Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Elkarrekin-Sumar 2024: Un acuerdo posible para Euskadi
Desde el desmembramiento de Ezker Batua en 2011-2012 hasta la actualidad, el llamado “quinto espacio” político vasco ha sufrido fuertes cambios y transformaciones, uniones y rupturas, esperanzas y frustraciones, encuentros y desencuentros sin aparente solución de continuidad. Un permanente tiovivo político que, lejos de suavizarse, amenaza con ponerse de nuevo en marcha con las elecciones autonómicas de 2024 en el horizonte. Lejos queda ya la histórica victoria electoral en las generales de mayo de 2016 que se gestó tras la irrupción de Podemos-Ahal Dugu en las municipales y forales de 2015, se fraguó a partir del acuerdo de Podemos-Ahal Dugu con las fuerzas que integrábamos Irabazi (Ezker Anitza y EQUO Berdeak) y tuvo su epílogo con la entrada fulgurante de Elkarrekin en el Parlamento Vasco (3ª fuerza, con 11 representantes).
A partir de ese momento comienza un progresivo declive electoral paralelo al que ha sufrido el espacio político a la izquierda del PSOE a nivel estatal (desde Unidos Podemos en 2016 hasta Sumar en 2023), y que en Euskadi se traduce a día de hoy en un descenso del 62% del apoyo en las elecciones generales (de 335.000 votos en 2016 a 127.000 en 2023), una caída del 60% del voto recabado en los comicios forales (de los 177.700 votos conseguidos en 2015 a los 70.000 de 2023), un retroceso del 46,5% del voto en las elecciones autonómicas (de 157.000 votos en 2016 a los 84.000 de 2020), y una pérdida del 42% de concejalías obtenidas por las distintas formaciones del espacio político entre 2015 y 2023.
Esas cifras hablan por sí solas, y su mera visión debería ser una razón suficiente para hacernos reflexionar. Es el momento de hacer autocrítica y reconocer que algunas (muchas) cosas se han hecho mal, desde cómo nos presentamos ante la sociedad vasca hasta qué propuestas defendemos en nuestros programas. Pero, sobre todo, este declive debería interpelarnos acerca de cómo afrontamos la política orgánica, cómo entendemos las alianzas y las dinámicas internas, cómo nos relacionamos con quienes compartimos pancarta y bancada, cómo nos tratamos y cómo nos cuidamos. En definitiva, cómo entendemos la actividad política militante.
Sin respeto y sin pluralidad, no hay espacio posible
Sabemos que la política es dura e implacable, y aún más para un espacio político transformador como Elkarrekin-Sumar, que surgió del descontento social con el sistema económico y político imperante, y cuya razón de ser es cambiar este injusto sistema que tanto dolor y destrucción provoca. El menosprecio con que nos recibieron nuestros rivales al principio, los intentos de acallar nuestra voz desde el poder, la descalificación prematura de muchas de nuestras propuestas y discursos, que más tarde han sido adoptados por los mismos que antes las ridiculizaban… Han sido años de pelea ingrata y trabajo duro, de bregar y resistir, tanto en las instituciones como en la calle. Sospechábamos que no iba a ser un reto sencillo, pero la realidad es que además nuestras dinámicas internas a menudo lo han hecho más complicado, más crudo y descarnado, más desmotivador. Esperábamos al enemigo fuera, no dentro.
Poco a poco, el espacio político que tanto costó construir se ha ido desgastando entre peleas retransmitidas con luz y taquígrafos, liderazgos mal entendidos, debates esencialistas nunca resueltos y personalismos fuera de lugar. Una dinámica destructiva que hemos sufrido todas las formaciones del espacio, también en Berdeak EQUO, que nos ha llevado a perder por el camino a muchas personas valiosas, perdiendo con ello también su trabajo, su presencia, sus voces. Es comprensible: sin respeto entre las personas, sin amabilidad, sin sororidad, sin compañerismo, la política partidista se convierte en una jungla difícil de sobrellevar.
En estos últimos años no sólo hemos retrocedido en votos, también hemos retrocedido en pluralidad, en transversalidad, en capacidad de leer la realidad con los ojos de la gente de la calle. Al construir un espacio electoral más homogéneo, en realidad hemos cercenado en buena medida la frescura que hizo posible el milagro electoral de mayo de 2016. Buscando coherencia ideológica y activista, hemos perdido pluralidad y diversidad… ideológica y activista.
El reto improbable de tejer lo imposible
Si bien en 2020 las y los verdes de Euskadi fuimos injustamente apartadas de Elkarrekin en vísperas de las elecciones autonómicas de la pandemia, cuatro años después seguimos considerando que las preocupaciones de la ciudadanía vasca están por encima de las miserias de la política partidista. Porque, tras doce años de andadura política en Euskadi y ocho años después de haber llegado a las instituciones, desde Berdeak EQUO constatamos que nuestros principios y propuestas son hoy más importantes y cruciales que nunca.
En Berdeak EQUO siempre hemos tratado de suplir el escaso tamaño de nuestro espacio electoral verde en Euskadi con una altura de miras y una responsabilidad parejas a la del partido político más pujante. Porque es lo que toca. Por eso, decidimos concurrir a las elecciones municipales y forales de mayo con Elkarrekin. Por eso también, nos sumamos en las pasadas generales de julio a la candidatura de Sumar. Y por eso mismo, a lo largo del último año, desde Berdeak EQUO hemos hecho llegar este nuestro diagnóstico a todas las fuerzas políticas y personas que a lo largo de estos años han formado parte del espacio político Elkarrekin-Sumar.
Hay mucho por hacer, como para perdernos en debates estériles y en disputas perdedoras. Ahora, como entonces, lo que toca es trabajar para superar la emergencia climática, dar un futuro a nuestra juventud, garantizar un presente a las familias vascas, modernizar nuestra economía, asegurar la igualdad de oportunidades, blindando los derechos de todas y todos. Ahora lo que toca es rectificar los errores cometidos hasta la fecha para que la ciudadanía vasca vuelva a depositar su confianza en nuestra opción electoral. Ahora, más que nunca, lo que toca es tejer lo posible: un acuerdo de mínimos entre todas las fuerzas que quieran formar parte de este espacio, donde todas las sensibilidades tengan cabida y en el que lo central e imperativo sea lo que cada cual aporta, y no lo que exige.
Ahora, en definitiva, lo que toca es que cada fuerza política de las que integramos el espacio Elkarrekin-Sumar estemos a la altura del reto. Un reto improbable por lo visto hasta la fecha, pero posible si hubiera voluntad real de los diferentes agentes. Un reto que nos impulse como una alternativa real al bipartidismo de PNV y EH Bildu. Un reto que nos permita recuperar la iniciativa política perdida cercana a la ciudadanía y que facilite un cambio real y efectivo del gobierno en Euskadi. Un reto que nos acerque de nuevo a la ciudadanía y que -ojalá- nos devuelva la fuerza y la ilusión que nos hizo ganar las elecciones de 2016.
Desde el desmembramiento de Ezker Batua en 2011-2012 hasta la actualidad, el llamado “quinto espacio” político vasco ha sufrido fuertes cambios y transformaciones, uniones y rupturas, esperanzas y frustraciones, encuentros y desencuentros sin aparente solución de continuidad. Un permanente tiovivo político que, lejos de suavizarse, amenaza con ponerse de nuevo en marcha con las elecciones autonómicas de 2024 en el horizonte. Lejos queda ya la histórica victoria electoral en las generales de mayo de 2016 que se gestó tras la irrupción de Podemos-Ahal Dugu en las municipales y forales de 2015, se fraguó a partir del acuerdo de Podemos-Ahal Dugu con las fuerzas que integrábamos Irabazi (Ezker Anitza y EQUO Berdeak) y tuvo su epílogo con la entrada fulgurante de Elkarrekin en el Parlamento Vasco (3ª fuerza, con 11 representantes).
A partir de ese momento comienza un progresivo declive electoral paralelo al que ha sufrido el espacio político a la izquierda del PSOE a nivel estatal (desde Unidos Podemos en 2016 hasta Sumar en 2023), y que en Euskadi se traduce a día de hoy en un descenso del 62% del apoyo en las elecciones generales (de 335.000 votos en 2016 a 127.000 en 2023), una caída del 60% del voto recabado en los comicios forales (de los 177.700 votos conseguidos en 2015 a los 70.000 de 2023), un retroceso del 46,5% del voto en las elecciones autonómicas (de 157.000 votos en 2016 a los 84.000 de 2020), y una pérdida del 42% de concejalías obtenidas por las distintas formaciones del espacio político entre 2015 y 2023.