Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Manzanas podridas hasta el corazón
De nuevo el Partido Popular alavés vuelve por sus fueros. Ahora es Javier De Andrés quien plantea un par de nuevas exigencias para los perceptores de la Renta Garantía de Ingresos, esas personas a las que consideran poco menos que parásitos en su cosmovisión de una sociedad perfecta. El PP quiere que para cobrar la RGI, cualquier persona debe hablar al menos una de las lenguas oficiales de Euskadi y, de paso, que realice trabajos sociales, medida de difícil implantación, ya que supone un riesgo de sustituir empleos remunerados y regulados por la legislación laboral vigente por labores realizadas por mano de obra barata y sin derechos.
Parece que los populares no han aprendido nada y siguen con su estrategia electoral –pues solamente de esa manera se puede entender tamaño despropósito- que ya le costó el puesto de alcalde de Vitoria-Gasteiz a Javier Maroto, ahora convenientemente recolocado en la estructura nacional del partido en Madrid. De forma sutil vuelven a identificar a inmigrantes con perceptores de ayudas públicas, ya que, evidentemente, los perceptores de RGI nativos, que los hay y muchos, ya hablan perfectamente castellano, euskera o ambos idiomas. Por tanto, de nuevo alimentan la xenofobia para conseguir o fidelizar un puñado de votos con la excusa del “fraude” en las ayudas sociales, lanzando el mensaje de la falta de integración de las personas migrantes en nuestra sociedad. Una sociedad que ellos ven como algo inmutable, un aro por el que todos tenemos que pasar para ser ciudadanía “como dios manda”.
Mientras personas ligadas al Partido Popular aparecen en prácticamente todos los casos de corrupción que van apareciendo, ellos exigen a los más débiles que se integren y pongan su granito de arena para que nuestra sociedad “progrese”. Mucho mejor harían en limpiar su propia casa antes de exigir a los demás que hagan lo que ellos no hacen. Resulta verdaderamente repugnante ver como quienes militan en una estructura que, legal o ilegalmente, se ha dedicado a favorecer sus intereses y los de sus amigos, ponen trabas a la solidaridad y a la equidad, con la excusa de un fraude que se ha demostrado una y cien veces es residual. Mientras tanto, se excusan en el mantra de “la manzana podrida”, una máxima que no aplican a los más vulnerables.
Lo que me parece realmente triste es que una parte de la sociedad comparte esos principios y valores, esa falta de empatía con los más desfavorecidos en el reparto de la tarta, como si a ellos nunca les fuesen a ir mal las cosas. Es la Europa que se protege tras las vallas y las concertinas, la que se siente molesta con la multiculturalidad, con todo lo que huela a diferente. Como si hubiese un mandato divino, una inevitabilidad en la forma de relacionarnos, un círculo cerrado de “normalidad” del que nadie puede escapar. Es el público del discurso xenófobo, por desgracia en auge en Europa, un discurso que sabemos de sobra que nos traerá nefastas consecuencias.
Se equivocan quienes alienta la xenofobia, y todavía más los que lo hacen simplemente para ganar votos o esconder sus miserias tras un supuesto “problema” de integración. Es ridículo aspirar a que cada persona renuncie a sus valores y su cultura, casi tanto como que nos la quieran imponer a los demás. Hay vida más allá del blanco y el gris, y movimientos como “Gora Gasteiz”, surgido precisamente frente al discurso uniformizador y xenófobo del exalcalde gasteiztarra, lo han demostrado de sobra. Los que abogamos por una sociedad vasca diversa e igualitaria estamos seguros de que el problema no se soluciona exigiendo trabajo comunitario o determinadas dotes lingüísticas, sino transformando radicalmente una sociedad injusta en su base. El día que seamos capaces de repartir la riqueza y el trabajo y, por supuesto, las responsabilidades, este discurso del miedo habrá desaparecido para siempre.
De nuevo el Partido Popular alavés vuelve por sus fueros. Ahora es Javier De Andrés quien plantea un par de nuevas exigencias para los perceptores de la Renta Garantía de Ingresos, esas personas a las que consideran poco menos que parásitos en su cosmovisión de una sociedad perfecta. El PP quiere que para cobrar la RGI, cualquier persona debe hablar al menos una de las lenguas oficiales de Euskadi y, de paso, que realice trabajos sociales, medida de difícil implantación, ya que supone un riesgo de sustituir empleos remunerados y regulados por la legislación laboral vigente por labores realizadas por mano de obra barata y sin derechos.
Parece que los populares no han aprendido nada y siguen con su estrategia electoral –pues solamente de esa manera se puede entender tamaño despropósito- que ya le costó el puesto de alcalde de Vitoria-Gasteiz a Javier Maroto, ahora convenientemente recolocado en la estructura nacional del partido en Madrid. De forma sutil vuelven a identificar a inmigrantes con perceptores de ayudas públicas, ya que, evidentemente, los perceptores de RGI nativos, que los hay y muchos, ya hablan perfectamente castellano, euskera o ambos idiomas. Por tanto, de nuevo alimentan la xenofobia para conseguir o fidelizar un puñado de votos con la excusa del “fraude” en las ayudas sociales, lanzando el mensaje de la falta de integración de las personas migrantes en nuestra sociedad. Una sociedad que ellos ven como algo inmutable, un aro por el que todos tenemos que pasar para ser ciudadanía “como dios manda”.