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La Consejera y el día de la marmota

Como un Phil Connors cualquiera, preocupado por encontrarse atrapado en el tiempo y repitiendo 'sine die' los mismos hechos, nos hemos sentido tras conocer la intervención de Cristina Uriarte ante la Comisión de Educación del Parlamento Vasco. Y eso que, al igual que el protagonista que representó Bill Murray ('Atrapado en el tiempo', de Harold Ramis, 1993) esperaba que la marmota anunciase el fin o no del invierno, acudíamos a esta sesión esperando novedades sustanciales que mejorasen la gestión educativa. Desgraciadamente, la maldición se cumplió y, una vez más, la comparecencia no fue de gran utilidad. Vayamos por partes.

Inevitablemente PISA y los resultados vascos cosechados en la convocatoria de 2015 tuvieron su apartado. Y no deja de ser curioso –utilizando un adjetivo al menos educado- que la explicación de la Sra. Consejera sobre los planes de mejora en este indicador europeo pase por considerar que para elevar el nivel de las cualificaciones básicas del alumnado “es primordial garantizar una docencia de alta calidad, ofreciendo al profesorado una formación adecuada, así como un desarrollo profesional continuo, y la mejora de la gobernanza y de la dirección de los centros”. De sus palabras se colige que parte del problema de los resultados (¿cuánto en realidad? ¿la mayor parte? ¿todo?) proviene de un profesorado y unas direcciones de centros que no están en línea con lo que PISA solicita. En roman paladino, que las líneas de mejora en las que debe estar trabajando su departamento pasarán por readaptar estas piezas “defectuosas”. Tras esta carga de profundidad, PISA quedó varado en la orilla, pese a la insistencia en varias intervenciones posteriores de parlamentarios/as por reflotarlo.

Lanzada la salva, vinieron los compromisos que asumirá el departamento. El primero –y fundamental, según la Sra. Uriarte- alcanzar un pacto por la educación. (Lógicamente, en plena efervescencia política de este tema en España, no podía el PNV dejarlo olvidado en la trastienda). Lo que ya no es tan evidente es a qué tipo de pacto se refiere la Consejera ni lo que entiende por voluntad de la mayoría. ¿Bastaría un consenso tan solo entre las patronales educativas, incluida ahí la propia Administración? ¿Algo similar a los acuerdos actuales conseguidos hasta la fecha para Heziberri 2020? ¿Sería mayoría social suficiente para una ley educativa vasca la suma de los votos de los partidos en el gobierno y del PP, recalcitrante defensor de la actual LOMCE (46 votos sobre 75)? Habrá tiempo para conocer la estrategia del Departamento y sus esfuerzos por buscar diálogo y consensos amplios.

El segundo compromiso explícito de la Consejera: la apuesta por una escuela de calidad, inclusiva e innovadora (Los adjetivos, en el orden citado por Cristina Uriarte). Trabajar la inclusividad significará apoyar el programa “Hamaika Esku” y desarrollar el II Plan de atención al alumnado inmigrante.¿Y ya está? ¿Hasta ahí llegarán los esfuerzos?. Ni una línea sobre la intervención en los centros-gueto que, desgraciadamente, existen en los tres territorios vascos y que la propia Administración ha fomentado con el envío de recursos humanos y materiales; ni media palabra que explique las razones por las que los sindicatos de enseñanza son ignorados a la hora de tratar este asunto; silencio absoluto sobre la carencia de estrategia para abordar la situación de la Educación de Adultos.

La cohesión social y la convivencia intercultural en las aulas fueron señaladas como elementos centrales del tercer compromiso que asume la Consejera. El elemento más novedoso aportado, la puesta en marcha de las oficinas territoriales de escolarización. Presuntamente significará la desaparición de la actuales Comisiones de garantía provinciales, que han resuelto mal su trabajo, especialmente el de los problemas derivados de la escolarización tardía. De este nuevo servicio apuntado cabe desear que estudie, de forma significativa, la realidad que se produce en este alumnado en los años siguientes a su llegada a una escuela o a un colegio vasco. Seguramente el resultado de estos informes desmonte la creencia actual de reparto equitativo entre redes –pública y concertada religiosa- repetida machaconamente por la administración.

Sobre la estrategia prevista para trabajar las violencias en las aulas, cabe recordar que el Departamento de Educación dispone de mecanismos creados con el último Acuerdo regulador de 2010, e ignorados desde que esta Consejería se formó: los Planes y los Observatorios de Convivencia de cada centro (¿algún inspector/a recuerda cuándo revisó el último?) y el Observatorio para la Convivencia Escolar de la CAPV -en el que Administración, centros educativos, sindicatos y asociaciones de familias debatían y decidían sobre los informes correspondientes-, que fue convocado por última vez hace 5 años. Desde entonces hasta ahora, los diversos planes de convivencia diseñados por la Administración sólo se han sometido al aval de su propia valoración.

El cuarto compromiso vuelve a incidir en la ambigüedad de propuesta. Tras una declaración de principios sobre la escuela plurilingüe, deja demasiados interrogantes. ¿Significa la superación definitiva del marco actual de modelos lingüísticos? ¿Es compatible con él? Si no lo es, ¿por qué otro modelo se sustituiría? En otro sentido, ¿tendrán acceso todos los centros o habrá, como hasta ahora, jerarquía en la concesión? ¿cómo se interpreta que la extensión de los proyectos plurilingües tendrá en cuenta la realidad sociolingüística de cada zona? ¿Condicionará la apuesta de un centro por la tercera lengua su nivel de competencia en euskera y castellano? Y por último, más dudas con el profesorado ¿Qué oferta de capacitación lingüística se hará? ¿Seguirá siendo suficiente con una titulación B2 también para Secundaria y Bachillerato? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el Departamento en ese Plan de Formación Lingüística? ¿Creará un IRALE bis?

Respecto al profesorado, la Consejera planteó tres propósitos (promover su formación inicial, apostar por su estabilidad y empoderar la labor docente) con diferente grado de evaluación. Mientras que el segundo –la convocatoria de OPEs es fácilmente medible cualitativa y cuantitativamente- el primero (¿propondrá cambios metodológicos en planes de estudio de las escuelas de formación del profesorado o se conformará con la elevación de los numerus clausus?) y el tercero (¿Habrá nuevas ideas o nos atacará una nueva campaña mediática a lo “Soy profesora, soy profesor” anterior?) entran en imprecisos niveles de control.

La Formación Profesional también fue comentada por la Consejera: IV Plan, Ley Vasca de FP, 50% alumnado en dual y titulados en euskera, o más de 350 empresas de emprendizaje para el año 2020 son algunos de los objetivos ambiciosos propuestos que habrá que ir midiendo paso a paso, sin caer en megalomanías contraproducentes para un sector que, da la impresión, comienza a cabalgar a dos velocidades: la propuesta por la viceconsejería y la real de los centros de FP.

La Sra. Uriarte finalizó con unas breves notas sobre la Universidad vasca, sin duda el entorno educativo menos definido de toda su extensa intervención. De hecho, la información recaló en expresar la necesidad de internacionalizar los estudios superiores, de retener el talento investigador (existe justificada alarma con los porcentajes anuales de egresados/as que abandonan la Comunidad Autónoma por falta de estímulos) y de promocionar la investigación en ciencias sociales, humanidades y ciencias jurídicas. Nada, por ejemplo, respecto a la forma en que el nuevo equipo rectoral y el propio Departamento solventarán los antiguos problemas de negociación de los contratos-programa, hasta 80 de ellos en riesgo ahora de finalización por falta de presupuesto autonómico.

En fin, que los anuncios que la Sra. Uriarte realizó recientemente en la Comisión parlamentaria de Educación suenan a “más de lo mismo”. Pocas novedades y las presentadas –inglés en 5º de Primaria, protocolo antiacoso escolar, convocatorias anuales de OPEs- han sido acogidas con un elevado recelo, pues recuerdan enormemente a promesas incumplidas o concreciones descafeinadas en tiempo y acción.

No querríamos, pese a todo, acabar como el bueno de Bill Murray, hastiado de repetir día tras día la misma toma televisiva y amenazando a la audiencia con un pronóstico de tiempo invernal durante muchos meses. Será necesario que el Departamento de Educación se plantee buscar menos titulares y escuchar más las demandas de centros escolares, sindicatos y familias. Veremos.

Pablo García de Vicuña Peñafiel

[1] “Atrapado en el tiempo”, de Harold Ramis, 1993

Como un Phil Connors cualquiera, preocupado por encontrarse atrapado en el tiempo y repitiendo 'sine die' los mismos hechos, nos hemos sentido tras conocer la intervención de Cristina Uriarte ante la Comisión de Educación del Parlamento Vasco. Y eso que, al igual que el protagonista que representó Bill Murray ('Atrapado en el tiempo', de Harold Ramis, 1993) esperaba que la marmota anunciase el fin o no del invierno, acudíamos a esta sesión esperando novedades sustanciales que mejorasen la gestión educativa. Desgraciadamente, la maldición se cumplió y, una vez más, la comparecencia no fue de gran utilidad. Vayamos por partes.

Inevitablemente PISA y los resultados vascos cosechados en la convocatoria de 2015 tuvieron su apartado. Y no deja de ser curioso –utilizando un adjetivo al menos educado- que la explicación de la Sra. Consejera sobre los planes de mejora en este indicador europeo pase por considerar que para elevar el nivel de las cualificaciones básicas del alumnado “es primordial garantizar una docencia de alta calidad, ofreciendo al profesorado una formación adecuada, así como un desarrollo profesional continuo, y la mejora de la gobernanza y de la dirección de los centros”. De sus palabras se colige que parte del problema de los resultados (¿cuánto en realidad? ¿la mayor parte? ¿todo?) proviene de un profesorado y unas direcciones de centros que no están en línea con lo que PISA solicita. En roman paladino, que las líneas de mejora en las que debe estar trabajando su departamento pasarán por readaptar estas piezas “defectuosas”. Tras esta carga de profundidad, PISA quedó varado en la orilla, pese a la insistencia en varias intervenciones posteriores de parlamentarios/as por reflotarlo.