos la gente, ¿por qué persistimos en elegir la mayoría de las veces a gobernantes ineptos o corruptos? Es sólo una intuición pero creo que el problema precisamente somos nosotros. La gente.
“La sociedad española ha sido capaz de integrar en su seno a personas de diferentes religiones, lenguas y costumbres”. No lo tengo muy claro. Según Metroscopia, no ser blanco multiplica hasta por diez las posibilidades de una identificación policial. Y el Gobierno, ante la indiferencia general de la ciudadanía, ha retirado la cobertura sanitaria a 900.000 inmigrantes, entre ellos, a Alpha Pam, un senegalés de 28 años que murió de tuberculosis por no tener tarjeta sanitaria. Sin olvidar que una de las frases más escuchadas en España es “yo no soy racista, pero”.
“La sociedad exige una reflexión rigurosa para nunca más volver a caer en errores y excesos inadmisibles”. Los medios de comunicación han interpretado esta frase como una referencia implícita al clima de corrupción creciente en las élites del país y en la Casa Real en particular. Creo que hubiera sido mucho más certero sustituir la palabra “reflexión” por la de “justicia” (entendida la justicia como aquella en la que los jueces no son influenciables y la fiscalía no ejerce de abogado defensor de los presuntos corruptos). Dios me libre de entrometerme en sus problemas familiares, pero calificar de exceso o error (por muy inadmisible que sea) que, por ejemplo, la infanta Cristina elaborara facturas falsas para engañar a Hacienda es bastante benévolo por su parte. Error es ponerse en la cola más larga del supermercado y exceso es repetir cordero sin haber tomado almax antes. El resto son presuntos delitos que deberían ser juzgados además de reflexionados. Disculpe que suba el tono en esta cuestión. Leo demasiados periódicos.
Espero que mis palabras le hayan servido de inspiración para futuros discursos y no dude en ponerse en contacto conmigo para cualquier aclaración.
Atentamente, un súbdito más del Reino de España.
Estimado Felipe de Borbón y Grecia:
Le escribo estas líneas tras escuchar con enorme interés pero también con honda preocupación el discurso que pronunció usted durante la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Desde el más reverencial de los respetos me veo en la obligación de advertirle que algunas de sus afirmaciones contradicen el curso de los acontecimientos en España. No le culpo por ello. Tradicionalmente, la enclaustrada vida palaciega ha sido un obstáculo para acceder a la información. Y, en demasiadas ocasiones, internet se cuelga.