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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Álava mola

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Mola. Pero ¿qué es exactamente lo que mola? Álava mola. ¿Álava mola o Álava está de moda? Mola y está de moda. Pero ¿por qué mola y está de moda?, ¿por qué es diversa y compleja?, ¿por qué convive con una fuerte intercambiabilidad política?, ¿por qué tiene una capital que funciona a dos velocidades? o ¿por qué hay una relación muy desigual entre el centro y sus periferias? Quizás está de moda por el subidón en el uso del euskera, por la fuerza de su agenda verde y por los múltiples orígenes que la habitan. ¡No! ¡Por eso no está de moda, por eso mola! De moda está porque es rentable electoralmente, porque es donde se juega el partido y porque a Otxandiano y a Pradales les mola.

Otxandiano y Pradales están enchufados camino a Lehendakaritza, que es un edificio que está en Gasteiz, la ciudad que mola; y, en la que tanto EH Bildu como PNV decidieron iniciar su campaña electoral, porque la ciudad está de moda. La demoscopia lo dice claro: la movida se decide entre los indecisos -un 30%-, y se disputa en territorio alavés; que, para quien no lo sepa muy bien, es un lugar al que los mandos de operación de los partidos no han solido prestar mucha atención. Ahora, sin embargo, sí le hacen casito. Bueno, se le hace 'requetemucho 'caso, la verdad. Que se entienda cómo es el territorio alavés ya es otro cantar. Es un poco como lo que pasa con las mujeres y los partidos, que la cosa va poco a poco y con una disputa del espacio. Lo que importa es que Álava se ha colado en el jaleo electoral y aquí cada partido se lo ha montado a su manera.

El PNV lo tiene un poco 'fastidiadillo', por eso de que tiene muy reciente lo de su caso emblema de corrupción. En Álava a De Miguel lo conoce hasta el apuntador. Además, también fue bastante sonado lo de la salida atropellada de Urtaran, un alavés muy alavés, y la bajada de pódium de Artolazabal. Una aclaración para principiantes en Álava: en Álava gusta mucho eso de votar al alavés y al VTV. Para quien no lo sepa, el VTV es el vitoriano de toda la vida. Que Pradales sea un candidato con un perfil marcadamente 'bizkaino' no les ayuda mucho. Eso sí, han escogido un candidato para Álava eminentemente alavés y del Alavés, Díez Antxustegi, que puede amortiguar a los 'jeltzales' un poco el fastidiadillo que tienen montado en el territorio. Además, están sabiendo hacer algunos guiños a la agenda alavesa: mejoras en las conexiones entre territorios a través del tren o un mimo especial al reforzamiento de Osakidetza en Álava –la Sanidad preocupa a las alavesas más que al resto-.

EH Bildu, por su parte, ha ido con todo el equipo y ha puesto a su candidato a Lehendakari a liderar la plancha alavesa. Él es de Otxandio, que algunos dicen que es casi Álava, pero, no, no lo es. Tampoco es nada dramático que no sea alavés, aunque lo de que sea del Athletic puede que no guste al VTV, algo que ya empieza a ser un poco cansino porque las rivalidades futbolísticas son una cosa muy de señoros y en Euskal Herria ya estamos en la cuarta ola feminista. El mayor activo de EH Bildu, sin embargo, son sus datos en el territorio alavés. Los soberanistas están a todo trapo en Álava y eso juega a su favor. Rocío Vitero, además, ganó las elecciones hace prácticamente dos días y tiene un liderazgo muy vitoriano, que contrarresta el liderazgo tan poco alavés de su cabeza de lista. Los de EH Bildu, además, han patentado un nuevo 'mood', el 'made in Araba', que es básicamente la propuesta de extender la forma de hacer –y de votar– alavesa a todo el territorio vasco. Lo de ser la vanguardia, al buen alavés le puede sentar de maravilla y activar el voto independentista en un territorio que es especialmente cotizado. Además, no olvidemos que el voto en Álava tiene un valor mayor, por eso que de que nos repartimos el mismo número de escaños por cada territorio, 25 en total, y en Álava la densidad es bastante menor.

Luego están el resto de los partidos. El PP ha puesto todos sus huevos en Álava, de manera literal y figurada. Un candidato alejado de los cambios del territorio, con posturas muy racistas, machistas y rancias que conecta más con el PP casposo de Ayuso que con el rollo 'vitorianito' y cercano de figuras renovadas como Iñaki García Calvo. El que es en la actualidad el nuevo portavoz del Ayuntamiento de la capital es, ciertamente, uno de los mejores activos que tiene ahora la que fuera, durante algún tiempito, la primera fuerza en el territorio y a la que muchos dan por denostada. Con la intercambiabilidad política que se gasta Álava, no es ninguna locura pensar que en algún momento el PP pueda resurgir como el Ave Fénix. No lo olviden, la cambio político no se da de la noche a la mañana.

El PSE, por su parte, sabe que será clave en la gobernabilidad vasca, así que en Álava más que jugar la partida, lo que ha hecho es sacar a rodar a la que en un tiempo puede ser un buen activo para un recambio generacional por el cual los socialistas han preferido no apostar estas elecciones. Aroa Jilete se postula como un liderazgo a futuro para una Gasteiz donde los socialistas suelen rascar buenos resultados y ostentan gobiernos.

Para terminar, está la ensalada Podemos-Sumar en la que ambos necesitan a Álava como agua de mayo para sobrevivir. Los morados rescatan a Juantxo López de Uralde, que andaba por Madrid, y el que les puede reportar algo por su marcado perfil ecologista. El medioambiente a las alavesas importa y mucho más ahora con el jaleo que hay montado con las eólicas, pero el que, ciertamente, no termina de parecer cercano y conectar con la ciudadanía. Sumar no se ha pasado mucho por el territorio todavía, pero la campaña no ha hecho más que empezar y de Vox podríamos hablar, pero qué necesidad, mejor pidámosles a nuestras ancestras que el escaño de Álava los fascistas no lo vuelvan a revalidar.

En resumidas cuentas, Álava mola, aunque es bien compleja y convendría dedicarle tiempo, ganas y estrategia para poder entenderla. Eso sí, quizás sea buena idea aprovechar lo de que ahora está de moda para conseguir que se haga estructural, hegemónico y efectivo esto de que Álava mola.  

Mola. Pero ¿qué es exactamente lo que mola? Álava mola. ¿Álava mola o Álava está de moda? Mola y está de moda. Pero ¿por qué mola y está de moda?, ¿por qué es diversa y compleja?, ¿por qué convive con una fuerte intercambiabilidad política?, ¿por qué tiene una capital que funciona a dos velocidades? o ¿por qué hay una relación muy desigual entre el centro y sus periferias? Quizás está de moda por el subidón en el uso del euskera, por la fuerza de su agenda verde y por los múltiples orígenes que la habitan. ¡No! ¡Por eso no está de moda, por eso mola! De moda está porque es rentable electoralmente, porque es donde se juega el partido y porque a Otxandiano y a Pradales les mola.

Otxandiano y Pradales están enchufados camino a Lehendakaritza, que es un edificio que está en Gasteiz, la ciudad que mola; y, en la que tanto EH Bildu como PNV decidieron iniciar su campaña electoral, porque la ciudad está de moda. La demoscopia lo dice claro: la movida se decide entre los indecisos -un 30%-, y se disputa en territorio alavés; que, para quien no lo sepa muy bien, es un lugar al que los mandos de operación de los partidos no han solido prestar mucha atención. Ahora, sin embargo, sí le hacen casito. Bueno, se le hace 'requetemucho 'caso, la verdad. Que se entienda cómo es el territorio alavés ya es otro cantar. Es un poco como lo que pasa con las mujeres y los partidos, que la cosa va poco a poco y con una disputa del espacio. Lo que importa es que Álava se ha colado en el jaleo electoral y aquí cada partido se lo ha montado a su manera.