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Sin acuerdos vinculantes, peligro de papel mojado
Tras más de dos semanas de negociaciones, en la Cumbre del Clima de Glasgow han llegado a un acuerdo, sin sorpresas de última hora. Se ha aprobado un texto que deja insatisfecha a una inmensa mayoría de países pero que, sin embargo, ha sido firmado en pos del consenso y de poder seguir trabajando de manera conjunta contra el calentamiento global.
Desde la campaña COP26 Aldaketaldia, cuyo manifiesto y actividades desarrolladas en Euskal Herria ha reunido a más de 40 organizaciones ecologistas, sindicales y sociales, nos unimos a las palabras de la activista Greta Thunberg, que ha calificado la cumbre de “bla, bla, bla”, y valoramos que los acuerdos “prorrogan lo improrrogable”.
La debilidad del texto aprobado se evidencia, en primer lugar, en su redacción, pues en él no hay ningún verbo que genere una vinculación legal, es decir, una obligación de los países a actuar. Son todo invitaciones, recomendaciones y ruegos. Además, al acuerdo final le falta concreción en las medidas, tiempos claros y compromiso real de financiación. De nuevo, la mano nada oculta de los lobbies ha jugado sus cartas y ganado la partida.
El acuerdo de Glasgow ha avanzado en el discurso, reconociendo y aceptando la emergencia climática, y ha fijado 2030 para la reducción de al menos el 45% de las emisiones de carbono. Este reconocimiento es un hito y punto de inflexión; sin embargo, su debilidad estriba en que no tiene capacidad vinculatoria. Y lo mismo sucede con la mención explícita al abandono de la subvención a los combustibles fósiles, que por presiones de la India se ha quedado en una mera recomendación.
No hay tiempo, y la paciencia se está agotando. No podemos esperar ni una cumbre climática más. Es tiempo de actuar ya
En cuanto a los acuerdos de compensación a los países del Sur Global, apenas si han recibido atención y acuerdo alguno, a pesar de que están sufriendo los mayores impactos catastróficos del cambio climático, con poblaciones abocadas a éxodos climáticos. El acuerdo alcanzado para seguir implementando el Mecanismo de Varsovia no garantiza la creación de un fondo para afrontar estas pérdidas y daños, sino que tímidamente propone iniciar el diálogo para crear dicho fondo. Este proceso retrasará la llegada de financiación, que era una de las principales demandas de los países más afectados por el cambio climático.
Y mientras todo esto sucedía en Glasgow, en Euskadi los representantes del Gobierno vasco quieren aparecer como un gobierno comprometido con el medio ambiente, con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, impulsan un crecimiento económico ilimitado, que atenta contra los propios límites del planeta. ¿Dónde está la sostenibilidad? Como dicen Joan Martínez Alier y Antonio Valero, “es absurdo pensar en sustituir las fuentes de energía y seguir creciendo”. Es sencillamente incompatible.
Al mismo tiempo están impulsando un cambio de ley en el Parlamento Vasco para que los planes llamados “de interés general” tengan prioridad sobre los acuerdos municipales, imponiendo así la construcción de proyectos que rechace la ciudadanía afectada. ¡Toma democracia!
Declarar la necesidad de mantener los combustibles fósiles bajo el suelo no pueden ser palabras huecas: hay que eliminar las prospecciones de gas ('fracking' en Vitoria); hay que paralizar el Tren de Alta Velocidad, caro y destructor del entorno, y otras infraestructuras innecesarias como la SuperSur o el Subfluvial por debajo de la ría de Bilbao, que seguirán favoreciendo el transporte por carretera emisor del 30% de los gases de efecto invernadero; hay que repensar los macro-proyectos eólicos (“renovables sí, pero no así”) en manos de grandes empresas eléctricas, que no buscan cubrir las necesidades de la ciudadanía, sino conseguir el máximo beneficio y, sea necesaria o no su producción, perpetuar el monopolio que ejercen; hay que cambiar la política sobre vertederos e incineradoras (incineradoras de Zubieta y Bergara, ampliación del vertedero de Lemoa), altamente contaminantes y peligrosas para la salud; hay que eliminar los focos de contaminación atmosférica (Glefaran, Petronor…) que machacan la salud de las poblaciones circundantes.
Desde la campaña COP26 Aldaketaldia, pedimos hechos y no solo palabras; y sobre todo palabras que no se contradigan con los hechos. No hay tiempo, y la paciencia se está agotando. No podemos esperar ni una cumbre climática más. Es tiempo de actuar ya.
Tras más de dos semanas de negociaciones, en la Cumbre del Clima de Glasgow han llegado a un acuerdo, sin sorpresas de última hora. Se ha aprobado un texto que deja insatisfecha a una inmensa mayoría de países pero que, sin embargo, ha sido firmado en pos del consenso y de poder seguir trabajando de manera conjunta contra el calentamiento global.
Desde la campaña COP26 Aldaketaldia, cuyo manifiesto y actividades desarrolladas en Euskal Herria ha reunido a más de 40 organizaciones ecologistas, sindicales y sociales, nos unimos a las palabras de la activista Greta Thunberg, que ha calificado la cumbre de “bla, bla, bla”, y valoramos que los acuerdos “prorrogan lo improrrogable”.