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Desprotegida y atemorizada

La atención sanitaria en Osakidetza se presta a través de Organizaciones de Servicios Integrados (OSI). Una OSI abarca tanto la atención primaria de una zona (los centros de salud) como la especializada (hospitales y consultas externas). La OSI de Tolosaldea es especial porque el hospital que forma parte de ella, la clínica de Santa María de la Asunción, es un centro privado que ha firmado un concierto con Osakidetza para dar atención a la población de la zona, supuestamente de la misma manera en que lo haría un hospital comarcal público. Asunción Klinika es propiedad de Jesús Gómez Montoya quien, además, ejerce labores ejecutivas.

Hay un vacío legal anacrónico en la regulación de las actuaciones médicas en el Estado español: por el simple hecho de tener un título de licenciado en medicina homologado un médico puede, en la práctica privada, realizar cualquier acto quirúrgico o médico. Un servidor, especialista titulado en medicina de familia y en anestesia, podría operarle a usted el corazón... en un centro privado. El acto sería perfectamente legal pero en ningún caso podría yo identificarme en público como cirujano cardíaco. Es este el motivo por el que se ven carteles por la calle anunciando la consulta de especialistas en “nariz, garganta y oídos” o en “medicina infantil”: son médicos que hacen actos propios de otorrinolaringólogos o pediatras sin serlo.

En el concierto que en su día firmó Osakidetza con Asunción Klinika pone expresamente que las personas que realicen técnicas propias de una especialidad en dicho hospital deberán poseer el título de especialista vía MIR u homologado. En Asunción Klinika hay médicos realizando actos propios de especialidades médicas sin poseer el título de especialista homologado. Osakidetza sabe que Asunción Klinika está incumpliendo el concierto y lo está permitiendo.

Estos hechos y la política de recorte de gastos para maximizar beneficios llevada a cabo por Jesús Gómez Montoya han empujado a numerosos médicos y médicas a abandonar el centro en los últimos tiempos. Han huido de la precarización de la asistencia sanitaria que se estaba prestando en Tolosaldea y de la precarización de sus condiciones laborales. Una de estas médicas pensó que era necesario hacer algo más que marcharse e intentó denunciar esta pesadilla público-privada por los cauces habituales de Osakidetza y del Colegio Oficial de Médicos de Gipuzkoa.

En Osakidetza, ¡oh sorpresa!, palmaditas en la espalda y silencio administrativo... y en el Colegio de Médicos, una vez más, se alinearon con el macho alfa argumentando que mientras no se presente como neurocirujano cualquier médico recién egregado puede andarle a usted en el cerebro con un bisturí. Lo que obviaba la respuesta de la Organización Médica Corporativa es que la población de Tolosaldea no ha elegido voluntariamente ser atendida en Asunción Klinika sino que es el centro que el Servicio Vasco de Salud le ha asignado.

En vista de la nula respuesta de la administración y del Colegio de Médicos, la denunciante hizo lo que en su día hicimos -por los mismos motivos- los que quisimos señalar el fraude sistémico en las OPEs de médicos en Osakidetza: acudir a la Fiscalía. Y en esas estamos.

He conocido a esta médica. No tenía ninguna obligación de denunciar nada y lo ha hecho. Por imperativo moral y por paliar la sensación que le quedó de haber abandonado a sus pacientes al dejar la clínica. Lo que ha encontrado por respuesta es una iracunda circular de Jesús Gómez Montoya al personal de Asunción Klinika en la que se le intenta difamar con argumentos estúpidos y se le amenaza de forma velada. Quien debería ser reconocida por su valiente decisión se ve ahora desprotegida y atemorizada. Es un patrón que se repite con todos los denunciantes de corrupción en este país: De Miguel, Osakidetza, Zubieta...

La CAV carece de una ley de protección del denunciante y de una Fiscalía anticorrupción bien dotada por el bloqueo político reiterado de los partidos de poder en el Gobierno vasco y las diputaciones. El Oasis Vasco aplasta a quien se atreve a señalar sus grietas. Lo que está sucediendo en Tolosaldea es solo un síntoma más de que el mito del buen gestor se derrumba y la demostración de que hay ámbitos en los que bien público y beneficio privado no deberían mezclarse.

La atención sanitaria en Osakidetza se presta a través de Organizaciones de Servicios Integrados (OSI). Una OSI abarca tanto la atención primaria de una zona (los centros de salud) como la especializada (hospitales y consultas externas). La OSI de Tolosaldea es especial porque el hospital que forma parte de ella, la clínica de Santa María de la Asunción, es un centro privado que ha firmado un concierto con Osakidetza para dar atención a la población de la zona, supuestamente de la misma manera en que lo haría un hospital comarcal público. Asunción Klinika es propiedad de Jesús Gómez Montoya quien, además, ejerce labores ejecutivas.

Hay un vacío legal anacrónico en la regulación de las actuaciones médicas en el Estado español: por el simple hecho de tener un título de licenciado en medicina homologado un médico puede, en la práctica privada, realizar cualquier acto quirúrgico o médico. Un servidor, especialista titulado en medicina de familia y en anestesia, podría operarle a usted el corazón... en un centro privado. El acto sería perfectamente legal pero en ningún caso podría yo identificarme en público como cirujano cardíaco. Es este el motivo por el que se ven carteles por la calle anunciando la consulta de especialistas en “nariz, garganta y oídos” o en “medicina infantil”: son médicos que hacen actos propios de otorrinolaringólogos o pediatras sin serlo.