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40 años del Parlamento Vasco ante un nuevo reto de país
Hoy se cumplen 40 años de la constitución del Parlamento Vasco. Y celebramos este aniversario en una situación de emergencia, en un escenario desconocido para Euskadi, en particular, y para el planeta, en general. Nunca en nuestra historia reciente hemos tenido que hacer frente a una amenaza de estas características: el Covid-19.
En este contexto, me parece oportuno recordar en qué condiciones nos encontrábamos aquel 31 de marzo de 1980, y las palabras que, aquel día, se pronunciaron en la Casa de Juntas de Gernika. Salíamos de una dictadura; teníamos un país arruinado económicamente y políticamente desvertebrado; y había que consolidar un sistema de libertades.
Con esos retos, nacía el Parlamento Vasco, “el primer Parlamento que tiene Euskadi después de 8 siglos”, en palabras del presidente Juan José Pujana en la sesión constitutiva. El lehendakari Jesús María Leizaola –que presidía la Mesa de Edad– rememoraba el primer Gobierno Vasco presidido por el lehendakari Agirre y “aquel momento singular en el que, en medio de una terrible guerra, el Pueblo Vasco trataba de organizar sus instituciones de autogobierno… Hemos tenido que sufrir momentos llenos de interrogantes y, en ocasiones, ha sido difícil mantener viva la llama de la esperanza... La realidad que, en este momento, estamos viviendo no hace más que confirmar que aquella esperanza, cuidadosamente alimentada, ha dado sus frutos. La nacionalidad vasca es una realidad viva, que no puede ser ignorada”.
“Por haber luchado por ello –por el derecho a la libertad de nuestro pueblo y por el derecho a la libertad de nuestros ciudadanos– durante cuarenta años, y haber trabajado sin cesar, hemos conseguido dar los primeros pasos, saliendo de la oscuridad a la luz de la libertad”, añadía.
“Y hoy estamos empezando a edificar un Parlamento a la sombra de un símbolo, el árbol de Gernika, que es no solo un símbolo de las libertades vascas, sino un símbolo de la propia libertad. He aquí, probablemente, el valor más importante de este momento histórico: la constante del hombre vasco en encontrar la libertad, que, como bien sabéis, es siempre solidaria”, concluía.
Por su parte, Juan José Pujana, en su primera intervención como presidente, incidía en que “en este mundo enloquecido lleno de violencia, lucha, guerra, muerte, opresión, la constitución de un nuevo Parlamento es algo relevante. Yo diría que es un grito de esperanza. El pueblo más antiguo de Europa, el más atacado, el más oprimido constituye este Parlamento por deseo propio y por su mandato, porque quiere vivir democráticamente, porque quiere permanecer en la igualdad, porque quiere vivir en justicia. El Pueblo Vasco está resurgiendo de sus cenizas”.
Y así ha sido. Pese a las adversidades, el Pueblo Vasco ha resurgido de sus cenizas. Pese a la violencia, a las inundaciones del 83, a las sucesivas crisis económicas, y a otros tantos obstáculos, el Pueblo Vasco ha salido adelante. En estas cuatro décadas, con la implicación de todas las personas que vivimos y formamos parte de este país, hemos construido Osakidetza, la Ertzaintza, nuestro sistema educativo, nuestro sistema de protección social…
Y hemos desarrollado nuestra cultura y nuestra lengua. Hemos avanzado como pueblo y como sociedad. Y ahora nos enfrentamos a este nuevo reto: a una pandemia devastadora. Pero lo hacemos con unos instrumentos de los que no disponíamos aquel 31 de marzo de 1980 en el que el Parlamento Vasco iniciaba su andadura. Osakidetza es uno de ellos. Tenemos un sistema vasco de salud universal, público, de calidad y equitativo; un sistema integrado por profesionales con alto grado de compromiso y competencia; un sistema dotado de servicios, infraestructuras y tecnología.
En definitiva, contamos con un sistema de salud que, unido a la fuerza, la solidaridad, y la capacidad de superación de este pueblo milenario, nos permitirá volver a superar este reto colectivo. Cuando empezamos a preparar los actos de celebración de este aniversario, resultaba inimaginable que, lejos de estar hoy en Gernika, estaríamos confinados en nuestras casas intentado evitar que el virus se propague. Esta es la realidad a la que nos enfrentamos. Pero este hecho no nos impide echar la vista atrás para comprobar que nuestra historia es una historia de superaciones.
No hemos podido celebrar este 40º aniversario como hubiéramos deseado –aunque esperamos poder hacerlo más adelante– pero sí podemos rendir homenaje a las y los que nos han precedido y extraer lecciones de sus palabras –que hago mías– y de sus hechos. Asimismo, en estos duros momentos, quiero mostrar mi profundo agradecimiento a todas las personas que están en primera línea haciendo frente al Covid-19. A todas ellas, muchísimas gracias.
Y gracias, también, a todas las vascas y vascos que están confinados en sus casas para frenar la expansión del virus. Gracias por vuestra entrega, solidaridad y civismo. Nos esperan días, semanas, meses difíciles en los que la colaboración es la clave. Somos un pueblo adulto, un pueblo maduro que, en estos 40 años, se ha consolidado y quiere seguir avanzando, quiere dar pasos cualitativos. Creo en Euskadi, creo en sus gentes y estoy convencida de que, entre todas y todos, saldremos adelante y saldremos reforzados.
Hoy se cumplen 40 años de la constitución del Parlamento Vasco. Y celebramos este aniversario en una situación de emergencia, en un escenario desconocido para Euskadi, en particular, y para el planeta, en general. Nunca en nuestra historia reciente hemos tenido que hacer frente a una amenaza de estas características: el Covid-19.
En este contexto, me parece oportuno recordar en qué condiciones nos encontrábamos aquel 31 de marzo de 1980, y las palabras que, aquel día, se pronunciaron en la Casa de Juntas de Gernika. Salíamos de una dictadura; teníamos un país arruinado económicamente y políticamente desvertebrado; y había que consolidar un sistema de libertades.