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¿El compost es la clave del futuro de la gestión de los residuos?
Desde hace tiempo se viene repitiendo por parte de algunos sectores que la clave del futuro de la gestión de los residuos urbanos en Euskadi está en los biorresiduos, y su posterior compostaje. Cuando hablamos de biorresiduos nos referimos a residuos vegetales de las zonas verdes y jardines, residuos alimenticios y de cocina procedentes de hogares, restaurantes, servicios de restauración colectiva y establecimientos de venta al por menor, así como residuos comparables procedentes del procesado de alimentos. Pero, ¿es así? Esta afirmación admite unas cuantas respuestas y matizaciones.
Los niveles de bienestar en los que está instalada la sociedad actual en los países industrializados se debaten hoy en la disyuntiva de un consumismo disparado (con algunos paréntesis en épocas de crisis), consecuencia de la creciente oferta de productos y servicios y la imperiosa necesidad de controlar esos niveles de consumo para reducir los residuos generados a consecuencia de ello. Mientras esta cuestión ocupa las decisiones políticas, las valoraciones de expertos y las consideraciones de los colectivos sociales existe un hecho que es indiscutible y al que hay que darle respuesta: los residuos que generamos las sociedades industrializadas deben ser adecuadamente tratados primando la reducción, la reutilización, el reciclaje, la valorización y por último la eliminación de aquellos residuos que no se puedan tratar a través de las anteriores alternativas, asegurando una correcta protección del medio ambiente y de la salud pública, y al mismo tiempo utilizando de forma eficiente los recursos que se destinen a ese fin.
Los países y las ciudades más avanzadas del mundo desde un punto de vista ambiental llevan tiempo poniendo en práctica modelos de tratamiento de sus residuos urbanos: modelos que se vienen mejorando con el tiempo y que se combinan hoy con la utilización de diversas tecnologías, que permiten la eliminación, la valorización, el reciclaje, y la reutilización de los residuos. No existe un modelo único y en función de las características de cada lugar habrá que tener cuenta los diferentes sistemas de tratamiento a poner en marcha según el tipo de residuos y de urbanización, qué características debe tener el residuo para que pueda ser convertido en compost, la biometanización, las modernas técnicas de valorización energética….y todas aquellas tecnologías que se emplean para una gestión sostenible de los residuos urbanos.
Sin embargo, esta política de residuos que ni es más ni menos la política comunitaria en esta materia, a la hora de ponerla en marcha, admite según esté en boca de unos u otros, diferentes interpretaciones. No hay más que ver lo que aconteció en la pasada legislatura en el Territorio Histórico en Gipuzkoa, o a otros niveles, lo que podría ocurrir en Bizkaia, pero en lo referente a la recogida de los biorresiduos y su posterior compostaje. Y digo esto, porque en el caso de Bizkaia las infraestructuras para otros tratamientos como el reciclaje, aprovechamiento energético, plantas de separación de residuos, etc., aunque pueden plantearse mejoras o ampliaciones en función de los tratamientos de cada residuo (es el caso de la recuperación y reutilización, salvando las ya existentes), ya vienen funcionando.
Desde hace tiempo se viene repitiendo por parte de algunos sectores que la clave del futuro de la gestión de los residuos urbanos en Euskadi está en los biorresiduos, y su compostaje. Pero esta afirmación admite múltiples respuestas y matizaciones en función de los diversos tratamientos que se pueden aplicar a los biorresiduos y otras muchas consideraciones de tipo técnico, económico, social….
Los objetivos básicos de la política de residuos de la UE actualmente vigentes son, por este orden, prevenir los residuos y promocionar la preparación para la reutilización, el reciclado y otros tipos de valorización (incluida la valorización energética) para reducir su impacto ambiental, previamente a la eliminación. El objetivo a largo plazo es que la UE se convierta en una sociedad del reciclado que se proponga, como meta, evitar la generación de residuos, y aquellos que no se haya podido evitar su generación, utilizarlos como recursos, es decir, contribuir al cierre de los ciclos de los diferentes materiales. Es lo que se llama actualmente “Economía Circular”.
La jerarquía de gestión enfocada a los Biorresiduos se traduciría en las siguientes prioridades de gestión:
- Reducir de la producción de biorresiduos (reducir el despilfarro alimentario y los excedentes comerciales y de producción y transformación).
- Alimentar a las personas (donaciones a bancos de alimentos, comedores sociales, etc.).
- Alimentar a los animales.
- Usos industriales (aceites y grasas): biocombustibles, jabones, cosméticos, etc.
- Compostaje doméstico o industrial y digestión anaerobia.
- Otro tipo de valorización (incluye la valorización energética).
- Eliminación.
Sin embargo, y como se ha citado anteriormente, todos los tratamientos enfocados a los biorresiduos, como fue la política de residuos de la Diputación guipuzcoana en la pasada legislatura, gobernada por EH Bildu, se redujeron al compostaje. Por otra parte, en Bizkaia, la realidad es muy diferente en cuanto a su puesta en escena, siendo la línea que sigue su Diputación Foral en la instalación progresiva del quinto contenedor para la recogida de los biorresiduos proveniente de los domicilios en los municipios de este territorio, a diferencia del puerta a puerta u otras modalidades.
En mi opinión, y teniendo como referencia la citada jerarquía comunitaria en lo que respecta a los biorresiduos, no existe una solución única y definitiva para desarrollar su gestión, ya que se dispone de distintas opciones, modelos y tecnologías que deben combinarse para adecuarse a cada realidad. Para seleccionar la mejor alternativa de gestión de los biorresiduos, es necesario encontrar un equilibrio técnico, económico, social y medioambiental entre las distintas opciones con las que cuenta la gestión de estos residuos, equilibrio que depende de una serie de factores locales, entre ellos la densidad, el urbanismo, la presencia de actividades comerciales, los sistemas de recogida y tratamiento aplicables, la composición y la calidad de los biorresiduos, las condiciones climáticas, el uso potencial de compost….
Cuando se trata de planificar el futuro y en este caso de la gestión de los biorresiduos, en primer lugar es imprescindible hacer un diagnóstico correcto del presente. En este sentido, conviene saber las cantidades que se generan de biorresiduos procedentes de los grandes productores (restaurantes, servicios de restauración colectiva, establecimientos de venta al por menor…), residuos vegetales de las zonas verdes y jardines, y residuos alimenticios y de cocina procedentes de hogares.
En el caso de los biorresiduos provenientes de grandes productores suponen más o menos alrededor del 45% del total de los biorresiduos de origen municipal, otro 5% serían biorresiduos procedentes de las podas y jardines y el 50% restante de los domicilios. Sin duda, esta cuestión es fundamental a la hora de establecer qué sistema de tratamiento de los biorresiduos implementar.
Otro aspecto importante es la calidad del compost. Hace falta un compost de muy buena calidad, para su posterior aplicación, porque de lo contrario lo que haces es contaminar el suelo. Y eso tiene sus dificultades. Por otra parte, el compost de biorresiduos tiene unos competidores muy buenos y fuertes, y hoy en día se prefiere, a la turba, la fibra de coco, la fibra de madera, etc.
A la hora de conseguir una buena calidad de compost, los mejores colocados son los biorresiduos procedentes de las podas y jardines, y de los grandes productores, con gran diferencia sobre los generados en los hogares. Lo bueno de los grandes generadores es que con un poquito de gestión se sabe cuál es el orden de magnitud de lo que deben generar. No hay más que ir a por ellos. Y obtendremos unos biorresiduos recogidos separadamente en una gran cantidad y con una grandísima calidad, bastante libres de impropios.
En tercer lugar, otra cuestión a tener en cuenta son las aplicaciones del compost obtenido. En Gipuzkoa una comisión interdisciplinar estudió este tema y la conclusión fue que la agricultura no necesita compost. Es más, hay un excedente de purines. También descartó su uso en pastos. Tiene salida en jardines y en restauración de suelos degradados, algo así como 11.000 toneladas al año. Sin embargo, para EH Bildu, parece que se podían recoger todos los biorresiduos y compostar. Pero, ¿para qué?, ¿con qué calidad?... En Bizkaia, las posibles aplicaciones son similares. Por tanto, hay un problema importante de escasez de demanda de compost en esos territorios.
Aunque también se me puede decir, que puede haber un mercado potencial en otros lugares de la península Ibérica. Cierto. Pero la demanda no se genera por sí misma. El problema es vender un producto llamado compost a buen precio. Y este es el problema de la demanda. Necesita de gestión. Necesita que alguien trabaje sobre ella. Se necesita hacer lo que han hecho aquellos que consiguen vender el compost en la Unión Europea. Lo primero es certificar su calidad y lo segundo darle una presentación que permita su venta a largas distancias. Y aún y todo, tiene muchas dificultades.
En resumidas cuentas, la cuestión esencial es evitar de una vez y a plazo fijo el depósito en vertedero de materiales reciclables y valorizables, en general, y compostables, en particular. Pero eso, en mi opinión, no debe llevar a plantearse el compostaje de los biorresiduos como la única opción de tratamiento y como la clave de la gestión de los residuos urbanos en Euskadi, como se hizo en la pasada legislatura de la mano de EH Bildu en Gipuzkoa. Además comenzando la “casa por el tejado”. Es decir, con una única planta de compostaje, la de Lapatz, en Azpeitia, y por tanto “exportando” los biorresiduos a otros lugares, como Navarra e Iparralde, y con un solo vertedero en funcionamiento -el de Sasieta, última opción en la jerarquía comunitaria en residuos- y actualmente ninguno, por lo que se tiene que llevar la fracción “rechazo” a Cantabria.
En el caso de Bizkaia, espero que en el tema de la gestión de los biorresiduos no se cometa el error de considerar como única opción de tratamiento el compost.
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