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Opinión - ¡Nos comerán! Por Esther Palomera

Rubén

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25 Kantu Urte es la grabación en directo con la que Oskorri conmemoró su primer cuarto de siglo. Si buscas entre las fotos del librillo que acompaña al cedé, verás una de un par de muchachos de veintipocos años aplaudiendo. Somos Rubén García Pérez y yo. Fuimos a ese concierto en un Renault 6 verde que había sido de su padre. A la vuelta, se saltó la salida que tenía que llevarnos a Basauri, su pueblo y el mío; cuando se lo hice notar, me dijo que era normal, que por la noche apenas podía leer los carteles indicativos ni distinguir las rayas de la carretera. Así era él, un cegato optimista. 

Veinte años antes de esto, mi padre había acompañado al suyo en el viaje inaugural del Renault 6 verde. Los dos hombres de Salamanca eran compañeros de trabajo en una fábrica de tubos de cobre, y Ernesto le había pedido a Aniceto, que tenía un Renault 6 blanco, el favor de que fuera con él al hospital donde su hijo estaba ingresado para ayudarle a familiarizarse con el modelo. Mi padre aún cuenta lo que le impresionó ver a ese renacuajo amarrado a un contrapeso moverse como un saltimbanqui sobre una cama de hospital que conocía mejor que la de su casa.

Rubén y yo tenemos vidas paralelas. Somos hijos de la misma gente pobre y honesta que migró al País Vasco en busca de lo que ambos conseguimos: montar en el ascensor social de la educación hacia una clase media en la que nos hemos sentido desplazados; sin embargo, él lo tuvo más difícil. Nació dos meses después que yo, enfermo y enfermizo; aún así, caminó por el lado luminoso de la vida, cuidando su cuerpo y estudiando muchísimo mientras yo me metía todo lo que me ponían delante y estudiaba lo justo para aprobar. 

Pese a ser del mismo pueblo y a que nuestros padres eran amigos, no nos conocimos hasta que llegamos a la facultad de Medicina. Él en el grupo de euskera, yo en el de castellano; acceder a ese mundo de guipuzcoanos en el que él se movía fue, de hecho, uno de los motivos que me llevó a apuntarme al euskaltegi, y prácticamente desde el comienzo de mi proceso de euskaldunización dejó de hablarme en castellano. Nuestra despedida en el hospital de Santa Marina en el que murió el pasado 15 de noviembre fue en lengua vasca.

Rubén García Pérez fue un buen pediatra, con una gran actividad científica y divulgativa; fue una persona profundamente de izquierdas y conciliadora, que abogaba por la construcción y no disfrutaba viendo arder todo, como es mi caso; fue un buen amigo que se preocupaba por mí sinceramente al tiempo que yo, chapoteando en mis batallas, me olvidaba de llamarle el día de su cumpleaños; compartió conmigo su sabiduría, sus amigos y sus inquietudes. Rubén García Pérez era un ser humano excepcional. He escrito esto en castellano porque quiero que lo entiendan sus padres y los míos.

Hona hemen, lagun maitia,

nire azkenengo agurra;

lurrarekin bat egingo zara,

ta bat gurekin memorian.

(Doinua: Here's To You, Ennio Morricone)

25 Kantu Urte es la grabación en directo con la que Oskorri conmemoró su primer cuarto de siglo. Si buscas entre las fotos del librillo que acompaña al cedé, verás una de un par de muchachos de veintipocos años aplaudiendo. Somos Rubén García Pérez y yo. Fuimos a ese concierto en un Renault 6 verde que había sido de su padre. A la vuelta, se saltó la salida que tenía que llevarnos a Basauri, su pueblo y el mío; cuando se lo hice notar, me dijo que era normal, que por la noche apenas podía leer los carteles indicativos ni distinguir las rayas de la carretera. Así era él, un cegato optimista. 

Veinte años antes de esto, mi padre había acompañado al suyo en el viaje inaugural del Renault 6 verde. Los dos hombres de Salamanca eran compañeros de trabajo en una fábrica de tubos de cobre, y Ernesto le había pedido a Aniceto, que tenía un Renault 6 blanco, el favor de que fuera con él al hospital donde su hijo estaba ingresado para ayudarle a familiarizarse con el modelo. Mi padre aún cuenta lo que le impresionó ver a ese renacuajo amarrado a un contrapeso moverse como un saltimbanqui sobre una cama de hospital que conocía mejor que la de su casa.