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Nunca llegaremos a saber

Jon Albizu

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Nunca llegaremos a saber, con total certeza, qué llevó al secretario general del PSOE a forzar unas elecciones para no tener que contar con los agentes que le llevaron -mediante moción de censura- a la presidencia del Gobierno.

El resultado no deja un escenario mejor que el que “los gurús” de la Moncloa preveían. Esto es, gobernar sin necesidad de mirar al lado izquierdo del hemiciclo y sin tener que solventar, en términos democráticos, el problema territorial.

Este resultado, en gran parte, empieza a consolidar una gran sima que rompe con el mito de la transición modélica que nos han vendido.  La campaña electoral ha dejado un gran bloque del arco parlamentario que cuestiona muchos de los principios supuestamente inamovibles de aquel momento histórico.

Se confirma que el PNV es el único que, pase lo que pase en el ‘oasis vasco’, siempre sale bien parado. EH Bildu, con un más que digno resultado en Nafarroa, se consolida como la única fuerza capaz de liderar una alternativa futura al PNV. Los partidos estatales que suelen sacar músculo en este tipo de elecciones, donde el foco del debate está en Madrid, no han destacado. El PSE no ha rentabilizado nada su posición a la sombra del PNV y Podemos no ha salido tan dañada. La derecha española más clásica sigue siendo felizmente irrelevante, independientemente de lo que haya podido suceder en Sotosalbos.

Ya no hay escapatoria. El modelo económico está dejando una gran insatisfacción y el modelo territorial es un problema que no se soluciona con “más madera”. Estas dos variables se reflejan en el nuevo hemiciclo y condicionarán la agenda de las Cortes Generales. Habrá que retomar el viejo eslogan de los estudiantes de la Sorbona que clamaban  “imaginación al poder” si no queremos repetir las elecciones hasta que seamos capaces de recitar a todos los politólogos con cátedra que salen en la televisión.

Mientras tanto, las perspectivas económicas que anuncian no son buenas y habrá que ver si los cambios tan cacareados en la campaña son compatibles con los mandatos de Comisión Europea.  En cualquier caso, el gran reto de la legislatura venidera será la capacidad de condicionar la agenda pública y política, y en eso el pueblo catalán ya ha ganado.

Nunca llegaremos a saber, con total certeza, qué llevó al secretario general del PSOE a forzar unas elecciones para no tener que contar con los agentes que le llevaron -mediante moción de censura- a la presidencia del Gobierno.

El resultado no deja un escenario mejor que el que “los gurús” de la Moncloa preveían. Esto es, gobernar sin necesidad de mirar al lado izquierdo del hemiciclo y sin tener que solventar, en términos democráticos, el problema territorial.