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Amoríos presupuestarios

Me siento a leer en la prensa las noticias sobre la presentación del proyecto presupuestario para nuestra ciudad elaborado por el gabinete municipal con un bol repleto de palomitas, dispuesta a ver una de esas pelis de las que ya te sabes el final. Recuerdo que, cuando ejercía el periodismo a tiempo completo, teníamos el año repartido en hitos que se repetían cada temporada. Y uno de ellos era el tejemaneje que se urdía desde la presentación del proyecto de cuentas hasta la firma final. No han cambiado mucho las cosas desde entonces, por lo que veo.

En esta ocasión, me divierto leyendo acerca de los amoríos entre el PP y el PNV. Ambos partidos en el Consistorio saben que se repartirán el pastel de las cuentas municipales pero está en su deber escenificar el cortejo antes de estampar la firma final, no vaya a ser que los votantes descubran su affaire antes de tiempo. Y, aunque la política nunca deja de sorprendernos, opino que el guión de este sainete me ha decepcionado un poco por su escasa originalidad. Será que el equipo de Javier Maroto tiene últimamente muchos fuegos que apagar y no cuenta con el tiempo suficiente como para elaborar algo más novelesco, con incógnitas, misterios, secretillos y amor a raudales.

Se me ocurren muchos símiles, pero voy a quedarme con uno que me encanta. Seguro que conocen a Pimpinela, dos hermanos argentinos que acaban de cumplir 30 años escenificando a través de las letras de sus canciones las alegrías y amarguras del amor de novios. El PP y PNV municipales parecen los protagonistas de uno de sus temas más conocidos y titulado Olvídame y pega la vuelta. Les cuento. El gabinete de Javier Maroto ha presentado un proyecto presupuestario en el que ha pegado un hachazo a todo lo referente a las políticas sociales, de empleo y de cooperación. Algunos dirán, hombre, esto no es muy raro viniendo de la derecha neocona. Cierto. Pero, y esto lo dijo el propio concejal nacionalista Alvaro Iturritxa, pareciera que los populares de han dejado a los jeltzales un documento con líneas en blanco para rellenar con sus peticiones.

La oposición en pleno criticó unas cuentas que, además, pretenden cuadrarse con los beneficios de sociedades públicas como Amvisa. Sin embargo, quien realmente cortará el bacalao en las próximas semanas serán los mismos dos partidos que en 2013 y 2014 llevaron de la mano las cuentas de la ciudad con unos prolegómenos similares, esto es, PP y PNV. Y su cortejo previo en comparecencias y medios, parafraseando la letra de tan conocida canción, está siendo más o menos así:

PNV: ¿Quién es?

PP: Soy yo

PNV: ¿Qué vienes a buscar?

PP: A ti

PNV: Ya es tarde…

Y bla bla bla. Al final, como en una peli de súper amor, se reconciliarán y seguirán juntos. Y, seguramente, esto será lo que suceda con las próximas cuentas municipales. Los jeltzales saldrán (ya lo están haciendo) gritando a los cuatro vientos que los ramos de flores y los bombones no son suficientes. El PP seguirá haciéndoles cariñitos e intentando seducirles, hablando de ellos como sus socios presupuestarios. Hasta que, finalmente, el PNV rellene esas famosas casillas que además reafirmarán la imagen ante la ciudadanía de su preocupación por el ámbito social (que las elecciones están muy cerca) y, tras un besito simbólico entre ambos en rueda de prensa, tendremos cuentas para el año que viene.

Contado así, lo sé, es muy triste. Y llevan razón. Es triste que el dinero que sirve para que la ciudad funcione, avance, se tropiece, se levante y siga adelante se convierta en el argumento de una película política cutre. Pero es incluso más triste que las partidas destinadas a los sectores más castigados por la crisis sean las que se utilicen para negociar en este juego de trileros. Esto es lo que hay. Como que los partidos municipales no se hayan apretado el cinturón ni un ápice y la partida para sus gastos se mantenga intacta. Que aquí pecamos todos.

En fin, si me permiten un consejo y se aburren como yo leyendo estas noticias con final más que predecible, acérquense a Salburua en la época de los cortejos y verán cuanto tienen que aprender nuestros gobernantes de un auténtico seductor como, por ejemplo, el somormujo lavanco. Él sí que sabe conquistar.

Me siento a leer en la prensa las noticias sobre la presentación del proyecto presupuestario para nuestra ciudad elaborado por el gabinete municipal con un bol repleto de palomitas, dispuesta a ver una de esas pelis de las que ya te sabes el final. Recuerdo que, cuando ejercía el periodismo a tiempo completo, teníamos el año repartido en hitos que se repetían cada temporada. Y uno de ellos era el tejemaneje que se urdía desde la presentación del proyecto de cuentas hasta la firma final. No han cambiado mucho las cosas desde entonces, por lo que veo.

En esta ocasión, me divierto leyendo acerca de los amoríos entre el PP y el PNV. Ambos partidos en el Consistorio saben que se repartirán el pastel de las cuentas municipales pero está en su deber escenificar el cortejo antes de estampar la firma final, no vaya a ser que los votantes descubran su affaire antes de tiempo. Y, aunque la política nunca deja de sorprendernos, opino que el guión de este sainete me ha decepcionado un poco por su escasa originalidad. Será que el equipo de Javier Maroto tiene últimamente muchos fuegos que apagar y no cuenta con el tiempo suficiente como para elaborar algo más novelesco, con incógnitas, misterios, secretillos y amor a raudales.