Este blog pretende ser la primera ventana a la publicación de los futuros periodistas que ahora se están formando en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV/EHU. Son las historias que los propios estudiantes de periodismo proponen a nuestros lectores.
“Con la película 'La trinchera infinita' vamos a dar un triple salto mortal”
Es la una de la tarde en California y las diez de la noche en Vitoria, se establece la conexión y en la pantalla del ordenador aparece uno de los directores vascos del momento, el donostiarra Jon Garaño. Su último largometraje ha cosechado diez Goyas y no ha sido el único éxito de su trayectoria. Una carrera que continúa con un nuevo proyecto que verá la luz en 2019, ‘La trinchera infinita’.
Estudió Periodismo y Publicidad en la Universidad del País Vasco y cine en Urnieta. ¿Por qué decidió apostar por el cine?
Realmente estudié Periodismo porque en ese momento no había Comunicación Audiovisual en Leioa, pero luego en la carrera estuve a gusto. Cuando terminé veía mi futuro encaminado al mundo de la investigación, pero ese verano en que empezaba mi nueva vida me encontré con una amiga y me dijo que se había apuntado al curso de cine de Sarobe, en Urnieta. Entonces pensé: ¿Voy a dejar escapar esta oportunidad? Así que lo hice. Allí conocí a mis socios y empezamos a hacer cortos con la idea de turnarnos en los puestos: director, ayudante, productor... Luego documentales y también comenzamos a trabajar para otras productoras. Hasta 2007 cuando hicimos nuestro proyecto más ambicioso, ‘Lucio’, un documental estrenado en cines y en el festival de San Sebastián que funcionó bastante bien. Hemos tenido mucha suerte, nos ha ido bien y aquí seguimos.
Imagino que esos socios a los que se refiere son José María Goenaga y Aitor Arregi, con los que creó la productora Moriarti Produkzioak…
Moriarti surgió en 2001 como un grupo de amigos que quieren hacer cosas. Sin embargo, llegó un punto, con el cuarto corto que le tocaba dirigir a José Mari Goenaga, en que nos gustó mucho la idea y decidimos invertir en ese proyecto. Fue un corto semiprofesional con actores conocidos como Ramón Aguirre, María Bilbao y Blanca Portilllo. Funcionó muy bien y tuvimos la oportunidad de colaborar también con Irusoin en un par de documentales que se vendieron genial, sobre todo ‘Sahara Marathon’ que llegó a 15 países, fue como entrar en la industria.
Al inicio de Moriarti teníamos dos líneas de trabajo: nuestras propias producciones y lo que llamamos la sección de desarrollo de contenidos para otras empresas. Sabíamos que una era la que podía darnos algo de dinero para subsistir y la otra era nuestra pasión, producir cine, nosotros queríamos hacer películas. En 2010 nos centramos solo en el cine, cortometraje, documental o ficción, pero con filosofía cinematográfica y esa fue la apuesta con ‘80 egunean’. Después, ‘Loreak’ y ‘Handia’, y ahora ‘La trinchera infinita’, que se estrenará en 2019. Con ella vamos a dar un triple salto mortal, como decimos nosotros, porque la dirigimos los tres, algo que nunca habíamos hecho.
¿Sobre qué trata ‘La trinchera infinita’?
Empieza en 1936, en Andalucía, y cuenta una historia de 'los topos', en concreto la de un hombre que se encierra en su casa por miedo a represalias durante 33 años. Los protagonistas son Antonio de la Torre y Belén Cuesta. Es una coproducción con una productora andaluza, La claqueta, y nuestros socios en Euskadi, Irusoin. Se va a rodar en dos partes, una en primavera y la otra en verano.
Los largometrajes los ha dirigido siempre acompañado, ¿no se ha planteado lanzarse a dirigir alguno en solitario?
Algún proyecto ya he dirigido en solitario, pero nos sentimos cómodos en esta fórmula. Nos hemos acostumbrado a trabajar así y nos resultaría hasta difícil hacerlo de otra manera. Esto supone que quizás algo que tú quieres acabe no estando en la película, pero eso no quiere decir que por ello vaya a ser peor. Nosotros creemos que este feedback constante, el replantearse continuamente lo que estás haciendo porque tu compañero lo ve diferente, es algo que enriquece la película. También, por ejemplo, en el rodaje, cuando tienes días que no estás tan bien, el otro compensa y compartes la presión.
Al principio sí que nos preocupaba por el tema de la autoría, pero ahora creemos que hay un sello Moriarti. Llevamos 17 años trabajando juntos, muchas veces nos vemos más que a nuestras familias. Al final, nos conocemos muchísimo y yo no podría dirigir con alguien que no fueran ellos. Hay que poder decir cualquier cosa, sin filtros, aunque a veces pueda ser doloroso tanto para quien lo dice como para quien lo recibe, pero sabes que al final lo haces por el bien común.
Aunque también tiene sus desventajas, todo va muy lento y a veces quieres matar a tus compañeros porque no comparten tu visión. Pero luego ocurren cosas curiosas como que en el rodaje yo defienda una cosa y mi socio otra, rodemos las dos porque no llegamos a un acuerdo y luego en el montaje yo defiendo lo que había planteado él y él lo que había planteado yo (risas). Somos como una unidad que estamos al 90% de acuerdo y discrepamos en tonterías, en detalles, pero la visión general es la misma, si no sería un caos. Para ello, en la preproducción de la película discutimos mucho cómo queremos que sea todo y luego más o menos las cosas van rodadas, aunque siempre hay problemas.
El éxito de ‘Loreak’ centró la atención sobre su trabajo. ¿Qué fue lo más difícil a la hora de dirigirla?
El tono, porque esa historia se podía haber contado de muchas maneras y decidimos que fuera una película intimista, psicológica, donde muchas de las cosas que ocurren transcurren en las cabezas de los protagonistas. Lo que más me gusta de ‘Loreak’ es que más o menos entiendes por lo que están pasando esos personajes.
¿Cómo surgió ‘Loreak’?
La idea inicial fue de José Mari, que quería hacer un corto, y Aitor le animó a que hiciera un largo. La película es la unión de dos ideas: la imagen de ver unas flores en una carretera y plantearte qué hay detrás y, por otro lado, la canción de Cecilia de ‘Un ramito de violetas’. Luego ya entramos a escribirla Aitor y yo.
Es la una de la tarde en California y las diez de la noche en Vitoria, se establece la conexión y en la pantalla del ordenador aparece uno de los directores vascos del momento, el donostiarra Jon Garaño. Su último largometraje ha cosechado diez Goyas y no ha sido el único éxito de su trayectoria. Una carrera que continúa con un nuevo proyecto que verá la luz en 2019, ‘La trinchera infinita’.
Estudió Periodismo y Publicidad en la Universidad del País Vasco y cine en Urnieta. ¿Por qué decidió apostar por el cine?