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Bilbao, en estado de espera

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“Sueña que sueña la estrella. Siempre en estado de espera. Vuelve a coger la botella y pasa las noches en vela”. Igual que la bonita canción 'Standby'“ del grupo Extremoduro, Bilbao se parece a esa estrella, que sueña y sueña, pero sobre todo, espera. Porque, a diferencia de la tozuda opinión del Gobierno municipal, el estado general de la ciudad, desde hace tiempo, es el estado de espera.  

Muchos programas, muchos planes y muchas estrategias, pero a la hora de la verdad y en lo referente a los grandes proyectos estratégicos, la realidad muestra que todo, o casi todo, está por hacer. 

Mientras que para el Gobierno con su alcalde a la cabeza, el primer año de mandato ha sido ilusionante, trufado de anuncios de nuevos proyectos, a nosotras nos da la sensación de que este Gobierno es lento, muy lento a la hora de ejecutar los grandes proyectos de Bilbao.

De alguna manera, este Gobierno muestra un ritmo relativamente eficiente a la hora de gestionar el día a día de la ciudad y sus obras menores, pero cuando llega la hora de la verdad, la hora de las políticas públicas importantes, se aletargan y parece que incluso se conforman con anunciar proyectos y no tanto con hacerlos realidad.

No nos valen las excusas competenciales. No es suficiente con decir que dependen de otras instituciones públicas o de la lenta burocracia administrativa. Si analizamos los grandes proyectos estratégicos, no hay ni uno sólo que podamos decir que se esté ejecutando a buen ritmo. 

Concretamente, nos referimos a proyectos como Zorrozaurre. Tras muchos años de espera, por el momento tenemos obra pública y viviendas, pero seguimos esperando a las grandes empresas y, sobre todo, a sus nuevos puestos de trabajo. En cuanto al Plan de Activación de Artxanda, casi todo por hacer. En relación al proyecto o estrategia integral de desarrollo sostenible de la ría Ibaizabal y de la cuenca del Cadagua, todo por hacer. La nueva Casilla, todo por hacer, o mejor dicho todo por privatizar. La nueva Zona de Bajas Emisiones, veremos a partir de este mes de septiembre, así que estamos también en estado de espera. Abando y el tren de alta velocidad, todo por hacer. La línea cuatro del metro, todavía no está clara ni cuál será el diseño final. Punta Zorroza, casi todo por hacer; eso sí, Sader y Profersa continúan echándonos sus malos humos dentro de la ciudad. 

Pero es que además del enorme retraso acumulado en estos proyectos urbanos, en el ámbito de los grandes retos de ciudad, las noticias no son mejores, ya que la mayor parte de la sociedad bilbaína continúa esperando avances o mejoras. 

En referencia al reto económico y del empleo, seguimos teniendo una situación muy difícil. Respecto a las personas desempleadas tenemos un problema crónico. Ya no es que sigamos sin lograr bajar de las 20.000 personas desempleadas, sino que si comparamos los datos de agosto del año pasado con los de este año, el paro ha aumentado, contabilizando ahora 21.387 personas sin un trabajo con el que poder subsistir. 

El Gobierno municipal sigue enfocado en convertir a Bilbao en una ciudad atractiva para la inversión, pero si estas inversiones no reducen el desempleo y aseguran empleos de calidad, ¿para qué sirven esos negocios? ¿A quién benefician realmente esos nuevos negocios? 

Respecto a las personas jóvenes y el reto de convertir Bilbao en una ciudad donde poder hacer realidad su proyecto vital, el panorama es desalentador. Si obviamos la realidad elitista de una pequeña minoría, para el común de los mortales poder pagar mensualmente más de 600 euros por alquilar una habitación es una quimera, es un auténtico insulto. ¿Quién puede emanciparse con esos precios? 

En materia de vivienda, este Gobierno municipal está más cerca del objetivo de convertir Bilbao en “ciudad especuladora” que en el de lograr ser una “ciudad universitaria”. 

Pero es que el problema no es sólo el precio de los alquileres de pisos o habitaciones. También el precio de la vivienda nueva en Euskadi se ha incrementado más de un 15%. Mucho nos tememos que si este Gobierno municipal sigue con las mismas políticas de vivienda, no van a lograr el reto de fijar y atraer juventud a nuestra ciudad, ni ahora ni en cien años.

En cuanto al reto de la sostenibilidad urbana y la emergencia climática también vamos con mucho retraso. Aquí todavía tenemos que seguir luchando para que no se talen árboles o para que los nuevos árboles que por ley deberían plantarse en suelo urbano no se deslocalicen al extrarradio. 

En definitiva, así estamos en Bilbao, esperando. Pero el problema es que la paciencia ciudadana no es eterna y comenzamos a ser muchas las personas que estamos cansadas de esperar un futuro que no acaba de llegar. Por este motivo denunciamos públicamente que el estado de la ciudad no puede seguir siendo, indefinidamente, el estado de espera.

“Sueña que sueña la estrella. Siempre en estado de espera. Vuelve a coger la botella y pasa las noches en vela”. Igual que la bonita canción 'Standby'“ del grupo Extremoduro, Bilbao se parece a esa estrella, que sueña y sueña, pero sobre todo, espera. Porque, a diferencia de la tozuda opinión del Gobierno municipal, el estado general de la ciudad, desde hace tiempo, es el estado de espera.  

Muchos programas, muchos planes y muchas estrategias, pero a la hora de la verdad y en lo referente a los grandes proyectos estratégicos, la realidad muestra que todo, o casi todo, está por hacer.