Blogs Opinión y blogs

Sobre este blog

Las preguntas de Elías

Cuando el martes 25 de septiembre de 1973, el director del Festival Internacional de Cine de San Sebastián clausuraba la 21ª edición en la que la arrebatadora presencia de Liz Taylor y Orson Welles había eclipsado la ciudad, desconocía por completo, que sus palabras servirían de preámbulo a lo que más tarde, el paso del tiempo confirmó. Aquella noche en el Teatro Victoria Eugenia de Donostia, el máximo responsable del certamen lo daba por terminado, lanzando un mensaje reivindicativo ante un auditorio lleno: “hoy el cine tiene una función social muy importante que cumplir, debe servir a la sociedad. Un año más, constatamos la calidad de las cintas premiadas; el ensayo de nuevas fórmulas; la lucha contra el conformismo fácil de pensar que todo está ya descubierto”. Entre el público le seguía con atención Elías Querejeta, que minutos antes había recogido la Concha de Oro a la Mejor Película por El espíritu de la colmena.

Cuarenta años más tarde, el fallecimiento del productor hernaniarra deja huérfanos a quienes como él nos resistimos a aceptar lo primero que escuchamos. Contaba Elías Querejeta en las entrevistas que concedía que cuando se dispuso a producir su primera película, muchos le preguntaron para qué lo hacía. Y él les contestó: “¿Y por qué no? Si otros lo llevan a cabo, por qué yo no voy a ser capaz”.

Lo repetía una y otra vez Einstein: lo importante en la vida es no dejar de hacerse preguntas. Cuestionarse de manera inteligente lo que nos rodea. Plantearse dudas sobre lo que uno hace. Y la desaparición de Elías Querejeta nos confirma esa fotografía. Ha dejado un rastro de sabiduría imborrable en el cine vasco. Sus obras así lo atestiguan. Han sido y serán analizadas por generaciones futuras. En su última etapa, asumió la producción de Los lunes al sol (2002) donde premonitoriamente ponía rostro a los 5 millones de parados que tiene hoy España. Con Asesinato en febrero (2001) retrató la barbarie de ETA. La que ha sembrado Euskadi de víctimas durante 50 años, entre ellas, el socialista Fernando Buesa y su escolta Jorge Díez. Con Perseguidos en 2004 captó el miedo de los amenazados y siendo consciente de que la violencia terrorista de la banda se acababa, en 2011 quiso dejar grabado Al final del túnel.

La trayectoria de Elías Querejeta es el deseo y la voluntad por un trabajo bien hecho. Por una actividad incansable hasta que el producto no tuviera la calidad necesaria para ser visionado. Algo que le valió la capacidad de transformar su figura de productor en autor. En un sello particular. Es de ese tipo de personas con las que te gusta coincidir. Rodearte. Porque aportan valor intelectual a tus horas. A tu conversación.

A diario, en sus 78 años, Elías Querejeta nos ha recordado su compromiso con la coherencia. Con la vieja duda de William Shakespeare. Ese “ser o no ser” que en nuestro siglo ha sido sustituido por el “ser o tener”. El seguir o detenerse y dejar que todo continúe pero sin nosotros que diría Hamlet en 1605. Con Querejeta, el “ser”, a través de las preguntas que él se hacía, ha representado siempre la conciencia, los valores, la lealtad. Con su trayectoria, Elías Querejeta ha demostrado que es posible hacer realidad el mensaje que escuchó hace 40 años en aquella gala de clausura del Zinemaldia en el Teatro Victoria Eugenia: la lucha contra el conformismo fácil de pensar que todo está ya descubierto.

Cuando el martes 25 de septiembre de 1973, el director del Festival Internacional de Cine de San Sebastián clausuraba la 21ª edición en la que la arrebatadora presencia de Liz Taylor y Orson Welles había eclipsado la ciudad, desconocía por completo, que sus palabras servirían de preámbulo a lo que más tarde, el paso del tiempo confirmó. Aquella noche en el Teatro Victoria Eugenia de Donostia, el máximo responsable del certamen lo daba por terminado, lanzando un mensaje reivindicativo ante un auditorio lleno: “hoy el cine tiene una función social muy importante que cumplir, debe servir a la sociedad. Un año más, constatamos la calidad de las cintas premiadas; el ensayo de nuevas fórmulas; la lucha contra el conformismo fácil de pensar que todo está ya descubierto”. Entre el público le seguía con atención Elías Querejeta, que minutos antes había recogido la Concha de Oro a la Mejor Película por El espíritu de la colmena.

Cuarenta años más tarde, el fallecimiento del productor hernaniarra deja huérfanos a quienes como él nos resistimos a aceptar lo primero que escuchamos. Contaba Elías Querejeta en las entrevistas que concedía que cuando se dispuso a producir su primera película, muchos le preguntaron para qué lo hacía. Y él les contestó: “¿Y por qué no? Si otros lo llevan a cabo, por qué yo no voy a ser capaz”.