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Parón y cuentas viejas

2013 será recordado en el mundo de la cultura vasca como un 'annus horribilis'. O, en el más caritativo de los casos, como un año en blanco.

Tras la gestión de los socialistas vascos, los nacionalistas se han aplicado al ejercicio de hacer olvidar la misma por la vía de borrar las huellas de una gestión aperturista e integradora de la diversidad cultural del país, y por la de aplicar un silencio y una inacción que nos exima a todos de cualquier atisbo de balance. ¿Qué puede decirse si nada se sabe? Últimamente, demasiados gobiernos apuestan por 'dar la espalda a la tormenta' de la crisis y pasar por la misma sin romper un huevo. Así nos va.

Huellas y hechos que ahí están o hasta hace poco estaban gozando de prometedora salud, como las Fábricas de Creación, el Bono Cultura, Kulturklik (portal vasco de la cultura), Antzerkia Bultzatuz, Liburuklik (la biblioteca histórica digital), la red de cines Zineuskadi, los nuevos Gure Artea, Zinema streaming, Urdaibaiarte, Zinemira, el primer Plan de Fomento de la Lectura, el anteproyecto de Documentación y Archivos, el Archivo Histórico listo para inaugurar y esperando durante un año…

Todas sin excepción han sufrido un parón y un abandono inexplicable, sin que hasta la fecha se haya escuchado ninguna explicación coherente ni se hayan atisbado nuevas líneas de trabajo alternativas.

Este viernes 20 de diciembre se aprobarán en el Parlamento los presupuestos de la Comunidad Autónoma Vasca. Unos presupuestos de mínimos para la cultura, que es ya 'la tercera viceconsejería' de un macrodepartamento. Es la oportunidad para que 2014 no sea otro año en blanco, un año muerto, mientras la crisis sigue royendo y acabando con nuestro tejido cultural.

Quizás lo de menos sea que toda la 'renovada' gestión nacionalista en cultura se limite a gestos típicamente sectarios, de eliminar ayudas a los que no son 'de los nuestros'. Son guiños a su propia clientela, acostumbrada de siempre a ese lenguaje. Esperemos que el maquillaje presupuestario que el 'partido guía' ha hecho con los socialistas limite a la nada tanta miseria de espíritu. Aunque, por desgracia, ni unos ni otros han demostrado visión para situar el empleo cultural y creativo en el marco de su pacto estructural, siendo una de las claras ausencias del mismo y, al contrario, una de las claras estrategias de la Europa 2020. Alguien no lee.

Lo importante es volver a apostar por salvar el sector. Y hacerlo con el concurso de todos sus agentes y la decisión firme y visible del Ejecutivo. Hasta el primer trimestre de 2014 no está previsto que se reúna por vez primera el organismo que los integra: el Consejo Vasco de la Cultura. Singular es, con ese calendario, que el nuevo Plan (Kultura Auzolanean. Kulturaren Euskal Plana 2014 – 2015) pretenda ser estratégico, cuando a sí mismo se concede ni siquiera dos años de trayectoria futura.

Ante semejante panorama de inacción, no vemos en el presupuesto para 2014 ni una sola medida de emergencia que trate de evitar lo que ya es un inminente derrumbe de muchos de los sectores de la industria cultural vasca. Las medidas paliativas tomadas en el mandato anterior (programa Kultura Bultzatuz, Bono Cultura…) para incentivar el consumo y frenar el deterioro del tejido cultural vasco dieron como resultado el que muestra la última Estadística de Artes e Industrias Culturales 2011 o la Estadística 2012 del MEC: una situación difícil pero resistente que hacía que el resto de la industria cultural española mirase con sana envidia el panorama vasco.

En 2014, después de esta prolongada sequía, el paradigma digital, los recortes estatales, la subida del IVA cultural y la reducción del gasto privado en cultura fruto de un difícil contexto socioeconómico provocan que ni los cuidados paliativos sean suficientes. Sin querer dramatizar, la cultura en general y la vasca en particular está en una clara situación de emergencia. Por eso es totalmente necesario elaborar un plan de medidas urgentes para el sector, acompañado de un presupuesto extraordinario no inferior a los diez millones de euros. Una cifra que no supone ni el 10% del incremento presupuestario conseguido gracias a los pactos PNV-PSE.

Es urgente un plan que incida en la reconversión del sector, en el apoyo a los creadores, en la consolidación de redes, en la facilitación del acceso de la ciudadanía a la cultura y sus creaciones y que aborde nuevas vías de financiación para una cultura regeneradora e inclusiva que debe ser entendida como un bien común e imprescindible para la sociedad democrática.

Por el contrario, si no se toman medidas extraordinarias y urgentes, veremos cómo irán cerrando -ya han comenzado a hacerlo- bibliotecas, museos, teatros, salas de cine, de música, librerías, festivales y demás proyectos de la diversidad de nuestra vida cultural Veremos quebrar productoras de cine, compañías de teatro, editoriales, discográficas, empresas técnicas, estudios de comunicación… Veremos a nuestros creadores, escritores, músicos, intérpretes, artistas y profesionales abandonar un sector que sufre ya uno de los más altos niveles de desempleo y precariedad laboral.

Y así, por no dar el valor suficiente que merece la cultura, perderemos los valores que identifican y enriquecen la pluralidad de nuestra sociedad. Todavía estamos a tiempo. ¡Pónganse a trabajar!

2013 será recordado en el mundo de la cultura vasca como un 'annus horribilis'. O, en el más caritativo de los casos, como un año en blanco.

Tras la gestión de los socialistas vascos, los nacionalistas se han aplicado al ejercicio de hacer olvidar la misma por la vía de borrar las huellas de una gestión aperturista e integradora de la diversidad cultural del país, y por la de aplicar un silencio y una inacción que nos exima a todos de cualquier atisbo de balance. ¿Qué puede decirse si nada se sabe? Últimamente, demasiados gobiernos apuestan por 'dar la espalda a la tormenta' de la crisis y pasar por la misma sin romper un huevo. Así nos va.