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¿Tiene agujeros la política educativa en multiculturalidad?

En una decisión a la que tiene poco acostumbrada a la ciudadanía –y menos aún si se trata de alguien con reponsabilidad de gestión pública- la consejera de Educación del Gobierno Vasco ha reconocido recientemente la posibilidad de que exista segregación en la forma en la que el sistema educativo vasco distribuye el alumnado de origen extranjero entre los centros de las dos redes educativas. Este hecho con pocos precedentes –no recuerdo ningún otro de la misma protagonista en casi cuatro años de gestión- se produce como consecuencia de una importante campaña de divulgación pública en Vitoria-Gasteiz de asociaciones de familias, direcciones de centros escolares y sindicatos de enseñanza, hartos de reivindicar una escuela pública de calidad y respetada por la propia administración vasca.

A decir verdad esta declaración de la Sra. Uriarte es en realidad una rectificación, dado que en anteriores ocasiones, en el Parlamento y ante reclamaciones que hemos hecho desde la parte sindical, más concretamente CCOO Irakaskuntza, no reconocía tal situación de concentración de este especial alumnado de la Enseñanza Pública.

Y era así porque la administración educativa se encontraba a gusto con la situación mantenida. De un lado, porque siempre se ha decantado por esta forma de distribución, especialmente cuando se trata de alumnado de tardía matriculación (el que se incorpora al sistema educativo iniciado ya el curso escolar). Es cierto que existen unas comisiones de garantías en cada territorio que velan por una distribución “equitativa” de este alumnado inmigrante; vamos, una especie de “éste para ti –centro público- el próximo para ti –concertado- y si hay un tercero y no lo pueden evitar, para las ikastolas”. Pero no es menos cierto, que transcurrido ese primer curso de integración, en el que la Administración decide su ubicación, el alumnado inmigrante acaba recabando en centros públicos para continuar con su etapa formativa. En ocasiones, la decisión de la familia se produce por un humano deseo de integrarse en lugares –centros escolares- de un entorno más protegido, similar al suyo. Pero hay otras en que tal decisión viene obligada por la incapacidad de estas familias para hacer frente a una situación económica que excede sus capacidades de respuesta o porque el contexto social del propio centro no facilita la integración del alumnado, ni, mucho menos, de su familia.

De otro lado, el Departamento de Educación, de forma reiterada, ha seguido una política de dotación de recursos especiales –humanos y materiales- a los centros escolares que recibían a este alumnado, priorizando la concentración sobre la distribución. Ha optado por una estrategia de primar cantidad sobre calidad; de ofrecer más, sin cuestionarse si, de ese modo, era lo mejor. Es decir, en cristiano paladino: contribuyendo a la getización. Lo que nos lleva a preguntarnos si nuestra política educativa en términos de multiculturalidad es la adecuada.

El comienzo del III milenio ha supuesto para la Comunidad Autónoma del País Vasco la constatación de que, entre sus características definitorias como sociedad, el concepto inmigración no es ya un elemento extraño, sino, más bien, cotidiano. Es cierto que los datos absolutos recogidos sobre este fenómeno social son aún menores con respecto a otras autonomías, pero en valores relativos, Euskadi se encuentra en índices semejantes a los que se dan en otros territorios como Andalucía o Cataluña, con un reparto del alumnado inmigrante distribuido muy desigualmente entre las dos redes pública y privada y con neto predominio de la pública en las áreas urbanas.

Es precisamente esta rápida adecuación de los datos de inmigración a parámetros españoles la que ha abierto en la sociedad vasca el dilema ya presente en otras comunidades: Inmigración, oportunidad o problema. En este sentido, algunas organizaciones sindicales –CCOO, concretamente- han realizado ya documentos que inciden en este debate y aportan algunas recomendaciones.

En el ámbito puramente social, Xabier Aierdi considera que la inmigración no es percibida por la población vasca como problema[1], pero su percepción intermedia, tibia, demuestra que comienzan a aparecer algunas variables que pueden valorarse como discriminatorias (nivel formativo, ingresos, ideología, religión…) aunque no diferentes a las que pueden mostrar otras sociedades en situaciones y contextos similares.

Detractores y defensores de dos tendencias opuestas han ido enconando la polémica en niveles difícilmente conciliables. Así, una cuenta con el apoyo argumental de los continuos flujos migratorios que deambulan por las sociedades de acogida como elementos enriquecedores del acerbo cultural propio y del continuo mestizaje que minimiza la manifestación de las diferencias culturales. De este lado se agrupan, por tanto, los defensores de la multiculturalidad[2].

En el lado opuesto aparecen los detractores de la inmigración, si esta no viene seguida de pautas programadas de integración en la sociedad de acogida. Los defensores de esta tendencia anuncian muchos riesgos en la diversidad cultural, no subsanables hoy en día a través sólo de recursos económicos[3]; consideran que una sociedad abierta debe tener ciertos límites que preserven su identidad si no desea sucumbir en el intento.[4] Este es el terreno en el que coinciden los defensores de la tendencia asimilacionista de la inmigración[5]; tendencia que en Europa, con Merkel y Cameron, a la cabeza, comienza a cuestionar derechos sociales hasta ahora intocables.

La escuela obviamente vive estas dos pulsaciones sociales y la Administración vasca, lejos de decantarse por una integración real que disminuya los riesgos de conflicto, continúa con pasos dubitativos. El propio Consejo Escolar de Euskadi en su informe reciente (sobre datos del curso 2012-13) propone al Gobierno Vasco “prestar atención a la escolarización del alumnado inmigrante, en orden a conseguir resultados más en la línea de la equidad que caracteriza a nuestro sistema, y hacer un seguimiento público de esos resultados” [6] (Dicho, sea de paso, de forma suave y con escasa intención de herir susceptibidades institucionales).

De ahí la necesidad de coincidir en las atribuciones a la escuela en alguno de los rasgos principales señalados en el programa de Interculturalidad del Departamento de Educación del Gobierno Vasco para la escuela inclusiva:

Una escuela para todos y todas que

  • desarrolle el lenguaje de la práctica: utiliza las prácticas y conocimientos usuales como puntos de partida para la mejora.
  • contemple las diferencias como oportunidades de aprendizaje y no como problemas que solucionar.
  • examine los obstáculos para la participación del alumnado, de las familias y del profesorado.
  • utilice eficazmente los recursos disponibles para apoyar el aprendizaje.
  • cree las condiciones que animen a asumir ciertos riesgos.

En definitiva, se pretende con estas medidas intentar evitar la guetización de los centros escolares, algunos –especialmente los situados en torno a las tres capitales vascas- llevan peligro de que la comunidad escolar los acepte como mal inevitable. Es por ello que, siguiendo a Jesús Prieto se apuntan algunas actuaciones en esa línea:

Potenciación de la integración afectivo-social del alumnado inmigrante con el grupo de edad correspondiente y las personas adultas del entorno escolar.Trabajar de forma intensiva y desde una perspectiva constructivista la lengua principal de la escuela y de la sociedad de acogida.Utilización de metodologías novedosas, en base al trabajo cooperativo, aprendizaje dialógico y de enseñanza entre iguales.Apertura de la escuela a agentes sociales, familias y expertos, que ofrezcan respuestas globales al reto de la interculturalidad.Involucrar en el proyecto a todos los miembros de la comunidad escolar y no solo a los directamente implicados en el contacto con el alumnado inmigrante.

El camino, por tanto, está señalado. Sólo falta que quienes tienen la competencia de la gestión se lo crean y ayuden a desatascar una situación que nadie quiere que se convierta en explosiva. No hagamos nuestra por más tiempo la máxima del profesor Fernádez Anguita “Vivimos en una sociedad multicultural y estratificada. Multicultural porque en ella se juntan grupos con legados culturales diferenciados(…) Estratificada, porque el sistema económico vigente distribuye las oportunidades y las recompensas de forma desigual”[7].[7]

[1] Aierdi, Xabier. “Índice de tolerancia ante la inmigración (junio 2007) Ikuspegi. Observatorio Vasco de Inmigración. Citado en I Jornada Conferencia Inmigración Irakaskuntza.

[2] Prieto, Jesús “Espacios de exclusión frente a espacios de inclusión”. 4ª Jornada Educación e Inmigración. Irakaskuntza. Vitoria, 2008

[3] Sánchez, Jordi . Ponencia II Jornada Conferencia Inmigración Irakaskuntza

[4] Sartori, Giovanni “La sociedad multiétnica. Pluralismo, multiculturalismo y extranjeros”. Taurus, 2003

[5] Marro, Roberto. Ponencia I Jornada Conferencia Inmigración Irakaskuntza

[6] Consejo Escolar de Euskadi. “Las educación en Euskadi. Informe 2012-2013”

[7] Fernández Enguita, Mariano. Ponencia 3ª Jornada sobre Inmigración y Educación. 2006. Vitoria, Irakaskuntza

En una decisión a la que tiene poco acostumbrada a la ciudadanía –y menos aún si se trata de alguien con reponsabilidad de gestión pública- la consejera de Educación del Gobierno Vasco ha reconocido recientemente la posibilidad de que exista segregación en la forma en la que el sistema educativo vasco distribuye el alumnado de origen extranjero entre los centros de las dos redes educativas. Este hecho con pocos precedentes –no recuerdo ningún otro de la misma protagonista en casi cuatro años de gestión- se produce como consecuencia de una importante campaña de divulgación pública en Vitoria-Gasteiz de asociaciones de familias, direcciones de centros escolares y sindicatos de enseñanza, hartos de reivindicar una escuela pública de calidad y respetada por la propia administración vasca.

A decir verdad esta declaración de la Sra. Uriarte es en realidad una rectificación, dado que en anteriores ocasiones, en el Parlamento y ante reclamaciones que hemos hecho desde la parte sindical, más concretamente CCOO Irakaskuntza, no reconocía tal situación de concentración de este especial alumnado de la Enseñanza Pública.