Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Librerías
Las dos librerías que durante años hicieron barrio en las calles que rodean a la casa de mi padre han cerrado siendo sustituidas por un bar y una tienda de todo y nada, o sea de chorradas. El bar está siempre lleno, lo cual no debería sorprender a nadie ya que la considerable cantidad de bebedores que residen en esta ciudad tienen por costumbre abrevar mañana, tarde y noche en los establecimientos hosteleros situados en la calle que desemboca en el nuevo estadio de San Mamés.
Lo de la tienda de todo y nada o sea de chorradas, propiedad de un matrimonio chino con hijos, primos, nietos y demás parientes deambulando siempre por el local como sigilosos fantasmas medio adormilados, si es una novedad, más que nada porque la oscuridad y el desorden no son el elemento esencial del establecimiento.
Hay tanta luz por todas partes que resulta difícil no imaginarse a uno mismo situado en un plató de televisión dispuesto a decir o a hacer cualquier payasada con tal de entretener a los tele videntes. La clientela es predominantemente femenina: señoras sobre todo; señoras que buscan y rebuscan en las estanterías para distraer así su tedio, el sin sentido de sus vidas o para hacerse con una laca de uñas o una espumadera con la que freír las patatas nuestras de cada día.
En esta tarde de sábado, lluviosa y desapacible, la tienda ha sido tomada por un ejército de personas que compran adornos navideños, figuritas para el belén, platos y vasos de plástico, papel con el que envolver los regalos propios de estas fechas navideñas. Hace no muchos años, en este mismo local, siendo aún una librería, las personas solía hojear los libros con el propósito de elegir el adecuado con el que obsequiar a alguno de sus parientes o de sus amigos en la Nochebuena o en el día de Reyes.
Todo pasa. Todo. Nos vamos haciendo viejos y lo que habíamos supuesto que siempre iba a formar parte de nuestras vidas de repente, en un día cualquiera, desaparece como por arte de magia lo mismo que suele ocurrir con la brisa de la mañana, el acné o el porvenir. Yo fui un cliente habitual de las dos librerías ya desaparecidas. Siempre que no tenía nada mejor que hacer me acercaba a ellas para encontrar algo que, por supuesto, nunca he encontrado y en esta lluviosa tarde de sábado mientras me dirijo hacia el bar recientemente inaugurado con el católico propósito de nublarme el cerebro con algún vino silencioso y mediocre me pregunto que es lo que buscaba yo tan a menudo en esas librerías que envejecieron conmigo... Sospecho que más o menos lo mismo que las personas que diariamente acuden tanto al bar como a la tienda de todo y nada; o sea algo: algo indefinido, cualquier cosa con la que olvidarse momentáneamente del 'Brexit', los polacos, Donald Trump, los señores feudales de Cataluña, los delincuentes que nos gobiernan, el hiriente estribillo del Despacito, la nueva entrega de la Guerra de las Galaxias y otros hechos acontecidos en este año a punto de concluir que han supuesto que otro retraso histórico y mental trate, de nuevo, de adueñarse de nuestras vidas.
Las dos librerías que durante años hicieron barrio en las calles que rodean a la casa de mi padre han cerrado siendo sustituidas por un bar y una tienda de todo y nada, o sea de chorradas. El bar está siempre lleno, lo cual no debería sorprender a nadie ya que la considerable cantidad de bebedores que residen en esta ciudad tienen por costumbre abrevar mañana, tarde y noche en los establecimientos hosteleros situados en la calle que desemboca en el nuevo estadio de San Mamés.
Lo de la tienda de todo y nada o sea de chorradas, propiedad de un matrimonio chino con hijos, primos, nietos y demás parientes deambulando siempre por el local como sigilosos fantasmas medio adormilados, si es una novedad, más que nada porque la oscuridad y el desorden no son el elemento esencial del establecimiento.