Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Caín y Abel, Jack el Destripador, y el tragasables en el circo madrileño
En mayo de 1879 Pablo Iglesias fundó el PSOE. En julio de 1895, Sabino Arana fundó el PNV, partidos que se fueron haciendo en tiempos en los que no había televisión, internet ni facilidades audiovisuales basadas en la inmediatez. Cárceles, persecución, exilio, Casas del Pueblo, Batzokis, enfrentamientos, pérdidas electorales, años de gobierno han ido macerando estos dos partidos decanos de las Cortes Generales frente a una derecha camaleónica apegada a líderes territoriales, caudillos, caciques e intereses varios. Y frente a toda esa trayectoria nuevos partidos nacidos y crecidos alrededor de la televisión, de la imagen, del quita y pon, del showman, showmen y de la venta de arcadias felices con fecha de caducidad. Partidos de aluvión construidos sobre notables en arenas movedizas pero muy interesantes a la hora de darle salsilla a la vida política y audiencia a las televisiones.
Escuché la semana pasada a uno de esos sesudos analistas de la Sexta que la culpa de este jolgorio políticos la tenían los partidos nacionalistas por no haber permitido en treinta años la creación de una opción bisagra. Habían desaparecido la UCD, el CDS, UPyD y a Ciudadanos le daba pocas horas de vida. Brillante análisis y gran conocimiento de lo que es España. Pero es verdad lo de los partidos bisagras nacidos alrededor de una figura, alimentados por horas de televisión y sin un mensaje claro regeneracionista con todas las consecuencias. Prima más el ego de sus fundadores que un programa serio, contrastado, verificable y llevado con el raca raca que requiere la consolidación de un proyecto.
No me gustan estos políticos de invernadero que solo están a las tajadas, a la mesa puesta, a ser los presidentes o los defensores del pueblo sin currárselo como ha hecho la médico de Más País
Es malo personalizar la política pero ésta no existe sin las personas y sus ambiciones. La política es complicidad sin amistad y esto es tan evidente que Pablo Iglesias, después de consultar con su espejito, espejito, no se dio cuenta que tenía menos parlamentarios que Más Madrid, ni que había nacido una estrella sólida como Mónica García, y que la gente comienza a estar algo harta de sus prédicas vacías sin acciones coherentes. Errejón le pasó factura con la explicable argumentación de que a una mujer y con más votos no se la puede soslayar para dar paso al macho alfa que nos decía que el cielo no se conquista con consenso y que había que acabar con la Casta. Interesante enfrentamiento político entre Caín y Abel, de momento, sin quijada de burro, mientras Jack el Destripador observa preocupado la escena.
Lo mejor para la Comunidad madrileña es que gobierne el PSOE, por ser lo menos malo, con Gabilondo al frente, aunque éste no merezca la presidencia. No me gustan estos políticos de invernadero que solo están a las tajadas, a la mesa puesta, a ser los presidentes o los defensores del pueblo sin currárselo como ha hecho la médico de Más País. Se argumenta que es un profesor de metafísica que prefiere hablar de Kant que del tráfico en Vallecas y que siendo hijo de gudari no tenía ni idea, ni puñetera idea que en el Carlton había estado la presidencia del Gobierno vasco con Aguirre como Lehendakari en la guerra, como me lo dijo. Quien no sabe ni lo mínimo habiendo sido ministro de Educación significa que su curiosidad informativa es muy limitada. Y esa no es una buena credencial para que encima se le aplauda.
Por otra parte su oposición a una dirigente como Díaz Ayuso ha sido inexistente. Desaparecido en combate en los momentos más difíciles sin tratar de poner una palabra de cordura ante tanto despropósito, clama al cielo, a ese cielo al que se llega directamente desde Madrid. En fin, que será presidente pero no lo merece por esa estupidez de los partidos de no reconocer a quien trabaja sino a quien más títulos tiene, aunque sea un calzonazos.
Díaz Ayuso no sería la lideresa que es en la actualidad sin un personaje como Miguel Ángel Rodríguez, moviendo sus labios desde el proscenio. Los que hemos conocido de cerca a este manipulador de voluntades, a este personaje que lleva las situaciones al límite, a este gurú que compite contra Iván Redondo, no entienden nada sobre una señora corrientita en lo político pero crecida en sus desafíos, cosa que lo logra siguiendo a pies juntillas el guion que un MAR prepara en la trastienda, incluyendo ese discurso incomprensible en la derecha de que Madrid es poco menos que una ciudad estado asediada. Pero le funciona.
Sobre Ciudadanos poco que decir salvo que su juego de la yenka tiene nulo recorrido. Cuando la ideología es tan solo actuar en función de los demás y no se tiene un mensaje claro sino desdibujado, sin perfil ni narrativa, pasa lo que pasa. Y si, además, tu fundador Rivera tiene montado una tembladera bajo la silla de Arrimadas que ni en el Japón telúrico, que Dios te coja confesada.
¿Habrá elecciones generales anticipadas? No lo creo. Sánchez solo se juega que Gabilondo sea presidente de la Comunidad de Madrid. Si lo logra podrá ir a Ferraz y decir a sus barones: “Chicos y chicas. Compañeros. España con presupuestos, Iglesias no está en el gobierno, crezco en las encuestas, he enviado a Díaz Ayuso dos años al paro y estoy a punto de recibir un chorro de millones de la UE. Y pronto vacunados todos. Tranquilos, esto va bien”.
Y mientras España, deshilachándose, como nos recuerda Iturgaiz.
En mayo de 1879 Pablo Iglesias fundó el PSOE. En julio de 1895, Sabino Arana fundó el PNV, partidos que se fueron haciendo en tiempos en los que no había televisión, internet ni facilidades audiovisuales basadas en la inmediatez. Cárceles, persecución, exilio, Casas del Pueblo, Batzokis, enfrentamientos, pérdidas electorales, años de gobierno han ido macerando estos dos partidos decanos de las Cortes Generales frente a una derecha camaleónica apegada a líderes territoriales, caudillos, caciques e intereses varios. Y frente a toda esa trayectoria nuevos partidos nacidos y crecidos alrededor de la televisión, de la imagen, del quita y pon, del showman, showmen y de la venta de arcadias felices con fecha de caducidad. Partidos de aluvión construidos sobre notables en arenas movedizas pero muy interesantes a la hora de darle salsilla a la vida política y audiencia a las televisiones.
Escuché la semana pasada a uno de esos sesudos analistas de la Sexta que la culpa de este jolgorio políticos la tenían los partidos nacionalistas por no haber permitido en treinta años la creación de una opción bisagra. Habían desaparecido la UCD, el CDS, UPyD y a Ciudadanos le daba pocas horas de vida. Brillante análisis y gran conocimiento de lo que es España. Pero es verdad lo de los partidos bisagras nacidos alrededor de una figura, alimentados por horas de televisión y sin un mensaje claro regeneracionista con todas las consecuencias. Prima más el ego de sus fundadores que un programa serio, contrastado, verificable y llevado con el raca raca que requiere la consolidación de un proyecto.