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Salvador Illa

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¿Lo ha hecho tan mal Salvador Illa como para recibir las despectivas expresiones que está recibiendo de los portavoces de los partidos políticos de la oposición, ahora que va a poder ser Presidente de la Generalidad de Cataluña? ¿Temen acaso que los ciudadanos catalanes le conviertan en President, por tenaz, por diligente y por humilde, durante su estancia al frente de la Sanidad española?

Algo de esto debe estar pasando a tenor de las reacciones de los portavoces de los partidos que no han escatimado valoraciones negativas de su gestión, ni calificativos peyorativos dedicados a su estancia en el Ministerio. Y ello me hace sacar una conclusión: si tan negativa fue su gestión durante la pandemia, que aún seguimos padeciendo, estarán conmigo que su salida del Ministerio será buena porque permitirá a su sustituta desarrollar otras políticas más acertadas, y que su “mala” gestión al frente del Ministerio será un aval muy poco valioso para cosechar votos de cara a las Elecciones catalanas.

Sin embargo, ese modo de despotricar de quienes está criticando, -sin bases sólidas ni razones consistentes, pero criticando-, denota que sienten mucha incomodidad porque van a tener que enfrentarse a un político con talante metódico, nada exuberante, capaz de hablar con los españoles con sentimiento, como corresponde a este tiempo triste y brutal que nos está tocando vivir en el que la culpabilidad más importante está fundamentada en la brutalidad de un virus tan difícil de combatir como invisible. En este combate Salvador Illa ha mostrado un rostro, casi siempre de vicisitud adversa, incluso de derrota, pero de profundo respeto y de esperanza.

¿A qué viene que, de repente, quienes durante el tiempo de pandemia, ya tan largo, no han aportado prácticamente nada positivo para atenuar el rigor, salgan ahora criticando la salida de Illa del Ministerio para aspirar a President? Produce pena, aunque no es difícil de explicar, porque el debate político actual, -ahora que las ideologías se muestran a la concurrencia como instrumentos obsoletos-, busca más el espectáculo que la eficacia.

Asistimos a un tiempo del que resulta difícil su interpretación. Nuestras vidas discurren por sendas tortuosas en las que cada vuelta del camino amenaza con un riesgo nuevo. Un diminuto virus mata a todo “cristo” casi sin avisar, pero al que no le mata le mantiene a raya, siempre previniendo el riesgo de la muerte. Y sin embargo este ambiente dubitativo y generalizado aún no ha educado a los “mercaderes” de la Política, -que no políticos ni servidores públicos, como suele decirse-, a los que solo les mueve la ambición de poder, y no tienen en cuenta que la Política que no se desarrolla con afán de servicio suele convertirse en una práctica miserable cuyo único objetivo es la detentación del poder a cualquier precio.

¿A qué viene que, de repente, quienes durante el tiempo de pandemia, ya tan largo, no han aportado prácticamente nada positivo para atenuar el rigor, salgan ahora criticando la salida de Illa del Ministerio para aspirar a President?

Miserablemente están actuando quienes ahora, precisamente ahora y no antes, se empeñan en despotricar ante el exministro Illa, cuya gestión al frente de la Sanidad española no ha podido mostrarse como un éxito incontestable, pero ha sido un modelo de responsabilidad, de entrega, de sensibilidad humana… Pero es verdad que la Política que se viene desarrollando en España en los últimos tiempos peca de miserable, en consonancia con la que se viene desarrollando en casi todo el resto de Europa. Las Elecciones catalanas serán todo lo que quieran ser menos tranquilas. Ni siquiera la fecha está siendo aceptada por todos. Cada cual esgrime su razón (más o menos razonable), pero ahora no se trata de eso sino de posicionarse ante lo que está siendo un proceso agresivo contra quien ha venido ofreciéndonos su rostro, compungido, al lado de los datos y resultados de la pandemia. No todos han sido positivos. Muy pocos lo han sido realmente, pero Illa ha aguantado el tipo: ha llorado con quienes han padecido el rigor de las muertes y ha mostrado seriedad con los datos, en algún momento esperanzadores, pero casi siempre preocupantes. 

Este artículo no trata de ser un panegírico a favor de Salvador Illa, únicamente intenta ser un homenaje a quien, durante tantos meses, ha llenado las pantallas de nuestros televisores para decirnos lo que ha venido aconteciendo desde que el virus asesino vino a vivir entre nosotros con una misión irrenunciable para él: matar. 

Pero, ¡cuidado!, no era Illa el que mataba, sino un virus desconocido que nos ha tenido, y aún nos tiene, asustados porque hemos estado indefensos ante él. Y Salvador Illa ha estado tan indefenso como yo, tan inerme como cualquiera de nosotros. Por eso es miserable el comportamiento de quienes, a la vista de la candidatura de Illa como posible President de Cataluña, están optando por cargar a sus espaldas y acusarle de todas las fechorías que el virus nos ha enviado. Este artículo solo pretende alertar a los líderes de los partidos que no han dudado en criticar despiadadamente la pretensión de Illa. A veces la Política incita al uso de estrategias groseras como esta que ha llevado a los líderes de los partidos catalanes, -principalmente a ellos-, a criticar sin base ni rigor, sin consistencia ni decencia, a alguien como Salvador Illa, un hombre más bien sencillo, con rostro de persona responsable y semblante cercano, con maneras de persona comprometida con la igualdad y la justicia, con gestos de persona normal…, tan normal como un ser sencillo al que, a pesar de ser Ministro se le ha visto cariacontecido y afectado, triste y lloroso…Eso, en el ámbito de la Política representativa es muy significativo.

No sé si este artículo es el mejor de los elogios que se le pueden dedicar pero es difícil encontrar alguien que muestre un perfil más humano que él… Y Cataluña necesita sobre todo un Hombre (Persona) íntegro como él.

¿Lo ha hecho tan mal Salvador Illa como para recibir las despectivas expresiones que está recibiendo de los portavoces de los partidos políticos de la oposición, ahora que va a poder ser Presidente de la Generalidad de Cataluña? ¿Temen acaso que los ciudadanos catalanes le conviertan en President, por tenaz, por diligente y por humilde, durante su estancia al frente de la Sanidad española?

Algo de esto debe estar pasando a tenor de las reacciones de los portavoces de los partidos que no han escatimado valoraciones negativas de su gestión, ni calificativos peyorativos dedicados a su estancia en el Ministerio. Y ello me hace sacar una conclusión: si tan negativa fue su gestión durante la pandemia, que aún seguimos padeciendo, estarán conmigo que su salida del Ministerio será buena porque permitirá a su sustituta desarrollar otras políticas más acertadas, y que su “mala” gestión al frente del Ministerio será un aval muy poco valioso para cosechar votos de cara a las Elecciones catalanas.