Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Un cruce de indecencias
No cabe duda alguna. La inclusión en las listas electorales de EH Bildu de antiguos terroristas de ETA con delitos de sangre fue una indecencia. Hacer responsable al Partido Socialista y a Pedro Sánchez de lo que ha hecho la coalición independentista es otra indecencia, que cobra todavía mayor relieve, si consideramos que fueron Gobiernos socialistas (recordemos: Zapatero, Patxi López, Rubalcaba) los que hicieron posible acabar con el terrorismo. Ha habido estos días un clarísimo cruce de indecencias entre quienes, en Euskadi, quisieron eludir la memoria de las víctimas del totalitarismo etarra; y quienes, obsesionados por acabar con Sánchez, han pretendido falsear el debate electoral, para ocultar sus posiciones abiertamente reaccionarias y su desnudez de propuestas para resolver los principales problemas del país.
Afortunadamente, la fuerza de la democracia –de Covite en este caso- se ha vuelto a imponer contra quienes han tratado de sortear sus normas (escritas o no). Y a unos, EH Bildu, les sigue recordando que aún tienen mucho que explicar al país por un pasado tenebroso; y a otros, PP y Vox fundamentalmente, les ha quitado el juguete con el que pretendían tener despistada a la ciudadanía. No ha hecho falta la intervención de jueces ni fiscales. Ha bastado el simple escándalo social que se ha montado a la vista de los deplorables currículos de algunos candidatos de la izquierda abertzale, para que estos últimos hayan decidido descolgarse de las listas en que figuraban.
Un gesto que, siendo aún insuficiente, tiene un valor pedagógico incuestionable: y es la confirmación (corroborada por la Fiscalía General del Estado) de una apuesta clara de quienes respaldaban la violencia terrorista por las vías políticas e institucionales. Una apuesta que ya no tiene marcha atrás ni permite tonterías como la que EH Bildu quería perpetrar. Ya no vale ese querer y no poder con el que la coalición abertzale ha actuado hasta el momento. Queda pendiente una autocrítica a fondo sobre su pasado totalitario, al respaldar una violencia que fue tan siniestra y prolongada como la del franquismo. Y, dicho sea de paso, tan poco de izquierdas. Decidir, como ETA decidió en su día, quién debía vivir y quién morir en función de sus opciones ideológicas no era algo que se ajustara especialmente a una aspiración tan específicamente de izquierdas, como es la de la igualdad política, sin la que la igualdad social carece de sentido.
Con todo, no deja de ser reconfortante que quienes aún se resisten a revisar su pasado empiecen a mostrar en público al menos una cierta “vergüenza torera”, justo cuando las derechas de la “España nacional y eterna” la empiezan a perder a chorros; y aprovechan el actual período electoral para llevar a cabo un linchamiento infame del Partido Socialista y el Gobierno de Sánchez por hacer algo tan elemental y tan de sentido común, que hasta a Borja Sémper se le ocurrió en su día: aceptar a EH Bildu en el debate político sustanciado en el Congreso de los Diputados, una vez que esta formación, además de legalizarse, aceptó los cauces constitucionales y los procedimientos democráticos, como se le exigió en su día. A esto las derechas montaraces lo llaman “pactar con los filoetarras”, que es lo que Sánchez, filoetarra también, ha hecho supuestamente para “mantenerse en el sillón de la Moncloa”.
Por otra parte, quienes representan a los “españoles de bien” nos quieren hacer creer, contra toda evidencia, que fueron ellos quienes ganaron al terrorismo. Porque ya es sabido que el presidente Zapatero traicionó a los muertos antes de acabar con ETA; y el ministro Rubalcaba anduvo compinchado con la organización terrorista. El largo Síiiiiiiiiiiiiiiii´ de los diputados del PP a las preguntas retóricas del presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados lo dejaban claro. Tan claro, como que su campaña electoral comenzaría y acabaría en ETA. El PP, Vox y Ciudadanos, sin ETA, o sin su cadáver, no saben qué hacer. No me extrañaría nada que los presos de la banda acabaran querellándose contra Feijóo y Abascal, en reclamación de los derechos de autor que sólo a ellos corresponde.
ETA es, pues, el alfa y el omega de su gran propuesta de país: que no es otra que la nada, la pura involución, pero con otro nombre: la “derogación del sanchismo”, concretada, en la abolición de todos los derechos y políticas sociales que el actual Gobierno ha consagrado. Se lo dijo Feijóo a los fiscales conservadores, en esa reunión clandestina que mantuvo con ellos: “No será –dijo- un proyecto de ley limitado a una sola materia, sino muy amplio”. Como no se atrevió a concretar más, tuvo que ser Ayuso la encargada de aclarar todo lo que caería del cartel: Ley de Vivienda, Reforma Laboral, Memoria Democrática, Eutanasia, Ley de Educación … y así hasta un total de diez leyes, si no recuerdo mal.
¡Y lo que puede venir con ellos desde el poder! Porque, puestos a sacar el doberman a pasear, a lo mejor no vendría nada mal alguna vuelta de tuerca más para ilegalizar partidos y dejar a la España de verdad mucho mejor atada y bien atada. Ayuso, una vez más, que, si no es la que propone, como hace un Feijóo que se limita a amagar, sí es la que dispone. Al menos hasta la fecha.
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