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Principio y final

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El mundo, la vida, el bachiller, todo tiene un principio y un fin, y en general el principio es nacer y el final acabar o fenecer. También los principios suelen tener expectativas y los finales en cambio no, solo son finales, nada queda después.

Las elecciones son algo parecido, empiezan y acaban, y tanto a su inicio como a lo largo de su crecimiento se van generando expectativas, normalmente alimentadas por un nuevo agente electoral, las encuestas. Que si uno sube, el otro baja o alguno desaparece, es una montaña rusa de percepciones que normalmente termina por fijar una posición definida a la espera del final.

En el caso de nuestras últimas elecciones, incluso desde antes de que comenzara la campaña electoral se fue generando un ambiente que venía a decir que todo se ceñía a una pugna entre PNV y EH Bildu y que los demás contrincantes bastante harían con mantener sus escaños, y que incluso alguno podría desaparecer.

Empezando por estos últimos, se podría resumir que la izquierda de la izquierda ha pagado un doble error: sacudirse entre ellos por egos muy propios de su ideario y una campaña basada principalmente en que lo que no querían era que gobernara el PNV. Lo de los egos les ha costado que muchos no les voten, y lo de ir contra el PNV, ya estaba para eso EH Bildu, les robó los votos y su final ha sido un rotundo fracaso.

El PP quería mucho y sobre todo quería eliminar a Vox y empezó con bravura española, y su final fue que se alavesizó algo más y logró recuperar parte del voto prestado al PNV. Solo creció un único parlamentario, magro premio para sus expectativas.

El PSE-EE salió gritando, se fue calmando y al final logró una gran productividad sacando dos escaños más con un incremento de solo el 0,6% de votantes. Expectativas escasas y premio final excesivo.

De aquella pugna principal entre los dos participantes nacionalistas, paulatinamente se fue creando la expectativa de que EH Bildu ganaría las elecciones, tanto en escaños como en votos, y a ello se pusieron sus candidatos y sus 'hooligans', siendo su principal misión no enredar, estar lo más callados posible, comprometerse muy poquito y, sobre todo, no meter la pata.

Mientras tanto, las gentes del PNV, alertadas de su posible derrota, se pusieron las pilas para movilizar electorado y buscar espacios de confrontación de modelos, concretar algunos aspectos de sus compromisos de gobierno y, sobre todo, trasladar que ganar no lo tenían seguro.

Es cierto que EH Bildu cometió un error ante una pregunta periodística sobre qué es una organización terrorista. El error no fue tanto lo que contestó, que también, sino cómo contestó, pues se evidenció que ni se la había preparado como pregunta. Qué seguridad debe tener un candidato de EH Bildu saliendo a la palestra sin preparar la respuesta ante una pregunta que todo el mundo sabía que iba a caer en algún momento.

El final es de sobra conocido: PNV ganó por puntos que no por escaños y EH Bildu perdió por puntos y un poquito en su dignidad, pues aunque sabían que seguramente no iban a gobernar, estaban convencidos de que le ganaban por fin al PNV, y fue que no.

Pues eso, hubo un principio en que uno gana y otro pierde y se produjo un final en el que el otro ganó y el uno perdió. Y lo mismo que en los principios se pueden modificar en el proceso, como en este caso ocurrió, los finales no hay manera de cambiarlos.

Alguien dirá que esto sigue dentro de cuatro años, pero no, dentro de cuatro años volverá a haber un principio de campaña electoral y un final en forma de escrutinio, pero serán otros principio y final, sin continuidad. Y, mientras tanto, el ganador a gobernar y el perdedor a opositar.  

El mundo, la vida, el bachiller, todo tiene un principio y un fin, y en general el principio es nacer y el final acabar o fenecer. También los principios suelen tener expectativas y los finales en cambio no, solo son finales, nada queda después.

Las elecciones son algo parecido, empiezan y acaban, y tanto a su inicio como a lo largo de su crecimiento se van generando expectativas, normalmente alimentadas por un nuevo agente electoral, las encuestas. Que si uno sube, el otro baja o alguno desaparece, es una montaña rusa de percepciones que normalmente termina por fijar una posición definida a la espera del final.