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El Doctor Almunia y Mr. Joaquín

Quien previsiblemente estampará el 17 de julio días su firma en el documento del Colegio de Comisarios de la Unión Europea por el que se exigirá la devolución de 2.800 millones de euros de desgravaciones fiscales aplicadas mediante el tax lease entre 2005 y 2011 no será el Joaquín Almunia socialista vasco, responsable de economía de UGT y candidato en su día a liderar el PSOE, sino el Joaquín Almunia comisario europeo de la Competencia. Si esto queda claro, no hay problema. Porque una cosa es el proyecto histórico, la ideología o incluso la preferencia personal del Dr. Almunia, y otra distinta –en ocasiones tan distinta que se convierte en antagónica- la actuación a la que obliga, en el ejercicio de la responsabilidad institucional, el cargo que ocupa Mr. Joaquín.

Es verdad que en 2009 la por entonces comisaria de la Competencia, Neelie Kroes, remitió al Gobierno noruego una carta en la que explicaba que la Comisión no había encontrado “evidencias de un trato discriminatorio por parte de las autoridades españolas”, por lo que descartaba “adoptar nuevas medidas”. Por cierto, la tal Kroes es holandesa, lo que resulta particularmente interesante si tenemos en cuenta que en junio de 2011 la Comisión comenzó a investigar el tax lease español a raíz de una denuncia liderada por la Asociación de Astilleros Holandeses. El caso es que Mr. Joaquín, en las labores propias de su cargo, no considera que esta carta tenga ningún valor ya que “no es un acto formal de la Comisión ni se refiere al tema en cuestión”.

Un tema que, ciertamente, no deja de tener su aquel. Resulta que durante años, movidos por el gancho de las deducciones en el Impuesto de Sociedades reconocido por las autoridades fiscales españolas, diversas entidades totalmente ajenas a la actividad naviera, desde cajas como Caixanova o bancos como Santander y Popular, hasta empresas textiles como Inditex o grupos como El Corte Inglés, invirtieron dinero para constituir unas denominadas Agrupaciones de Interés Económico dedicadas a promover operaciones de construcción de barcos en astilleros privados gallegos, asturianos o vascos. Una ingeniería financiera realmente singular, aunque impulsada en su origen por la propia Unión Europea y aprobada, operación por operación, por la Dirección General de Tributos

El caso es que el sector naval español deberá devolver las desgravaciones y bonificaciones fiscales cobradas desde 2005, que las autoridades comunitarias de la Competencia han declarado ilegales y cuya factura asciende a unos 2.800 millones de euros. El Dr. Almunia ha precisado que la devolución en ningún caso correrá a cargo de los astilleros, sino de los bancos y empresas que financiaron la construcción de buques. Sin embargo, desde el sector se advierte a Mr. Joaquín que la factura repercutirá inevitablemente en los fabricantes, que ya están viendo cómo algunas inversiones se congelan o se pierden en una situación de evidente inseguridad jurídica.

Es el sino de la socialdemocracia europea: todo socialista lleva en su interior la escisión Jekyll/Hyde. Ebert votando los bonos de guerra en el Reichstag, Noske dirigiendo la represión de los espartaquistas, González metiendo a España en la OTAN, Blair y Schroeder asumiendo programáticamente el social-liberalismo, Zapatero reformando la Constitución para limitar el déficit público, Rubalcaba pactando hace tres días con el mismo PP de Bárcenas con el que ahora rompe relaciones… El benévolo y soñador Dr. Socialismo enfrentado siempre al pragmático y torticero Mr. Pragmatismo. La necesidad devorando a la virtud. A setas o a Rolex. El viejo chiste de vascos transformado en drama político.

Estoy seguro de que al Dr. Almunia le gustaría poder ir a setas, pero en su condición de Mr. Joaquín considera que no tiene más remedio que ir a Rolex. Cada vez estoy más convencido de que hay lugares institucionales –comisariados europeos, presidencias de gobierno, consejos de administración de empresas de la energía o de infraestructuras, vicepresidencias de bancos de inversiones, fundaciones, consejos de administración de cajas de ahorros, etc.- donde no merece la pena estar si lo que se quiere es poner a trabajar al Dr. Jekyll. Tarde o temprano la “responsabilidad” derivada del cargo hará salir a Mr. Hyde. Claro que siempre se está a tiempo de dejarlo antes de que la transformación se consume: yo no he venido aquí a esto, así que me voy. Porque a fuerza de transformaciones, llega un momento en el que el hombre acaba sometido totalmente al monstruo. En la novela de Stevenson, digo.

Quien previsiblemente estampará el 17 de julio días su firma en el documento del Colegio de Comisarios de la Unión Europea por el que se exigirá la devolución de 2.800 millones de euros de desgravaciones fiscales aplicadas mediante el tax lease entre 2005 y 2011 no será el Joaquín Almunia socialista vasco, responsable de economía de UGT y candidato en su día a liderar el PSOE, sino el Joaquín Almunia comisario europeo de la Competencia. Si esto queda claro, no hay problema. Porque una cosa es el proyecto histórico, la ideología o incluso la preferencia personal del Dr. Almunia, y otra distinta –en ocasiones tan distinta que se convierte en antagónica- la actuación a la que obliga, en el ejercicio de la responsabilidad institucional, el cargo que ocupa Mr. Joaquín.

Es verdad que en 2009 la por entonces comisaria de la Competencia, Neelie Kroes, remitió al Gobierno noruego una carta en la que explicaba que la Comisión no había encontrado “evidencias de un trato discriminatorio por parte de las autoridades españolas”, por lo que descartaba “adoptar nuevas medidas”. Por cierto, la tal Kroes es holandesa, lo que resulta particularmente interesante si tenemos en cuenta que en junio de 2011 la Comisión comenzó a investigar el tax lease español a raíz de una denuncia liderada por la Asociación de Astilleros Holandeses. El caso es que Mr. Joaquín, en las labores propias de su cargo, no considera que esta carta tenga ningún valor ya que “no es un acto formal de la Comisión ni se refiere al tema en cuestión”.