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Cinco apuntes sobre la propuesta de una candidatura vasca soberanista y de izquierdas

Estamos en tiempos de unidad. La situación social, política, ecológica y económica reclama una alternativa colectiva, y se suceden los llamamientos para la conformación de candidaturas conjuntas para las próximas elecciones generales. El reto ahora consiste en acertar con las propuestas, las luchas, los tiempos y las alianzas. Estos días se ha presentado a la prensa un manifiesto impulsado por destacadas personalidades del activismo y del mundo académico emplazando a las fuerzas progresistas, específicamente EH Bildu, Podemos, Ezker Anitza-IU y Equo, a lanzar en Euskadi y Navarra candidaturas unitarias aglutinadas en torno a tres ejes: la transformación social, la apertura de un proceso constituyente con base en el derecho a decidir, y la consolidación de la paz y la normalización democrática. Bienvenida sea la iniciativa, pero consideramos que hay importantes elementos de controversia que deben ser abordados sin reservas.

1. Las apuestas políticas, sobre todo una propuesta de unidad para la transformación social y política como es esta, exigen procesos deliberativos y de convergencia programática que no son recomendables si se realizan en clave meramente electoral. La unidad no puede ser una condición a priori sino el resultado de dinámicas de confluencia activa fundamentadas en objetivos, proyectos y acciones políticas compartidas. Desde este punto de vista, la candidatura unitaria entre fuerzas políticas con escaso recorrido en común, corre el riesgo de convertirse en un simple ejercicio de oportunismo electoralista.

2. En relación a la inclusión de la izquierda abertzale en las candidaturas unitarias para las próximas elecciones generales, no cabe obviar que esta propuesta entraña un fuerte riesgo de debilitarlas, lastrando así las posibilidades de ganar la mayoría social en todo el Estado e incluso aquí, en Euskadi. Pero, además, ¿una candidatura de estas características tendría el apoyo de las propias bases de la izquierda abertzale, de Podemos, de IU o de Equo en Euskadi? En parte sí, pero en una gran medida no. Un llamamiento bienintencionado como el que nos ocupa está condenado a ser un fuego de artificio... incendiario en cuanto que frustraría el objetivo que pretende perseguir.

Por otra parte, la referencia explícita durante la presentación del manifiesto a las alianzas formadas en Cataluña como ejemplo de éxito, llevan también a preguntarnos sobre el modelo específico de unidad que se está proponiendo. De hecho, el espejo catalán muestra dos vías antagónicas: unidad independentista de Convergencia+ERC versus unidad por el cambio social (Podemos+ICV+EUiA+Equo). Cataluña evidencia precisamente lo que no hay que hacer: colaborar con los partidos neoliberales con la excusa de la independencia. Entonces, ¿cuál es el modelo que se propone para Euskadi? Por la rueda de prensa también sabemos que la única fuerza que ha sido consultada previamente por los promotores es Bildu/Amaiur, una organización que hace cuatro años ofreció al PNV listas conjuntas para las generales y cuyos portavoces han planteado al PNV acuerdos y gobiernos nacionales basados en el derecho a decidir. Ante la negativa de Sabin Etxea, las portadas de estos días en Gara y Berria anuncian un claro cambio de estrategia. De modo que la pregunta que nos surge es si se rechaza definitivamente el modelo catalán de ERC, o si estamos ante un tacticismo coyuntural para intentar hegemonizar la irrupción de espacios ajenos.

3. En relación a los contenidos programáticos que deben ser la base de cualquier lista compartida, la propuesta presenta el “derecho a decidir”, como solución a una de las crisis evidentes del Estado español, el problema nacional. ¿De verdad se piensa que los legítimos referéndum de Quebec, Escocia o Cataluña solventan los problemas de convivencia plurinacional?. ¿El proyecto para el Estado español sería la libre convivencia en una nación de naciones o, por el contrario, más divisiones entre bandos identitarios enfrentados mitad contra mitad?. La apuesta por una alianza entre PNV y EH Bildu a la catalana en Gure Esku, o sus acuerdos para purgar a decenas de periodistas en las radios de EITB por razones lingüístico-ideológicas, reflejan visiones bastante lejanas a la pluralidad de las sociedades vasca y navarra. ¿Son estos principios menores para nuestro futuro como país, o ponen sobre la mesa modelos crucialmente distintos?. Nuestra defensa del derecho a decidir, irrenunciable, se suma a nuestro compromiso para no crispar y dividir de nuevo nuestra ciudadanía por motivos de identidad nacional.

4. En relación a la Paz y los derechos humanos, el manifiesto rechaza, como no podía ser de otra manera, todo tipo de violencia. El momento político que vivimos exige superar soluciones basadas en formulaciones vagas, abiertas o ambiguas que no son suficientes como para sostener toda una candidatura conjunta. Nuestra negra historia requiere algo más, requiere un suelo ético compartido. En el Estado español, la memoria democrática contra el franquismo, la tortura o contra el terrorismo de Estado ha sido y es una injusta tarea pendiente, en la que todavía quedan demasiadas fosas enterradas en cal viva. Tenemos la sincera duda de si seríamos capaces de abordar y deslegitimar de la misma manera el horror del terrorismo de ETA, de la violencia de persecución, de la extorsión o de la “socialización del sufrimiento”.

5. Por supuesto, entre el conjunto de fuerzas interpeladas hay coincidencias en muchas propuestas socio-económicas que es obligado seguir impulsando conjuntamente en la calle y en las instituciones. Pero no conviene difuminar que nuestra gente, nuestro espacio social, no trabaja cada día para verse mañana obligado a elegir entre una Euskadi gobernada por Urkullu o por Otegi. Aspiramos a una alternativa diferente y mayoritaria. Ese esquema es ya un esquema del pasado. En ese estrecho margen no caben nuestras aspiraciones e ilusiones. La realidad de las luchas sociales en los últimos años es que ha faltado confluencia social. Los portavoces de la izquierda abertzale, a veces en contra de su propia gente, han criticado o cuanto menos minimizado las luchas ciudadanas y sociales que han traído este momento político. El 15-M, las diferentes mareas, las luchas contra los desahucios e incluso las huelgas generales convocadas eran el momento para la confluencia en las luchas. En todo caso, estamos abiertos a debatir la iniciativa y los interrogantes que aquí compartimos. Nuestras manos están dispuestas a colaborar en lo que coincidamos, y de la misma manera lo están para defender con autonomía nuestros valores propios, sin dependencias y sin complejos. El camino y la lucha siempre siguen, nunca terminan. Ahí nos veremos.

Sabin Zubiri, militante de Ezker Anitza-IU; Sergio Campo, militante y activista; Arantxa Rodriguez y Ander Gutiérrez-Solana, militantes de Podemos- Ahal Dugu; y Aitor Urresti, militante de Equo Euskadi.

Estamos en tiempos de unidad. La situación social, política, ecológica y económica reclama una alternativa colectiva, y se suceden los llamamientos para la conformación de candidaturas conjuntas para las próximas elecciones generales. El reto ahora consiste en acertar con las propuestas, las luchas, los tiempos y las alianzas. Estos días se ha presentado a la prensa un manifiesto impulsado por destacadas personalidades del activismo y del mundo académico emplazando a las fuerzas progresistas, específicamente EH Bildu, Podemos, Ezker Anitza-IU y Equo, a lanzar en Euskadi y Navarra candidaturas unitarias aglutinadas en torno a tres ejes: la transformación social, la apertura de un proceso constituyente con base en el derecho a decidir, y la consolidación de la paz y la normalización democrática. Bienvenida sea la iniciativa, pero consideramos que hay importantes elementos de controversia que deben ser abordados sin reservas.

1. Las apuestas políticas, sobre todo una propuesta de unidad para la transformación social y política como es esta, exigen procesos deliberativos y de convergencia programática que no son recomendables si se realizan en clave meramente electoral. La unidad no puede ser una condición a priori sino el resultado de dinámicas de confluencia activa fundamentadas en objetivos, proyectos y acciones políticas compartidas. Desde este punto de vista, la candidatura unitaria entre fuerzas políticas con escaso recorrido en común, corre el riesgo de convertirse en un simple ejercicio de oportunismo electoralista.