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La convivencia como objetivo

Joseba Azkarraga

Portavoz de Sare —

Hace unos días, leía como una mujer, madre de un preso vasco encarcelado en Puerto de Santa María, cuando estaba llegando a Vitoria-Gasteiz, después de un largo viaje de más de 2.000 kms, para visitar durante 40 minutos a su hijo preso, que leía en un cartel el desvío hacia la cárcel de Zaballa, a cuatro kms de la capital alavesa. Su exclamación, fue rotunda. “Es necesario que mi hijo este en una prisión tan alejada, cuando tan cerca de nuestra casa, hay una prisión, prácticamente vacía”. Y así, durante ya 29 años. Semana tras semana, durante tantos años, familias enteras, hombres y mujeres ya muy mayores; niños y niñas muy jóvenes, continúan realizando estas grandes distancias.

Es difícil, en esta breve reflexión a la que se nos invita desde eldiarionorte.es, no recordar que hace más de seis años ETA, tomo la decisión unilateral de poner fin a su actividad violenta. Que en abril, de este pasado año, y a pesar de que el Gobierno español puso mil pegas para ello, pero gracias a la sociedad civil del otro lado de los Pirineos, ETA se desarmó. Y a pesar de tantos pasos, tendentes a la búsqueda de espacios de convivencia, la política penitenciaria del Gobierno español y de una parte cómplice de la justicia, continua siendo mucho más inflexible, de lo que era en la etapa en la que ETA estaba en plena actividad.

Este sábado, decenas de miles de personas volveremos a llenar las calles de Bilbao, para exigir el fin de la vulneración de los derechos de los presos y presas vascas. Caminaremos juntos, personas ideológicamente plurales. Tan plurales, como lo es la sociedad vasca. Personas, que incluso hemos estado enfrentadas en el pasado, porque hemos mantenido posiciones muy diferentes en relación a la utilización de la violencia como instrumento político, pero que hoy sabemos, que si queremos dejar a nuestros hijos una sociedad mejor que la que nosotros recibimos de nuestros mayores, es necesario que aunemos esfuerzos en la búsqueda de espacios de convivencia.

No estamos hablando de ninguna reivindicación política. Tampoco, de reivindicación partidista alguna. Estamos reivindicando, algo tan universal como son los Derechos Humanos, para todos y en este caso, también, para los presos y presas vascas, que están siendo utilizados como rehenes de un Gobierno, que se siente cómodo en esta situación. Resulta difícil de explicar, que un Gobierno, que se dice democrático, que forma parte de la UE, y como miembro, está obligado a cumplir las directrices que emanan de los organismos europeos, se empeñe en hacer caso omiso a la legislación europea e incluso a su propia legislación española.

Mientras, estimado lector, estas leyendo estas lineas, un numero cada vez mayor de presos, ve como se escapa su vida entre las cuatro paredes de una cárcel alejada de su domicilio. Presos con enfermedades terminales a los cuales se les impide la libertad atenuada, para poder pasar sus últimos días en compañía de los suyos. Mientras continua con esta lectura, más de un centenar de niños y niñas, continúan viajando todos los viernes a la noche, hasta Sevilla, Granada o el Puerto de Santa María, para el sábado a primera hora visitar a su padre o a su madre presos. O incluso en algunos casos, a ambos, aunque, también, en estos casos, a pesar de que existen cárceles con módulos mixtos, esa política penitenciara vengativa, mantiene, también, alejados a ambos cónyuges en cárceles distantes unas de otras.

Y así, podríamos continuar enumerando, las razones, por las que la Red Ciudadana SARE, convoca esta manifestación el sábado día 13 de enero. Lo seguiremos haciendo, cuantas veces haga falta, porque por encima de nuestras diferentes ideologías esta ese paraguas universal, que es la defensa de los Derechos Humanos (DDHH).

Gracias, por este espacio en el que hemos podido expresar esta opinión.

Joseba Azkarraga, portavoz de la Red Ciudadana Sare y exconsejero vasco de Justicia

Hace unos días, leía como una mujer, madre de un preso vasco encarcelado en Puerto de Santa María, cuando estaba llegando a Vitoria-Gasteiz, después de un largo viaje de más de 2.000 kms, para visitar durante 40 minutos a su hijo preso, que leía en un cartel el desvío hacia la cárcel de Zaballa, a cuatro kms de la capital alavesa. Su exclamación, fue rotunda. “Es necesario que mi hijo este en una prisión tan alejada, cuando tan cerca de nuestra casa, hay una prisión, prácticamente vacía”. Y así, durante ya 29 años. Semana tras semana, durante tantos años, familias enteras, hombres y mujeres ya muy mayores; niños y niñas muy jóvenes, continúan realizando estas grandes distancias.

Es difícil, en esta breve reflexión a la que se nos invita desde eldiarionorte.es, no recordar que hace más de seis años ETA, tomo la decisión unilateral de poner fin a su actividad violenta. Que en abril, de este pasado año, y a pesar de que el Gobierno español puso mil pegas para ello, pero gracias a la sociedad civil del otro lado de los Pirineos, ETA se desarmó. Y a pesar de tantos pasos, tendentes a la búsqueda de espacios de convivencia, la política penitenciaria del Gobierno español y de una parte cómplice de la justicia, continua siendo mucho más inflexible, de lo que era en la etapa en la que ETA estaba en plena actividad.