Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
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Voto a los 16. ¿Esperar a qué?
“Si con 16 años se puede trabajar, cotizar, asumir responsabilidades laborales y educativas, también se debe poder votar”
Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Mientras algunos insisten en mirar hacia atrás, la juventud empuja hacia adelante. Y lo hace en un tiempo histórico donde las semillas políticas de la ira han echado raíces profundas. A nivel internacional, asistimos a un preocupante retroceso de derechos, al cuestionamiento de consensos democráticos básicos que parecían inquebrantables desde la Segunda Guerra Mundial. El autoritarismo se expande, y con él, los discursos del miedo, la exclusión y la resignación. Un tipo con apariencia de bufón, pero con método, somete al mundo a sus caprichos con el único objetivo de comerse, junto a sus amigos, más trozo de la tarta.
En ese contexto, algunos debates pueden parecer menores, pero cualquier avance que amplíe los derechos no es solo un elemento legal; es una declaración política, de principios. La futura Ley de Juventud, en la que trabaja el Ministerio de Juventud e Infancia, quiere ser una herramienta para garantizar derechos, fortalecer la participación democrática y reconocer el papel clave que tiene la juventud, las juventudes como suele citarlas la ministra Sira Rego, en la transformación de nuestras sociedades.
Hoy, las personas jóvenes están situando en el centro de la mesa los grandes debates globales: la lucha contra el cambio climático, las desigualdades estructurales, la reivindicación de la salud mental como derecho, la exigencia de una política que mire al presente sin hipotecar el futuro (aunque en su día ya decíamos aquello de “Juventud sin Futuro”).
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