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OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Y olé

Los históricos y los barones territoriales del PSOE que en su día, más estilizados y bastante más jóvenes que en las actuales fotografías, ingresaron en las filas del partido con el propósito de transformar la sociedad parecen no darse cuenta que los jóvenes de este tiempo a los que les hemos dejado sin trabajo, sin futuro, casi sin planeta y maniatados a una soledad tecnológica de la que no pueden escapar sino es reventándose las costuras del alma, también están intentando transformar la sociedad y que nunca apoyarán a un partido político que negocia con delincuentes, trapichea con quienes han desmantelado el estado para perpetuar sus privilegios, pospone la justicia social a las necesidades de los banqueros que nos han arruinado y se presenta a sí mismo como una virgen dolorosa que no tiene más remedio que sacrificarse por el bien de la patria cuando ignora, o quiere ignorar por propia conveniencia, que la patria no está en quien la manda sino en quién la sufre.

La España y olé de Susana Diaz tendrá su apoyo en los funcionarios andaluces, en los clientes que su gestión ha originado, en los abuelos y las abuelas que se derriten cuando la lideresa se viste con bata de cola, en los muchos socialistas bienintencionados que han sufrido tantas derrotas que lo mismo les da Roma que Cartago y en los periódicos como El País que trabajan para el poder económico ya que sus directivos los han arruinado por un exceso de codicia, pero no en los jóvenes.

La España y olé, retórica, vana, superficial, hecha de filigrana y nadería, de mantilla en la Maestranza y de chandal holgado en los mercados de Triana, poblada de discursos convencionales y de titulares de periódicos comprados, entregada a un tedioso costumbrismo andaluz en el que se recita a sí misma un sin fin de frases huecas que ni remedian nada ni consuelan a nadie, la España barata y vulgar de las tarjetas postales que tiene la cabeza más puesta en las castañuelas y en las procesiones antiguas que en la regeneración social, es la España que nada tiene que ofrecer a los jóvenes del botellón y el Erasmus, los jóvenes que recorren las ciudades europeas del mismo modo que nosotros recorríamos los bares de nuestro barrio buscando un sitio donde se nos permitiera escupir nuestras frustraciones mientras tratábamos, inútilmente, de remediar lo que nuestros padres no habían podido remediar.

Los jóvenes seguirán buscando en otros partidos quienes les representen ya que nada tardarán en percatarse que la España y olé de Susana Diaz no es más que una fotografía en blanco y negro de una época ya pasada, humo en los altares, soniquetes de un tiempo antiguo, máscaras huecas, tristes localismos que se venden como souvenirs horteras en las verbenas de los pueblos, un vano ayer, como decía Machado, que engendrará un mañana vacío y paisajes yermos donde deambulan, errantes, los fantasmas de todos aquellos pobres desgraciados que, una vez, hace ya tiempo, creyeron que este país, antiguo, castigado y somnoliento, tenía algún futuro.... 

Los históricos y los barones territoriales del PSOE que en su día, más estilizados y bastante más jóvenes que en las actuales fotografías, ingresaron en las filas del partido con el propósito de transformar la sociedad parecen no darse cuenta que los jóvenes de este tiempo a los que les hemos dejado sin trabajo, sin futuro, casi sin planeta y maniatados a una soledad tecnológica de la que no pueden escapar sino es reventándose las costuras del alma, también están intentando transformar la sociedad y que nunca apoyarán a un partido político que negocia con delincuentes, trapichea con quienes han desmantelado el estado para perpetuar sus privilegios, pospone la justicia social a las necesidades de los banqueros que nos han arruinado y se presenta a sí mismo como una virgen dolorosa que no tiene más remedio que sacrificarse por el bien de la patria cuando ignora, o quiere ignorar por propia conveniencia, que la patria no está en quien la manda sino en quién la sufre.

La España y olé de Susana Diaz tendrá su apoyo en los funcionarios andaluces, en los clientes que su gestión ha originado, en los abuelos y las abuelas que se derriten cuando la lideresa se viste con bata de cola, en los muchos socialistas bienintencionados que han sufrido tantas derrotas que lo mismo les da Roma que Cartago y en los periódicos como El País que trabajan para el poder económico ya que sus directivos los han arruinado por un exceso de codicia, pero no en los jóvenes.