Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Lo de Pamplona
Sin ETA en activo, la derecha española se halla en plena crisis de identidad. Se ha quedado huérfana de un enemigo que acabó por resultarle políticamente muy rentable, porque hacía posible que en Navarra sólo gobernara UPN y la izquierda no pudiera rascar bola. Derrotada la banda, y forzados quienes la apoyaban a moverse por los cauces democráticos, las cosas han cambiado. EH Bildu se dedica exclusivamente a hacer política, tal como se le había pedido; y desarrolla su capacidad de pacto sin estridencias y “con todas las de la ley” (en sentido estricto), en representación de los que le votan: que son muchos. Y ha ejercido, con todo derecho, su capacidad de presentar una moción de censura, contra la alcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola, finalmente sustituida por Joseba Asirón, tras el pacto al que la coalición abertzale llegó con el PSN.
Como era de esperar, PP, Vox y UPN han puesto el grito en el cielo. Pacto encapuchado. Pacto de la vergüenza. Humillación a las víctimas del terrorismo. Traspaso de todas las líneas rojas que salvaguardan la decencia política. El PSOE “de Sánchez” convertido en pura escoria. Mejor fregar escaleras que acordar nada con un partido sin palabra … Éstas han sido algunas de las reacciones que el acuerdo entre los socialistas navarros y EH Bildu ha suscitado. Una vez más, la política de agitación y propaganda de las derechas pone el acento en los protagonistas del pacto, pasando olímpicamente de lo pactado.
Que a lo mejor es bueno. Y yo creo que lo es. Y no es la primera vez que un partido democrático pacta cosas buenas con quienes en tiempos apoyaban, o no condenaban, al terrorismo. Hay antecedentes en tal sentido. Basta recordar la Ley vasca de Vivienda del año de 2015, que el Partido Socialista de Euskadi sacó adelante desde la oposición, pactando con EH Bildu e incluso ¡con el partido de Rosa Díez! Por no hablar de la doctrina del popular Maroto, partidario de dialogar y acordar con todos, también con EH Bildu (Bildu entonces) sobre temas municipales, porque era “lo que tocaba” en su época de alcalde.
¿Y por qué no podía tocar un relevo en el ayuntamiento de Pamplona, para solventar una prolongada situación de parálisis? ¿Por qué el socialismo navarro no podía acordar ese relevo con la segunda fuerza política de Pamplona, a muy escasa distancia en votos de UPN? Y, además, ¿qué es lo vergonzoso de ese acuerdo? ¿Partir del pleno respeto a la legalidad y del cumplimiento escrupuloso de la Ley navarra de Símbolos? ¿Expresar el “reconocimiento y reparación de las víctimas generadas por la violencia de ETA”? ¿Respaldar un fomento del euskera “acorde con la demanda y la realidad sociolingüística de la ciudad”? ¿Acordar, igualmente, redactar el primer “Plan de Convivencia de Pamplona-Iruña”, basado a su vez en el Plan Estratégico de Convivencia de Navarra 2021- 2024, que puso en marcha el Gobierno socialista de la Comunidad Foral? ¿O el deseo de trabajar por unos sanfermines “libres de tensiones políticas, de espacios de exclusión”?
Cabe, pues, preguntarse: ¿Quién ha llevado al huerto a quién? ¿EH Bildu al Partido Socialista de Navarra? ¿O el Partido Socialista de Navarra a EH Bildu? Me inclino por la segunda opción, porque los compromisos que el pacto recoge hablan de pluralismo político y social, y no de identidad patriótica; y llevan, por tanto, el sello, muy reconocible, del Partido Socialista de Navarra. Comparto, por eso mismo, lo manifestado por su secretario de Organización, Ramón Alzórriz: Estamos llevando a la izquierda abertzale al marco constitucional y democrático“ (entrevista en ”El País“ del 16 de diciembre de 2023). Y comparto, igualmente, la segunda parte de esta manifestación: que a EH Bildu todavía le falta un recorrido ético que le lleve a rechazar sin eufemismos la violencia terrorista de ETA, como fenómeno totalitario que nunca debió ocurrir, y menos en el marco de un sistema de libertades. No basta con proclamar genéricamente que ”no hay que volver a los viejos tiempos de enfrentamientos“. Hay que hacer algo más: un verdadero ejercicio de memoria democrática, que no se agota en el rechazo al franquismo. Quienes trataron de prolongarlo con las armas en plena democracia, arrogándose una supuesta defensa del ”pueblo vasco“, merecen la misma condena. Y el mismo empeño en erradicar sus presupuestos ideológicos. El mismo empeño que empujó a Asirón, en su anterior etapa de alcalde, a sacar a los generales golpistas Mola y Sanjurjo del monumento a los Caídos de Pamplona.
Hace bien, por eso, el PSN, al decidir quedarse al margen del actual Gobierno municipal de coalición, integrado por EH Bildu, Geroa Bai y Contigo Zurekin. Mantenerse en una oposición colaboradora, pero exigente, es probablemente lo más efectivo para subrayar la firmeza de un partido en la defensa de principios irrenunciables. Y también para irlos haciendo efectivos. No puede olvidarse que, hoy por hoy, es el PSN el más capacitado para decidir el futuro político de Pamplona. Nada puede hacerse sin él.
sin él.
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