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Opinión - Sí, ese día ha llegado ya. Por Rosa María Artal
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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

¿El templo de qué?

Publicidad de las corridas de toros en el tranvía de Bilbao.

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Definitivamente, quién diseña ese tipo de campañas publicitarias no debe ser de por aquí. Puede que sea de Mátrix, de Mordor, o de la Tierra Media. También puede que sea de Madrid o de Sevilla. No tengo ni idea, pero de Bilbao, no puede ser ya que eso de “Bilbao, el templo del toro”, no es una expresión muy utilizada por estos lares, al margen de ser la cosa más absurda y más friqui con la que me he topado desde hace tiempo ¡Y miren que escribo a diario sobre cosas absurdas!

Y hablando de diseños, quién sí es de aquí es el que ha diseñado el cartel taurino de la Plaza de Vistamuerte-2024. Se trata del pintor Ignacio Goitia (el año pasado el taurófilo Ayuntamiento de Madrid le encargó el cartel de las fiestas de San Isidro) quién ha presentado una escena taurina en pleno centro de la Villa, donde varios toreros disfrutan como turistas de los atractivos arquitectónicos de la ciudad (como la sede de UGT), mientras en primer plano, un toro les observa atentamente en mitad de la calle Elcano frente a iglesia de Los Agustinos y la Torre de Iberdrola. Obra con un asombroso parecido con el cartel de principios de los años 60 del pasado siglo, patrocinado por Iberia, obra del ilustrador Manolo Prieto (1912-1991). Juzguen ustedes mismos.

Y hablando de dónde -también- acaban los diseños, observamos como con muchos de esos carteles se dedican, directamente, a enmarranar nuestra Villa a base de brochazos de gruesa cola. Así que no solo se ensucia el nombre de Bilbao por el contenido, sino que, nunca mejor dicho, saltándose a la torera la Ordenanza Municipal de Limpieza, por su soporte que, como se ve en estas dos fachadas privadas en la Alameda de Urkijo, tampoco los retiran y ahí quedan durante años. Y no esperen sanciones administrativas de Oficio por parte del Ayuntamiento. Otra cosa bien distinta es que el cartel lo pueda ser contra la conocida como Ley Mordaza. Entonces se aplica lo que se tenga que aplicar: Retirada y sanción administrativa.

Dejando sentado lo anterior, este año, de nuevo, a muchos nos produce estupor e indignación que en una ciudad moderna se siga practicando ese caduco espectáculo en una instalación pública para el disfrute de una minoría. Como recordamos anualmente, mediante una consulta popular saldríamos de dudas acerca de qué porcentaje de esa “ciudadanía en general” está a favor o en contra de la celebración de espectáculos de maltrato animal en nuestra Villa. Procede dejar bien claro que, si dicha consulta no se realiza es, sencillamente, porque al alcalde Aburto no le apetece. No quiere y punto. Y su partido tampoco parece que le indique nada a tal respecto.

Y volvemos a lo de siempre con los argumentos de siempre: Que las corridas generales de agosto en Bilbao “generan un fuerte impacto económico en la villa por su repercusión en hoteles, restaurantes, bares, taxis, empresas de servicios varios y comercio en general”;. ¿En todos los hoteles? ¿En todos los restaurantes y bares? ¿Seguro? ¿En cuántos? Vamos… ¿En plan Tour o algo así? Cuando se habla de impacto económico o de retorno, se habla de cantidades y no de generalidades (como eso de “la ciudadanía en general”). ¿Lo tienen cuantificado de una forma más o menos seria? Lo dudo mucho… Otro brindis al sol. Humo… Nada.

En resumidas cuentas, la “tauromafia” no acaba de asimilar que las sociedades avanzan y que ya no aceptan crueldades por simple diversión como lo pueden ser las corridas de toros. Tampoco aceptan que Euskadi no es como España ni Bilbao es como Madrid. Salvo en muy contadas excepciones, la clase política va tomando nota de la nueva sensibilidad social y a ella se deben en favor del mandato recibido en las urnas.

Por ello, cada vez son menos los representantes políticos que acuden al funesto coso taurino pues de sobra saben que su asistencia es rechazada ampliamente por las y los electores.

Afortunadamente, vamos atisbando el fin de esa anacrónica actividad. Sólo hace falta ver por encima los aforos de la plaza durante las Aste Nagusia en los últimos años para comprobar que estamos hablando de un negocio a todas luces ruinoso si tuviera que subsistir por sí mismo. En esta edición 2024, hasta suspendieron el festejo del pasado lunes, 18, bajo la excusa de la lluvia. Y el caso es que esa tarde no llovió. Me inclino más por pensar que no les interesaba una plaza con un aforo inferior al 10%.

Aquí tienen esta extraordinaria información (del propio eldiario.eus) por lo que dice, y por lo que no dice. Pero en absoluto es culpa del medio que desde el año 2018 no haya datos pese a que la Comisión Vasca Asesora Para Asuntos Taurinos se reuniera por última vez el 1 de julio de 2020. Y esto no lo digo yo, lo dice la web del Gobierno vasco, euskadi.eus.

Dicha comisión se trata de un Órgano de consulta y asesoramiento en materia de espectáculos taurinos, en la que están presentes, además de responsables en materia de espectáculos, de salud pública y de salud animal, representación municipal, de los presidentes de las plazas de toros y un delegado de plaza. Esta presidida por un cargo de designación del PNV (un director, en este caso el de Juego y Espectáculos) que depende directamente del consejero de Seguridad.

Este es el ejemplo de la transparencia de nuestras instituciones vascas. Cuando a los burukides taurinos del PNV no le gustan los datos de las corridas, pues se ocultan a los ciudadanos y, así, tatachán, ya no hay crisis taurina. Es fácil… Es exactamente lo mismo que hace el Gobierno español con la monarquía. Que las simpatías populares con la monarquía son bajas, pues el CIS no pregunta y así no hay crisis de la institución.

Lo que resulta incomprensible es que por qué a media docena de personajes les guste el salvaje espectáculo de maltrato animal y mantengan una firme adhesión que, pese a que lo saben, la mayor parte de la sociedad rechaza y que, por tanto, en el caso deBilbao, tiene un coste en número de votos y produce un rechazo al PNV entre las generaciones más jóvenes.

De lo que no cabe la menor duda es que las corridas y novilladas (la fiesta nacional española) van a menos. En una década se han perdido la mitad de los asistentes y si solo fuesen los que han pagado la entrada no habría ni un 10% en la plaza. Y si no fuese por las subvenciones directas e indirectas esas entradas costarían el doble.

Pero lo que no me acaba de entrar en la cabeza es ¿Por qué un partido político va a apoyar algo que a la sociedad no le gusta y que sabe que le va a restar votos? No parece que sea cuestión de defender principios éticos. Entonces, ¿Por qué es? ¿Por qué pasa esto? A no ser que ese apoyo incondicional a los empresarios taurinos conlleve algún tipo de contraprestación inconfesable, insisto, no le veo el menor sentido ya que el apoyo se les da a las mismas empresas explotadoras que los ciudadanos dan la espalda, demostrando con su inasistencia que ese “festejo” puede ser de todo menos popular.

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