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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Más recortes, productividad y destrezas para seguir progresando

Isabel Camacho

Seis millones de parados. Uno de cada dos, de larga duración. Más de dos millones y medio no perciben ningún tipo de prestación. Sobre casi dos millones de más de 45 años pende la etiqueta de “viejo”. Juventud no significa esplendor en la hierba y más de medio millón de menores de 30 está desocupado. El salario mínimo está a la cola de Europa porque es tan mínimo que da escalofríos: 645,30 euros mensuales. Los nuevos contratos temporales noquean a los indefinidos por un 88%. Y, en este panorama, 2,5 millones de niños viven en situación de pobreza en España.

Sin embargo, a Mariano Rajoy se le hincha el pecho de satisfacción y una ligera babilla se asoma en sus finos labios cuando habla de raíces vigorosas y otras desacertadas pamplinas al referirse a la situación actual de la economía española. Christine Lagarde, presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), alardea de que España progresa y que los inhumanos recortes empiezan a dar resultados (aunque, añade, no son suficientes). El mismo día, Ángel Gurría, secretario de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), sostiene que las reformas del Gobierno español se quedan cortas y que habría que añadir otro paquete de recortes.

Y descubres, como si no fuera la primera vez que les oyes, que todos estos personajes viven en una realidad paralela. Con sus diferencias, pero sabedores del poder pasajero que ostentan nada les importa más allá de su reelección, sueldos millonarios, coches de lujo, trajes caros y aburridos o el sonoro aplauso de los suyos.

Sus medidas nunca van a paliar el hambre en los niños o abrir las puertas a la negrura vital de los hombres y mujeres sin trabajo que, como en ‘Los lunes al sol’, se tiñen el pelo para quitarse años ante la posibilidad de una oferta laboral. Tampoco les importa que la juventud anhelante por un primer empleo pierda la esperanza o emprenda el largo viaje al extranjero en busca de lo que aquí se le niega.

Para estos próceres todo es lícito, aunque dejen el campo sembrado de víctimas. ¿Qué se han equivocado? Siempre ocurre la primera vez, dicen. Se corrige y listo. ¿Proponer una medida y su contraria? Por qué no. En aquel momento era lo que les convenía. Ahora, no.

Por ello, del último paquete de propuestas de la OCDE hay una que llama la atención aunque no sea tan concreta como el resto. Dice Gurría que no hay que rebajar más los salarios, ¡albricias, ya no tendremos que pagar por trabajar! Se han dado cuenta, aunque muy tarde, de algo tan preliminar como que si la gente no gasta por falta de dinero o por miedo a la carencia en un futuro disminuye el consumo. Y si no hay consumo, adiós prosperidad. Lo venían contando a gritos los mejores economistas del mundo, pero el FMI, la OCDE… han hecho oídos sordos.

Así que, como no es recomendable rebajar los salarios, ahora lo que toca es aumentar la productividad y que los candidatos a un puesto de trabajo añadan destrezas a su curriculum. En realidad, lo que viene a decir Gurría es: no nos conviene pagaros menos pero vais a sudar hasta el último euro.

La gran mayoría de los trabajadores produce con una proporción que puede llegar a ser inversa al salario: máximo rendimiento, mínimo sueldo. En todos los casos, el sueldo es un derecho merecido. No quiero pensar que está llamando vagos a los españoles. Más bien me inclino a pensar en la idea de esclavitud que tanto les gusta. Puede ser que se refiera a la ampliación del horario laboral y a dejar en el baúl de los recuerdos los derechos de los trabajadores. Si bien, hay empresas que hace tiempo arrancaron esa página de sus convenios o de su día a día. O a lo mejor dos títulos, cuatro idiomas y siete másters no son suficientes destrezas.

Cualquiera de las propuestas que tenga en mente el secretario de la OCDE para aplicar en España llega a abrumar solo con sospecharla. Lo más tenebroso es la capacidad que tienen para cambiar nuestra existencia. Para transformar a un laborioso trabajador en un sufriente hombre o mujer colgado del abismo. Para convertir en una tragedia la existencia de unos padres sin medios para alimentar adecuadamente a sus hijos. España progresa. Solo hay que recortar un poco más.

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