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La vida en un camión: jornadas de hasta trece horas en la carretera

6 de agosto de 2022 21:46 h

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Cuando cumplió 13 años, su padre le regaló un juguete: era un camión de color negro similar a los Kenworth de los años 80. Todavía lo conserva en su casa. Trabajó en una empresa de taxis y en muchos lugares hasta que se convirtió en camionero. Recibió su licencia de conducir a los 23 años. Llevaba la mitad de su vida al volante recorriendo el Atlas y muchas fronteras. Fronteras africanas y europeas. Ismael Nasser, originario de Casablanca (Marruecos) y de padre camionero, tiene 52 años. Actualmente trabaja en España para una empresa logística.

Cansancio, carreteras en mal estado, grandes atascos de tráfico, sobornos y grupos mafiosos se interpusieron en su camino cuando ejerció como conductor en la frontera de Marruecos con España. Su experiencia en las carreteras y su pasión por la literatura le han enseñado mucho: sobre la vida y la mecánica. Si hay algún problema, los amigos acuden a Ismael Nasser porque saben que él puede arreglar todo lo que no arranca. Conoce tantas carreteras como el diámetro de las ruedas de su gigante tráiler. Su pasión por el camión sigue siendo la misma que cuando le regalaron aquel Kenworth negro por su cumpleaños.

7:30 horas. O Ceao de Lugo (Galicia)

Son las siete y media de la mañana. Nasser se dirige con su coche particular al polígono industrial de O Ceao, situado en Lugo. La jornada laboral de hoy es intensa como todas. El trayecto no es más que de Lugo a Almería. Un total de 13 horas en carretera. Pero para Nasser eso ya es una tradición. Abre las puertas del camión y se sienta cómodamente. En medio de tantos discos y libros como 'Los vencejos' o 'Hamlet', de Shakespeare, Nasser busca su soporte para colocar el móvil. Aparta los libros y conecta el GPS. Hace falta en algunos tramos, al igual que la música clásica que contiene en sus discos rayados. Nasser pone sus gafas de sol Ray-Ban y arranca el motor.

¿Por qué camionero y no otra profesión?

Cuando se enfrenta a esta pregunta no duda ni un momento. “Mi padre dedicó muchos años a esta heroica profesión recorriendo África y Europa”, responde un orgulloso Nasser. “Me gustan los camiones y siempre quise ser camionero”.

La profesión de conductor no es una tarea fácil, y más cuando profesionales como Nasser están a veces solos en la cabina. La soledad es un factor que acompaña a la mayoría de conductores. Pero el experimentado conductor ya está acostumbrado. En la empresa en la que trabaja está a gusto y tiene una muy buena relación con su jefe. Le han ofrecido en numerosas ocasiones compartir camión con otro compañero de la empresa, pero él desestima cualquier propuesta. “Parece que la soledad es mala. Me gusta estar solo, poner mi música y pensar en mis cosas. Prefiero estar solo que mal acompañado”, recalca el camionero.

No es la soledad el único factor que amenaza a los conductores, sino que también se juegan la vida a diario: están expuestos continuamente a los peligros de las carreteras. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, los camioneros tienen tasas más altas de lesiones y enfermedades que casi todos los demás profesionales. Los riesgos más habituales que puede sufrir un conductor son de tipo físico y psicosocial: radiaciones, vibraciones, gases, fatiga, estrés, turno de noche o presión por parte de la empresa. Algunas de las enfermedades que pueden afectar a los camioneros son la depresión, diabetes, anemia o la fobia. Según los últimos datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), un 6% de la población tiene algún tipo de fobia y una de ellas afecta a la conducción: la amaxofobia. Algunos informes señalan que 1 de cada 9 conductores sufren ansiedad al volante, y que incluso el 20% deja de conducir a consecuencia de ello.

Hace tres años tuve muchos problemas con un compañero de camión. A día de hoy la hermandad y unión entre conductores es cada vez menos común

El aspecto psicológico es fundamental para cualquier conductor, y más si es de un sector en el cual los camioneros pasan horas y horas en la carretera. “Debido a la pandemia los maltratos psicológicos a los camioneros se acentuaron aún más debido a la gran presión mediática. La mayoría de conductores no acuden a los profesionales para realizar teses, cuya finalidad es identificar algún riesgo de padecer enfermedad o trastorno”, apunta la psicóloga Cristina Álvarez Rey. “Para obtener información de aspectos de la vida del paciente, que nos confirmen la existencia de malestar psicológico, lo que realizamos previamente es una anamnesis específica que se basa en preguntas ligadas al trastorno que pretendemos confirmar”, añade.

Entre los compañeros camioneros existen desacuerdos frecuentes. Este fue precisamente el principal motivo por el que Nasser decidió conducir su camión solo y en paz. Ajeno a  discusiones y malentendidos. “Hace tres años tuve muchos problemas con un compañero de camión. A día de hoy la hermandad y unión entre conductores es cada vez menos común”, se lamenta Nasser. Antiguamente, así lo recalca Nasser, si ocurría cualquier problema en la carretera, el conductor recibía ayuda inmediata de otros compañeros de profesión que  pasaban cerca. Hoy en día, no es así. “La mayoría de veces no encuentras quien te ayude cuando estás en apuros”, expresa Nasser.

Otro conductor que puede confirmar esta realidad es Miguel Ángel Morral, un camionero bilbaíno que lleva 24 años en la profesión. “La vida y la mentalidad cambian y en el mundo del transporte también”, sostiene el transportista. “Antes los camioneros te ayudaban. Ahora si te pueden quitar el viaje te lo quitan”, lamenta. Atrás quedó el compañerismo y esto es solo una parte de los numerosos problemas. El sueño, las pocas horas de descanso y los robos se suman también a esta burbuja de dificultades. Suponen un quebradero de cabeza para muchos conductores como Nasser y Miguel Ángel, que optan por bajar las cortinas del camión para descansar en las áreas de servicio. Lejos de sus casas.

Sueño en la cabina

Los camioneros de grandes rutas tienen que pasar la noche en sus vehículos. Tiene todo lo que necesitas para una vida autónoma en el camino: sacos de dormir, un calefactor, un fogón de gas, platos, cucharas, tenedores e incluso un pequeño baño. Esa es la cabina del camionero. Los hoteles no son baratos y la única alternativa es la cabina. Pocas personas se acostumbran. Sí, y los sueños son extraños e incluso peligrosos. “A veces te toca dormir en el camión en una parada de servicio. No queda otra”, dice Nasser. Ese tiempo que pasan los camioneros en la cabina para descansar pueden suceder mil y una historias.

Una de ellas y la más habitual: los robos, de día pero sobre todo de noche. Nasser fue testigo y también víctima de robos tanto durante su etapa en Marruecos como en España. En una ocasión Nasser aparcó su camión en un área de servicio de Mequinez (Marruecos). Cuenta que se despertó del frío que hacía y descubrió que faltaban sus auriculares, unos zapatos, algo de comida y su cartera, que contenía más de 1.000 dirhams.

A veces te toca dormir en el camión en una parada de servicio. No queda otra

También hay extorsiones simples. La mayoría de las veces, aparecen en la oscuridad. “Varias personas se acercan a ti y te dicen que les des dinero o te matan”, recuerda Nasser. En los años 90 el camionero sufrió robos, robos y robos. Afirma que en aquella época existían diferentes grupos de mafiosos que conocían a la perfección todas las áreas de servicio de las principales ciudades. Tenían un jefe que les guiaba y su objetivo era “recolectar” dinero de cada transportista que pasa por las áreas. Miguel Ángel Morral no sufrió ningún episodio como estos, aunque admite que un amigo sí lo ha pasado muy mal. “Le apuntaron con la pistola y le robaron todo lo que llevaba”, recuerda el camionero bilbaíno.

Por lo general, los transportistas no se arriesgan a discutir y obedecen las órdenes de las pandillas. Los conductores entienden que una discusión adicional puede conducir a problemas aún mayores. “Todos estos incidentes pueden ocurrir incluso en estacionamientos que se consideran los más seguros”, cuenta Ismael. Y en estas áreas, que dicen que son seguras, se han vivido episodios muy oscuros.

Pero también en las autovías, donde muchas personas han perdido la vida. Incluidos algunos camioneros. Según el estudio 'Problemas, riesgos y accidentes en el transporte profesional relacionados con COVID-19', elaborado por el Instituto Universitario de Investigación de Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS) de la Universidad de Valencia, la Fundación para la Seguridad Vial (FESVIAL) y la Federación Nacional de Asociaciones de Transporte (FENADISMER), el número de fallecidos en camiones de más de 3.500 kilos ha aumentado en un 2,4% respecto de la media de los últimos 5 años durante la pandemia.

He visto muchos accidentes y he tapado a gente muerta con mi saco de dormir hasta llegar la ambulancia

Miguel Ángel Morral es testigo directo de numerosos incidentes en carretera. Lleva cuatro millones de kilómetros recorridos y ha vivido anécdotas de todo tipo. Unas fueron muy buenas y otras, no tanto. Miguel Ángel ha visto coches y camiones dando vueltas en la carretera y fuera de ella, choques de vehículos que acabaron en tragedia y también personas muertas en el acto. “He visto muchos accidentes y he tapado a gente muerta con mi saco de dormir hasta llegar la ambulancia”, se apena el camionero.

Drogas y drogadictos

En la profesión del camionero pagan muy bien, pero para ello debes sufrir el camino, pagar por el cansancio, llevar la carga a tiempo y estar alerta en todo momento: puedes cargar mercancía que desconoces e incluso personas que se cuelan. “A veces controlamos la carga pero no el tipo de carga”, comenta Nasser. En el mes de enero, el Ministerio del Interior informó de que se había desarticulado una organización internacional, dedicada al tráfico de estupefacientes entre España y Bélgica, que se asentaba principalmente en la provincia de Sevilla y se abastecía del estupefaciente a través de proveedores locales. Detrás de un camión también hay negocios en la oscuridad. El deseo de bienestar financiero empuja a algunos camioneros a estar más de 13 horas conduciendo. “En mi época en el estrecho de Gibraltar se decía que pasar 12 horas al volante equivale a beber 100 gramos de vodka”, recuerda Nasser. “Había conductores muy drogadictos que conducían”, apunta.

En mi época en el estrecho de Gibraltar se decía que pasar 12 horas al volante equivale a beber 100 gramos de vodka

10:20 horas. Astorga (León)

Nasser lleva dos horas y algo de camino. Ha llegado a un área de servicio de Astorga para estirar las piernas, respirar aire y tomar fuerzas. Decenas de camiones están estacionados a ambos lados. Unos camioneros están mirando las ruedas. Reconocerlos es fácil: algunos que han descansado esa misma noche suelen salir del camión en pantuflas y ropa raída, como si acabaran de salir de casa para comprar una barra de pan en una tienda cercana. Hay tiempo para hablar con los conductores. José Antonio, de unos 60 años, conduce desde 1987. Es originario de Cáceres y ahora trabaja para una empresa madrileña de madera. Una rueda de su camión tiene una pequeña grieta desde ayer. Le ayuda un compañero rápidamente para sustituir la rueda damnificada. “Llevo desde ayer con la rueda de esta forma. Este trabajo es muy jodido, hay que estar preparado para cosas como estas”, dice el camionero extremeño.

Nasser entra a la cafetería y saluda a algunos otros compañeros de profesión. Se puede reconocer a los camioneros por sus caras cansadas pero tranquilas, comen en silencio, en soledad, distraídos solo por el zumbido de la televisión en la esquina. Nasser comienza una larga charla con una de las camareras. Cinco minutos más tarde, se sienta y empieza a comer un pequeño bocadillo de tortilla acompañado de una Coca-Cola Zero.

Nasser bebe el refresco y empieza a contar su vida. Como si estuviera recitando la Biblia. Se casó a los 28 años. A su mujer la conoció precisamente en una cafetería ubicada a las afueras de Casablanca. Tiene dos niñas: una de 13 años y otra de 15 años. Nasser se enamoró en dos ocasiones. Sus relaciones amorosas todavía las guarda en su memoria. Su esposa y sus niñas viven en Galicia, pero no las ve a diario. “Lo único malo de ser camionero es que pasas muchas horas fuera de casa y no ves a tu familia durante días. Eso duele”, confiesa el conductor. Cuando Nasser vuelve a casa, sus hijas literalmente lo rocían con miles de besos y su esposa le abraza el pecho, que huele a gasolina y fuel oil.

El transportista saca su teléfono y muestra las fotos de sus dos hijas y su mujer: dos niñas muy guapas y una mujer con unos ojos que impactan. Souhaila es una mujer que trabajó de limpiadora y de muchos oficios. Ahora tiene su sitio en Correos. A ella, como es lógico, también le afecta la ausencia de su marido. “Tanto las niñas como yo echamos siempre de menos a Ismael cuando tarda muchos días en volver”, dice su mujer.

Lo único malo de ser camionero es que pasas muchas horas fuera de casa y no ves a tu familia durante días. Eso duele

Nasser ha repuesto energías y ha revisado las ruedas de su camión para seguir su trayecto. Su rostro, un poco cubierto de arrugas, su mirada aguda se mantiene exactamente igual que al principio del viaje. Esas arrugas reflejaban esa vida eterna ligada al volante. Se trata de una vida difícil, un trabajo duro y polvoriento. Pero es adictivo. Las personas, ya sea por casualidad o conscientemente al ingresar a esta profesión, rara vez la abandonan.

—Mucha suerte.

Un firme apretón de manos. Continúa el viaje solo…

Cuando cumplió 13 años, su padre le regaló un juguete: era un camión de color negro similar a los Kenworth de los años 80. Todavía lo conserva en su casa. Trabajó en una empresa de taxis y en muchos lugares hasta que se convirtió en camionero. Recibió su licencia de conducir a los 23 años. Llevaba la mitad de su vida al volante recorriendo el Atlas y muchas fronteras. Fronteras africanas y europeas. Ismael Nasser, originario de Casablanca (Marruecos) y de padre camionero, tiene 52 años. Actualmente trabaja en España para una empresa logística.

Cansancio, carreteras en mal estado, grandes atascos de tráfico, sobornos y grupos mafiosos se interpusieron en su camino cuando ejerció como conductor en la frontera de Marruecos con España. Su experiencia en las carreteras y su pasión por la literatura le han enseñado mucho: sobre la vida y la mecánica. Si hay algún problema, los amigos acuden a Ismael Nasser porque saben que él puede arreglar todo lo que no arranca. Conoce tantas carreteras como el diámetro de las ruedas de su gigante tráiler. Su pasión por el camión sigue siendo la misma que cuando le regalaron aquel Kenworth negro por su cumpleaños.