Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
La realidad oculta de las torturas en España
“Toca poner sobre la mesa este problema,
existen casos que son documentables“
Pau Pérez, psiquiatra del hospital de La Paz
Hablar de las torturas en Guantánamo es sencillo. Hacerlo de las vulneraciones en Abu Ghraib, también. Pero a medida que las torturas se nos va acercando a casa, la indignación se va difuminando y el silencio comienza a extenderse entre los medios de comunicación y la opinión pública. En España, la mayoría de las veces, la denuncia de las torturas policiales ha sido patrimonio de las víctimas y de algunos activistas de los derechos humanos a los que se terminó tachando de proetarras.
Sin embargo, los hechos demuestran que las torturas en España no son algo excepcional. A pesar de las reiteradas llamadas de atención de organizaciones de derechos humanos y de organismos internacionales como las Naciones Unidas, las autoridades siguen sin poner en funcionamiento medidas eficaces que limiten los maltratos policiales. España ha sido condenada en varias ocasiones por no investigar las denuncias de torturas, y la Audiencia Nacional ha llegado a excluir recientemente las declaraciones autoinculpatorias en comisaría de varios jóvenes por presumir que fueron obtenidas por la fuerza.
El silencio, en todo caso, se va rompiendo poco a poco. En especial, por la atención que se ha prestado a los casos de miembros de movimientos sociales maltratados por la Policía en los últimos años, o por las denuncias del sufrimiento de personas extranjeras en los CIEs y otros centros de detención.
Pero el ninguneo ancestral en España a las torturas policiales ha provocado que no existan demasiados informes científicos y médicos sobre las consecuencias de estos maltratos, la credibilidad de las denuncias o el 'modus operandi' de los torturadores.
Para cubrir este hueco, la asociación de derechos humanos Argituz, liderada por el expresidente de Amnistía Internacional en España. Andrés Krakenberger, junto a otras organizaciones se propusieron analizar casos de torturas denunciadas por ciudadanos vascos, aplicando el Protocolo de Estambul, una serie de directrices internacionales respaldadas por la ONU y otros organismos, para investigar y documentar de forma eficaz las torturas.
De los 45 casos estudiados entre 1982 y 2010, la mayoría eran personas detenidas por pertenecer a organizaciones políticas o sociales de la izquierda abertzale. También hay casos de otros movimientos y dos de las personas fueron acusadas de pertenecer a ETA. Las policías denunciadas son la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Ertzaintza.
Tras contactar con una treintena de psicólogos y psiquiatras de distintas asociaciones profesionales, pusieron en marcha un sistema de duplas: las entrevistas y exploraciones fueron realizadas por un psiquiatra local en equipo con un segundo profesional de otra comunidad autónoma que no fuera el País Vasco. Y, posteriormente, los resultados fueron revisados por la International Rehabilitation of Torture Victims.
El informe –que este miércoles ha sido presentado en el Parlamento vasco– fue reconocido por diversas ONGs y viene avalado por el relator especial de la ONU sobre la tortura, Juan Méndez, y el relator especial de la ONU sobre la promoción y protección de derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo, Ben Emmerson.
¿Y qué dice ese informe? Dice que las torturas están acreditadas: “La mitad de las personas peritadas merecen el máximo nivel de credibilidad, la tercera parte son consideradas como 'muy consistentes' y un 15% simplemente como 'consistentes'”, afirma el informe.
El estudio ha permitido conocer que existen elementos comunes en las técnicas usadas por las distintas policías. Los maltratos físicos están a la orden del día, pero han sido gradualmente sustituidos por otras técnicas que no dejan marcas como la bolsa, vejaciones sexuales, desnudez forzada, ejercicio físico hasta la extenuación, humillaciones... y, en especial, las técnicas que buscan el derrumbamiento psicológico del detenido como la culpabilización respecto a la familia o el uso de información engañosa.
Hay muchos testimonios y el documento es muy extenso pero estos son algunos de los detalles que se incluyen en él.
1. Ritmo sueño-vigilia
1. Ritmo sueño-vigiliaEn la mayoría de los casos, los detenidos no durmieron nada, porque la policía se lo impidió gritándoles y obligándoles a mantenerse de pie o en determinadas posturas, y también por el propio estado de ansiedad provocado por el arresto.
“Apenas dormiÌa, la mayoriÌa del tiempo (los tres primeros diÌas) dejaban la luz encendida y veniÌan y abriÌan la ventanilla o daban golpes en la puerta para que me pusiese de pie.”
“VeniÌan, tocaban la puerta (de la celda) y deciÌan –hija de puta, que no puedes dormir–.”
2. Posturas forzadas y ejercicio extenuante
2. Posturas forzadas y ejercicio extenuanteAlgunos de los denunciantes comentan que se les obligaba a estar de pie durante horas en la celda. O en posiciones absurdas. También eran comunes las sentadillas o flexiones hasta terminar físicamente derrotados.
“Me hicieron hacer sentadillas, golpes en la cabeza, siempre con la braga [prenda de lana para el cuello] en la cabeza, y de vez en cuando me bajaban los pantalones y los calzoncillos, con intencioÌn de humillarme. (...) Recuerdo la sensacioÌn de la bolsa, de no poder respirar, haciendo sentadillas, caiÌ al suelo dos veces, aunque no llegue a perder el conocimiento... lo recuerdo bastante largo, aunque asiÌ contado pueda parecer corto.”
“Sentadillas, bajar y subir, bajar y subir hasta que me caiÌa y me levantaban a tortazos y otra vez... cuando me caiÌa me cogiÌan y me empotraban contra la pared.”
“Esa noche se me hizo eterna. Yo deciÌa «se tiene que acabar». Era estar de cuclillas o de rodillas, y ese dolor. Yo deciÌa «a miÌ se me van a desgarrar los muÌsculos» (...) De cuclillas manteniendo el equilibrio, y cuando me caiÌa no me dejaban sentarme sino de rodillas. Pero aun asiÌ, de rodillas tambieÌn se te reventaban las piernas. Si caiÌas, te pegaban; si no aguantabas, te pegaban.”
3. La bolsa
3. La bolsa
Aunque algunos detenidos relatan golpes en la traquea que les dejaban sin respiración, el método de tortura más común según el informe es el uso de una bolsa, de basura o de otro tipo, con la que se asfixiaba a los detenidos.
“Me pusieron aquella bolsa sobre la capucha, que todaviÌa era maÌs horrible porque se me metiÌa en la boca el plaÌstico de la bolsa y la lana, y me ahogaba. Apretaban la boca, la agarraban con las manos, perdiÌa el conocimiento. Me deciÌa «¡como vomites te lo comes!» (...) No vomiteÌ [con la bolsa], pero siÌ que sentiÌa nauseas. Hubo un momento en que me meeÌ. Estaba vestida”
“Lo de la bolsa muchas veces piensas que es una cosa de peliÌculas, que eso en la realidad no pasa. Te poniÌan la bolsa y la tensaban, entonces tuÌ coges aire y el aire de la bolsa lo vas consumiendo y la bolsa se mete a la boca. (...) En un momento uno de ellos estaba fumando y me tiroÌ el humo dentro y fue todo esto (se senÌala la garganta) quemado”.
4. La bañera
4. La bañeraEl método de la bañera consiste en meter la cabeza de la persona en un recipiente lleno de agua. En la mayoría de los casos estudiados no se llegó a realizar pero los testimonios señalan que se usó como amenaza mediante gritos de otras víctimas y ruidos de fondo de grifos.
“«Mira tiÌo, estamos llenando la banÌera, ya veraÌs como no vas a poder romper la bolsa, porque no hay bolsa, «¡Me cago en la puta! Que no va bien el grifo y cae poco agua y estaÌ tardando demasiado, mientras se llena vamos a ponerte maÌs bolsas» (...) No es que lo pensara, es que estaba convencido de que despueÌs de la bolsa tocaba banÌera, convencidiÌsimo, no teniÌa ninguna duda, eso me lo creiÌ hasta dentro. Y yo ya me veiÌa con la cabeza dentro de la banÌera. Me daba igual ir a la caÌrcel, a la calle o a cualquier lado, solo queriÌa que dejara de ponerme bolsas en la cara.”
5. Simulacros de ejecución
5. Simulacros de ejecuciónLos denunciantes relatan haber sufrido amenazas de muerte y, en algunos casos, ejecuciones simuladas.
“En el interrogatorio, un guardia civil que estaba colocado detraÌs de miÌ, empezoÌ a hacer ruido con una pistola, me deciÌa que me iba a disparar en la cabeza, que me iba a matar. Me preguntoÌ queÌ pensaba, que si tendriÌa balas o no... colocoÌ la pistola a la altura de mi cabeza y disparoÌ en dos ocasiones. Las dos veces sonoÌ un clic. Este interrogatorio fue muy duro.”
6. Golpes y dolor físico
6. Golpes y dolor físicoEl informe detalla que son golpes con una frecuencia constante, realizados de forma que no dejan marcas y que pueden desarrollarse durante horas con uno o más policías alternándose. Suelen usarse listines telefónicos, libros o periódicos enrollados. En algunos casos, los detenidos denuncian que fueron envueltos en mantas o colchonetas. Otra forma de no dejar marcas.
“Yo estaba sentada en una silla y eÌse se puso delante de miÌ y detraÌs otro, bastante joven que me daba mucho miedo. Se puso detraÌs y entonces era una pregunta y un golpe. El que teniÌa delante me pegaba en la cara y el que teniÌa detraÌs en la cabeza. (...) Era todo el rato una pregunta, un golpe. Una pregunta, un golpe. Las preguntas me las haciÌa el que estaba delante y ese me pegaba en la cara y el de atraÌs en la cabeza.”
“Golpes directos me pegaron muy pocos, me imagino que por el miedo de dejarte marcas, porque te das cuenta de que te estaÌn machacando y que no tienes un rasgunÌo. (...) TuÌ estaÌs de pie, desnudo todo el rato y los golpes eran un golpe en la cabeza y uno en los testiÌculos, uno en la cabeza, uno en los testiÌculos...siÌ notas que te pegan en sitios donde no te dejan marca porque yo acabeÌ con los testiÌculos hinchados y la cabeza como un bombo pero realmente en la cabeza no se te ve nada. (...) Preguntas, golpes... es continuo. El orden digamos que es muy parecido a lo que hizo la Ertzaintza.”
“TambieÌn recuerdo que me enrollaron en un colchoÌn, me tumbaron en el suelo, se tumbaron encima de miÌ y me pusieron de nuevo la bolsa. Con el colchoÌn al final estaÌs inmovilizado, te entra agua por dentro del colchoÌn y estaÌs sudado, entonces te dan como escalofriÌos o calambres...es una mezcla de calor, friÌo, no poder respirar... praÌcticamente es eso lo que te estaÌn haciendo durante cinco diÌas.”
7. Los electrodos
7. Los electrodosComo con la bañera, el informe explica que es más una escenificación de la tortura para infundir terror que la aplicación de las descargas.
“Se oye BZZZZZ y se va la luz (...) y empezoÌ a ser maÌs duro (...) me llevaron a una sala donde se supone que teniÌan los electrodos, me enchufaron a los pezones los cables y se oiÌan las bateriÌas, no me hicieron descarga pero siÌ el amago, deciÌan que se habiÌa acabado la bateriÌa, me pusieron los cables ahiÌ (...) para eso me mojaron mogolloÌn. (...) Me pusieron los cables ahiÌ y me daba un paÌnico lo de los electrodos...estaba temblando... me estaban manteniendo en pie ellos por detraÌs, yo ni siquiera podiÌa.”
8. Violencia y vejaciones sexuales
8. Violencia y vejaciones sexualesLos insultos, las burlas y las amenazas recogidas en el informe son constantes. También hay tocamientos y afirman que se les obliga a adoptar posturas humillantes. Están parcial o totalmente desnudos. Se citan simulacros de violación amenazando con un palo o lubricantes. En tres de los casos denuncian haber sufrido la violación.
“Siempre desnuda de cintura para arriba. (...) Todos los interrogatorios eran siempre de cintura para arriba desnuda. (...) Que si estabas buena, que si no estabas buena, que me estaÌs poniendo... que te voy a follar aquiÌ mismo, lo que pasa que estaÌs con la regla y estaÌs muy cochina, y ... no, con lo gorda que estaÌs seguramente no te folla cualquiera. Tocamientos de los pechos continuamente... cochina, cerda.”
“Estaba yo desnuda con la bolsa en la cabeza, (...) me ponen ahiÌ a 4 patas, me echan vaselina o no seÌ lo que me echan en el culo y empieza a darme por la espalda con una escoba. SeÌ que es una escoba porque me pasaban el palo pero tambieÌn el otro lado, [por eso] seÌ que era una escoba. Estando a cuatro patas me empiezan a decir que me mueva como cuando follo, «puta, zorra...», no se queÌ... me acercan el palo al culo...resbala con la vaselina, ahiÌ andan un rato, y ahiÌ pierdo un poco el control, me puse a gritar, muy mal vaya. (...) Me sentiÌa fuera de control (...) que no podiÌa, con eso no podiÌa. (...) Luego esto lo repitieron varias veces, lo hicieron tambieÌn con la mano, con un guante, con los dedos.”
9. La declaración
9. La declaración Según el informe, los interrogatorios siguen hasta que la policía cree que ha llegado el momento de realizar una declaración, que debe ser memorizada.
“Ya sabiÌan ellos que ya estaba ganada. (...) Luego estuvimos preparando la declaracioÌn policial que me deciÌan las preguntas y las respuestas, las van repitiendo como para que las aprendas. (...) Recuerdo que cuando estaÌbamos con eso oiÌa muÌsica en la cabeza y la cantaba, muÌsica que me gustaba. Justo me acuerdo que estaba cantando una cancioÌn de La Mala RodriÌguez que estaba a punto de salir su disco (...) yo ahora lo veo y digo coÌmo se te va la olla cantando alliÌ, no se (...) me deciÌan ¿queÌ haces, estaÌs cantando? Y yo cantando bajito”.
“Quitando el uÌltimo diÌa que se quieren hacer amigos tuyos, eÌsa es la sensacioÌn que me dio. Yo creo que es un rollo psicoloÌgico de decir estaÌn cuatro diÌas machacaÌndote y el quinto diÌa... como para irte con buen sabor de boca. Como para decir, «jo, pues no son tan malos». Te deciÌan que eres tuÌ el que les estaÌs obligando a funcionar asiÌ, deciÌan «¡a ver si te piensas que me gusta hacer lo que estoy haciendo!» yo les deciÌa que siÌ y se mosqueaban mucho y el uÌltimo diÌa eso, quieren que comas, que te duches. El uÌltimo diÌa se metieron seis de los que me habiÌan interrogado en una sala a hablar, a ver queÌ tal estaba... yo creo que es un rollo para que quede que al final no son gente tan... tan mala gente... no terminaba de entender... parece que se estaÌn preocupando y dices... es muy fuerte. Una cosa muy extranÌa.”
10. Los exámenes de los médicos forenses
10. Los exámenes de los médicos forensesEl Protocolo de Estambul establece que el detenido seraÌ presentado al examen meÌdico forense por funcionarios que no pertenezcan al ejeÌrcito ni a la policiÌa, y que el examen deberá realizarse en privado y con el tiempo suficiente para generar la confianza necesaria en el arrestado. A este respecto, hay muchas deficiencias.
“Antes de subir los policiÌas me habiÌan advertido que no le diriÌa nada, que dijese que el trato era correcto porque si no las consecuencias seriÌan muy malas para miÌ, que lo iba a pasar muy mal.”
“Cada vez que me subiÌan donde ella me advertiÌan que no le debiÌa decir nada. (...) Me preguntoÌ sobre el trato y no le contesteÌ.”
“Pasamos por delante del forense sangrando, y me deciÌa: ¿EstaÌs bien? Claro, con una puerta abierta y dos guardias civiles miraÌndote. Entonces al forense le haciÌas asiÌ [gesto levantando los hombros] Sí...”
“Te haciÌa cuatro preguntas rutinarias: si estaÌs bien. Yo le deciÌa lo que haciÌan, ¿eh...? TeniÌa la jerga; la conociÌa perfectamente: la bolsa. Lo apuntaba. Yo no seÌ queÌ apuntaba... «¿Te duele algo? », me preguntaba. «¿Quieres que te tome la tensioÌn? » Yo no entendiÌa. Le deciÌa que teniÌa unas agujetas que me moriÌa, de las sentadillas; que casi me ahogo con la bolsa... ¿Y me quieres tomar la tensioÌn...? EstaÌ claro que eÌl formaba parte de eso y sabiÌa lo que estaba pasando, y no me iba a ayudar en nada, porque tomarme la tensioÌn no iba a demostrar lo que yo le estaba diciendo.”
“Eran las diez de la noche y a las ocho de la manÌana iÌbamos a la Audiencia Nacional. Se habiÌa terminado todo. Me llevaron a la forense, cerramos la puerta, y le dije: el informe que vas a hacer ahora de lo que yo te cuente, ¿cuaÌndo lo van a leer estos? Me dijo que ya no les daba, que eran las once de la noche y que al diÌa siguiente a primera hora de la manÌana se lo presentaba al juez. Entonces le conteÌ la verdad. Y la propia meÌdico me deciÌa que hablara maÌs bajo mientras le relataba el trato recibido.”
“Conmigo el forense se portoÌ muy bien, estuve dos o tres veces, teniÌa un rostro demacrado, estaba impresionado por el estado fiÌsico que teniÌamos. AdemaÌs siempre le deciÌa que estaba bien, que no necesitaba nada, pero eÌl me ofreciÌa pastillas, yo no le dije nada de lo que estaba pasando, por miedo, los guardias civiles estaban escuchando en la puerta.”
“PaseÌ por el forense (...) yo le dije que me doliÌa el cuello. TeniÌa miedo, no queriÌa decirle que me habiÌan hecho eso, porque los guardia civiles estaban detraÌs y me habiÌan amenazado si deciÌa algo, ademaÌs no cerraron la puerta, y me podiÌan oiÌr, asiÌ que le dije que me doliÌa el cuello, a ver si me lo podiÌa mirar.”
“Toca poner sobre la mesa este problema,
existen casos que son documentables“