Malos humos

Desde 1986 la empresa Sader y su gemela Profersa llevan operando dentro del casco urbano bilbaíno, procesando materiales peligrosos y produciendo fertilizantes químicos. Casi cuarenta años echando sus malos humos en un entorno urbano en el que los barrios de Zorroza, Ribera de Deusto y San Ignacio-Elorrieta son los más afectados. Hablamos de miles de personas que llevan treinta y ocho años respirando sus emisiones, de día y de noche.
Afortunadamente, en todos estos años, tras muchas luchas sociales y también debido a graves desastres industriales, la legislación ambiental ha ido evolucionando, exigiendo en la actualidad que este tipo de empresas químicas no puedan instalarse dentro de núcleos de población. En este sentido, ya conocemos que Sader y Profersa saldrán de Bilbao, pero nadie sabe a ciencia cierta cuándo lo harán. Por este motivo, y mientras sigan en nuestra ciudad, es necesario dar pasos concretos en materia de prevención de accidentes y reducción del riesgo de desastres.
La lógica es muy sencilla, prevenir antes que curar, anticiparse antes que lamentarse. Hablamos de dos empresas químicas que operan dentro de una ciudad, por ello, desde las instituciones públicas responsables se deberían tomar todas las medidas posibles para evitar accidentes antes de que se produzcan. En la gestión pública, es clave la importancia de la anticipación para evitar que una situación se deteriore sin solución provocando daños irreparables.
De este modo, en el caso de Sader y Profersa en el que sus malos humos permanecen en Bilbao, en este eterno mientras tanto, desde el Ayuntamiento, como institución más cercana, se debería hacer todo lo posible y lo imposible, para evitar que estas empresas provoquen un accidente con consecuencias graves. Sólo hay que acercarse al barrio de Zorroza para evidenciar el estado de deterioro de las instalaciones de ambas empresas. Lógico, bajo un interés puramente economicista ¿qué empresa va a querer invertir en unas instalaciones que se van a tener que clausurar? Por eso mismo, para que sus responsables hicieran algo, tuvieron que pasar dos accidentes recientes en Profersa, que motivaron que el Gobierno vasco interviniera clausurando temporalmente sus instalaciones. Sin duda, hay empresarios que sólo saben actuar tarde, y siempre bajo la amenaza o la sanción administrativa. Pero el problema es que en medio hay personas, trabajadores y residentes expuestos a sus riesgos.
En consecuencia, los responsables políticos deberían hacer todo lo posible para minimizar dichos riesgos y asegurar que la ciudadanía de los barrios más próximos sepa cómo actuar ante otro posible incendio, explosión o fuga tóxica. Porque dichos accidentes ya han ocurrido y, durante los mismos, también se evidenció que la respuesta institucional tiene margen de mejora en cuanto a la coordinación de la información que se ofrece a la ciudadanía.
En este sentido, conviene saber que Sader y Profersa pertenecen a la Asociación de Empresas Químicas de Bizkaia y que esta asociación tiene un proyecto informativo denominado “Seguridad Kimika”. Proyecto en que deberíamos intentar integrarnos como municipio; proyecto cuyo principal objetivo es informar a la ciudadanía de poblaciones que cuentan con empresas químicas, en torno a la protección ante posibles emergencias industriales. Una llamada. En el pleno municipal del pasado mes de mayo, básicamente instábamos al Gobierno Municipal a contactarles para explorar las posibilidades de integrarnos en el mismo, aprovechando que aquí convivimos con dos empresas químicas de dicha asociación que trabajan con residuos peligrosos y con fertilizantes químicos.
Mientras Sader y Profersa sigan operando en Bilbao ¿qué hay de malo en contactar a la Asociación de Empresas Químicas de Bizkaia para explorar las posibilidades de integrarnos como municipio en su proyecto? No lo sabemos; pero lo que sí sabemos es que el Gobierno Municipal volvió a votar en contra, negándose a dar pasos en el camino de la prevención.
En definitiva, en el eterno mientras tanto, sólo esperamos que no pase nada en las instalaciones de esas dos reliquias de la industria química bilbaína. Pero nosotras, no nos vamos a quedar de brazos cruzados y seguiremos trabajando para que mientras Agaleus siga en Bilbao, se den pasos para mejorar las herramientas municipales de prevención y protección frente a posibles accidentes industriales.
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