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Super Trionics, nunca fue buena idea

El primer día, Ortuzar advertía de que en esta campaña sólo iban a hablar de sus propuestas porque la gente que lo está pasando mal no se merece un espactáculo de politicos y políticas. Y el PNV no se ha salido del guion ni en una coma, ni siquiera para comentar el primer vídeo de los Super Trionics con el que Elkarrekin Podemos-IU ha conseguido romper el letargo al que estábamos siendo sometidos y dar algo de espectáculo. Ni el pariodado Urkullu, ni ninguna de las formaciones aludidas como el “acomodado y vago” PSE o una EH Bildu “sin huevos” se han referido al viralizado capítulo.

Si una vive al margen de las redes sociales es imposible enterarse de este tipo de fenómenos, que es lo que le sucede a una parte importante del electorado. Sin embargo, la repercusión que alcanzó el video en Twitter hizo que hasta programas de ámbito nacional hablaran de él en las televisiones generalistas o que las tertulias de la radio girasen en torno a los nuevos Power Rangers vascos.

Imagino que el objetivo que perseguían desde la coalición rojo-morada era mejorar la presencia de la marca Elkarrekin Podemos-IU creando ruido. Y, si esto era el fin, desde luego que se consiguió. Pero si una se detiene en los análisis de diferentes medios o en los comentarios más generalizados en las redes sociales, “vergüenza ajena” es lo más destacado para ese primer video. Los Super Trionics anunciaban más capítulos por lo que, al menos este primero, creó expectación. Una expectación que ha muerto este jueves con la decepción que a la luz de los comentarios surgidos en Twitter parece haber supuesto el segundo capítulo en el que Elkarrekin Podemos-IU se muestra además mimetizada con las políticas de los socialistas e izquierda abertzale.

Oscar Wilde decía que “hay solamente una cosa en el mundo peor que hablen de ti, y es que no hablen de ti”. Y algunos han tomado la premisa “que hablen de mí, aunque sea mal” como única estrategia posible para estar en boca de periodistas, tertulianos, adversarios políticos y electorado en general. Y es que las campañas que juegan con la controversia no son nuevas: buscan impactar, sorprender e impresionar consiguiendo que se hable de ello durante unas horas o días. Pero esta repercusión no está exenta de riesgos, porque puede que esté en riesgo la credibilidad.

Tenemos como ejemplo más cercano el famoso vídeo de Albert Rivera con el adorable Lucas que Ciudadanos empleó en la campaña del pasado 10 de noviembre y que consiguió ser el más visto, con sus correspondientes memes y cachondeos. Ahora a toro pasado podría decirse que seguramente no fue lo que dejó al partido naranja con 10 escaños en el Congreso de los Diputados pero tampoco que le ayudase a ganar nada.

Otras formaciones en liza en estas elecciones saben que lo importante en una campaña es no meter la pata y han preferido ir sobre seguro optando por vídeos mediante los cuales se dan a conocer sus propuestas y compromisos. EH Bildu, por ejemplo, ha elegido a dos de los denunciantes de las Opes Dopadas, Marta y Rober, para volver a poner en agenda cuestiones como el clientelismo. El PSE presenta en el suyo lo logrado por los socialistas a lo largo de los últimos años como la aprobación de la ley que reconoce el matrimonio homosexual y Equo-Berdeak muestra las “mejoras formas” para salir de la crisis post-COVID. El PNV presenta a sus electos y electas mediante entrevistas personales que ayudan a perfilar y humanizar a sus candidatos y acercarlos al electorado con detalles como sus platos favoritos o el grupo de música al que siguen.

Está claro que a nadie le gusta que hablen mal de ellos y solo creando historias en positivo, propositivas y con respeto a la gente que lo está pasando mal, como dice el presidente del EBB, se puede uno posicionar como referentes en cada espacio. Y, si no, que se lo digan al Partido Popular, que esta misma semana y de la mano de su candidato a lehendakari ha conseguido sin quererlo, poner patas arriba las redes sociales después de que se colara en ellas un vídeo de Carlos Iturgaiz titubeando en una de sus intervenciones de campaña.

Si PNV, EH Bildu o PSE no han hecho referencia a un vídeo que les interpelaba directamente, ha podido ser porque, como decía Napoleón, “no interrumpas a tu enemigo mientras está cometiendo un error”. Y es hoy en día todo el mundo sabe que el contenedor amarillo es para envases.

El primer día, Ortuzar advertía de que en esta campaña sólo iban a hablar de sus propuestas porque la gente que lo está pasando mal no se merece un espactáculo de politicos y políticas. Y el PNV no se ha salido del guion ni en una coma, ni siquiera para comentar el primer vídeo de los Super Trionics con el que Elkarrekin Podemos-IU ha conseguido romper el letargo al que estábamos siendo sometidos y dar algo de espectáculo. Ni el pariodado Urkullu, ni ninguna de las formaciones aludidas como el “acomodado y vago” PSE o una EH Bildu “sin huevos” se han referido al viralizado capítulo.

Si una vive al margen de las redes sociales es imposible enterarse de este tipo de fenómenos, que es lo que le sucede a una parte importante del electorado. Sin embargo, la repercusión que alcanzó el video en Twitter hizo que hasta programas de ámbito nacional hablaran de él en las televisiones generalistas o que las tertulias de la radio girasen en torno a los nuevos Power Rangers vascos.