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Disyuntiva diabólica
Los gestores de EiTB ya están en el cruce. Han llegado antes de lo que pensaban, pero han llegado. Y en el cruce hay dos señales. Una lleva a un horizonte de conflictividad laboral en el ente y la otra a una caída continuada de audiencia. Y no hay calle de en medio. Parece que van a tener que elegir.
Si tiran a la derecha, van a encontrarse con casi 1.000 trabajadores (y trabajadoras) que se llevan la mitad del presupuesto del que se dispone. Y la mayoría sindical de la empresa pública (LAB y ELA) está mirando muy fijamente a los ojos de la dirección y exigiéndole que aplique la ultraactividad del convenio en ausencia de uno nuevo. Esto es, piden que las condiciones laborales de las personas fijas de la empresa no varíen.
Esta decisión trastocaría los planes que Maite Iturbe, directora general de EiTB, y Pello Sarasola, director de ETB, tienen para la plantilla. Estos planes básicamente venían a plantear que, puesto que–de momento- no vamos a recortar personas, hay que aprovecharlas a tope con la creación de una redacción única de trabajadores multidisciplinares que lo mismo te hacen una pieza en la tele, que la cuelgan en Internet, que segregan el audio para la radio, que te friegan un poco la redacción.
De esa manera, la dirección piensa que podrá liberar parte de esa estructura laboral fija para poder hacer más programas de producción propia en ETB 1 y en ETB 2. Básicamente debates, programas de investigación o reportajes e 'info-shows' tipo 'Tengo una pregunta para usted'.
Por ser reiterativo, la dirección de EiTB piensa que la actual plantilla está sobredimensionada y, por lo tanto, es poco productiva. Y como no osan meter la tijera, se les ha ocurrido hacerles trabajar más. Y me parece que los sindicatos del ente ya les han dicho que por ahí no.
Así que vamos por la izquierda. ¿Cómo levantar la audiencia de la tele con solo el 25% del presupuesto para comprar programas y derechos deportivos? Pello Sarasola sabe que solo hay dinero para un canal y tiene que programar dos. Si no consigue que la redacción de informativos, unificada o separada, le cocine unas cuantas horas más de parrilla y con resultados decentes, no le va a llegar el dinero y la audiencia seguirá resintiéndose.
Por ejemplo, ETB 1, que se ha convertido en la apuesta principal de la dirección, ha invertido varios millones de euros del magro presupuesto de programación en programas como 'Airean' y 'Euskal Herria Zuzenean'. Es su decisión. Para eso les pagamos.
Sin embargo, para vestir este santo han desnudado el otro. Así, la audiencia de ETB 2 se ha quedado sin programas referentes y ha caído más de punto y medio, sin que, de momento, se note la mejoría del primer canal. Y la pérdida de audiencia se traduce en la pérdida de ingresos publicitarios.
En datos, la tarde de ETB 2, que sustenta la audiencia total de la cadena, registra esta temporada (septiembre-octubre) un punto y medio menos (casi 15.000 espectadores perdidos) que en el periodo enero-junio de este mismo año. Por su parte, las apuestas estrellas de ETB 1, pagadas con el dinero que se ha retirado de ETB 2, registran hasta el día de ayer, los meritorios datos de 1,6 % de share y 8.000 espectadores para 'Airean' y 1% y 4.000 espectadores para 'Euskal Herria Zuzenean'. Estas cifras mejoran ligeramente las tardes de ETB 1 pero todavía no influyen en el dato total de la cadena que no llega al 2%.
Asi, que hemos llegado al Cruce del Diablo. Si ETB no ahorra en estructura fija, sea vía tijera, sea vía programación propia y horas de parrila a cargo de la redacción de informativos, no podrá parar la caída de audiencia puesto que no tiene dinero para comprar programas para los dos canales. Un camino lleva a la conflictividad, el otro a la irrelevancia.
Aunque claro, siempre se pueden quedar parados en la encrucijada y esperar que el Gobierno vasco llegue al rescate como el 7º de caballería. Quizás en forma de endeudamiento. Y el que venga detrás que arree.
Los gestores de EiTB ya están en el cruce. Han llegado antes de lo que pensaban, pero han llegado. Y en el cruce hay dos señales. Una lleva a un horizonte de conflictividad laboral en el ente y la otra a una caída continuada de audiencia. Y no hay calle de en medio. Parece que van a tener que elegir.
Si tiran a la derecha, van a encontrarse con casi 1.000 trabajadores (y trabajadoras) que se llevan la mitad del presupuesto del que se dispone. Y la mayoría sindical de la empresa pública (LAB y ELA) está mirando muy fijamente a los ojos de la dirección y exigiéndole que aplique la ultraactividad del convenio en ausencia de uno nuevo. Esto es, piden que las condiciones laborales de las personas fijas de la empresa no varíen.