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Que no doblen las campanas para no desmoralizar a la población

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Esta semana hemos tenido a dos juristas como protagonistas del enésimo capítulo de esta especie de telenovela a la que empieza a parecerse la gestión de la pandemia, que sólo en Euskadi se ha llevado por delante a más de 3.500 personas. El primer protagonista, un alto cargo del Gobierno vasco de los servicios jurídicos del Departamento de Salud y miembro del LABI, órgano que asesora al lehendakari en la toma de decisiones para hacer frente a la pandemia. El segundo protagonista es el juez que preside la sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco.

El primero, Don Ibon Etxeberria, que asesora al Gobierno Vasco en la idoneidad de las medidas a tomar para contener los efectos de la pandemia, decidió esta vez,interpretar la norma en su propio interés y saltarse el confinamiento perimetral impuesto a toda la ciudadanía para irse a jugar al golf. El segundo, Don Luis Ángel Garrido, la tomó con los epidemiólogos en un programa de radio describiendo su formación como “de poca monta” y poniendo en duda las medidas tomadas para frenar la pandemia. Ibon Etxeberria y Luis Ángel Garrido, cuyas vidas parecían transitar en paralelo, uno en el poder ejecutivo y el otro en el judicial, se han cruzado esta semana colmando los titulares de los medios de comunicación vascos y estatales.

El juez, levantando ampollas. Y no sólo por el auto que permite la reapertura de la hostelería en municipios con altos índices de contagio, sino porque en la tertulia radiofónica, tuvo también tiempo de poner en duda las medidas impuestas para frenar la pandemia al datarlas en la Edad Media, cuando hubo que hacer frente a la Peste Negra: “Que te digan que para que el virus se reduzca tiene usted que quedarse en casa, no hablar con nadie, no ir a ningún acto cultural ni hacer nada de nada… ” , se lamentó el magistrado.

Probablemente, Don Luis Ángel, había leído como yo en un periódico de tirada nacional que el “Regiment de preservació de la pestilencia”, un tratado médico del siglo XIV del médico leridano Jacme d’Agramont, recoge diversos métodos, remedios y recetas para prevenir el contagio de la peste y que todavía hoy son válidos y por ello están en uso en la lucha epidemiológica. D’Agramont recomendaba, además, medidas como el confinamiento, la desinfección, la limpieza de calles o la ventilación de las casas para hacer frente a la Muerte Negra. Medidas que afortunadamente han servido para no empezar de cero en esta batalla contra la COVID-19.

Que su origen se remonte a la Edad Media no las invalida. Hay que recordar que el Derecho Administrativo, ese que practica Don Luis Ángel, aquel que controla el conjunto de normas que regula las relaciones del Estado con los particulares y del que se ha echado mano para la apertura de los bares, tiene su origen en las primeras civilizaciones como el Imperio Romano.

El juez no tiene razón para lamentarse porque en su intervención no tuvo en cuenta, que hoy en día se ha sumado a la lucha contra la pandemia, personas investigadoras que, desde diferentes ámbitos, también desde el epidemiológico, están aportando nuevos instrumentos para hacer frente a la peste del siglo XXI, con el desarrollo de vacunas y nuevos fármacos. Don Luis Ángel no debería desfallecer, porque el doctor D’Agramont, con el permiso del magistrado, ya que probablemente este médico no tuviese ningún doctorado, recoge en su tratado “la importancia del buen ánimo” como antídoto para derrotar a la enfermedad. Y recomendaba que no doblaran las campanas para no desmoralizar a la población.

Más de 3.500 campanadas de muerte llevamos escuchadas en las noticias diarias. Y pese a ello en la ciudadanía no cesamos en la búsqueda de estímulos que nos permitan mantenernos juiciosos, siendo espectadores de los sainetes como el de Don Luis Ángel y Don Ibon. Por cierto, mientras el juez deslizaba su ego por las ondas radiofónicas, el ya cesado director de Régimen jurídico, Económico y Servicios Generales del Departamento de Salud, lo hacía por el 'green' de Laukariz, intentando mantener el ánimo con un deporte cuyo origen escocés nos remonta a la Edad Media y cuya regla número uno es la relativa a la conducta del jugador.

Esta semana hemos tenido a dos juristas como protagonistas del enésimo capítulo de esta especie de telenovela a la que empieza a parecerse la gestión de la pandemia, que sólo en Euskadi se ha llevado por delante a más de 3.500 personas. El primer protagonista, un alto cargo del Gobierno vasco de los servicios jurídicos del Departamento de Salud y miembro del LABI, órgano que asesora al lehendakari en la toma de decisiones para hacer frente a la pandemia. El segundo protagonista es el juez que preside la sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco.

El primero, Don Ibon Etxeberria, que asesora al Gobierno Vasco en la idoneidad de las medidas a tomar para contener los efectos de la pandemia, decidió esta vez,interpretar la norma en su propio interés y saltarse el confinamiento perimetral impuesto a toda la ciudadanía para irse a jugar al golf. El segundo, Don Luis Ángel Garrido, la tomó con los epidemiólogos en un programa de radio describiendo su formación como “de poca monta” y poniendo en duda las medidas tomadas para frenar la pandemia. Ibon Etxeberria y Luis Ángel Garrido, cuyas vidas parecían transitar en paralelo, uno en el poder ejecutivo y el otro en el judicial, se han cruzado esta semana colmando los titulares de los medios de comunicación vascos y estatales.